Fundamentos de la Restauración Borbónica: Pacificación, Constitución y Turnismo
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La Tarea de Pacificación
Se intensificó la campaña contra los carlistas. En mayo, los carlistas perdieron Olot y desaparecerían del escenario catalán tras la pérdida de la Seo de Urgel.
Alfonso XII intervino en el frente vasco-navarro y fortaleció la imagen del rey-soldado que Cánovas intentaba dar a la opinión pública. Carlos VII abandona España y se refugiaba en Francia. Era el final de la Tercera Guerra Carlista.
El afán pacificador también se trasladó a Cuba, con el nombramiento de Martínez Campos, cuyas medidas políticas facilitaron la capitulación de los independentistas. Aunque los acuerdos de la Paz de Zanjón no fueron aceptados por todos los independentistas.
La Constitución de 1876
Las elecciones se celebraron en 1876 y Cánovas consiguió una mayoría. Se abrieron las Cortes y tras ellas se inició el debate constitucional.
El punto más disputado fue el artículo 11, que después de afirmar que la religión católica era la religión del Estado, establecía la tolerancia religiosa al afirmar que nadie sería molestado por sus opiniones religiosas. Fue un artículo que suscitó una fuerte oposición en algunos ambientes católicos.
La pieza clave del texto estaba en el artículo 18, que establecía que la potestad de hacer leyes residía en las Cortes con el rey. Esto permitía desarrollar un Estado centralizado y unitario con un sistema parlamentario bicameral.
Así se afirma el principio de soberanía compartida por las Cortes y el rey.
Se reconocen todos los derechos y libertades individuales y se establece el sufragio restringido.
También se amplían las atribuciones del rey, que tenía poder para:
- Designar el jefe de gobierno.
- Vetar las leyes.
- Nombrar senadores.
- Disolver las Cortes.
- Otorgar indultos.
- Asumir el mando supremo del ejército.
- Ser mediador para resolver conflictos.
El Funcionamiento del Sistema Político
Una vez pacificado el país y promulgada la Constitución, había que normalizar el sistema político que, según Cánovas, debería pivotar sobre dos grandes partidos.
Por un lado, un Partido Conservador que dirigiría el propio Cánovas.
De otro lado, un Partido Liberal liderado por Sagasta, al que se unirían progresistas y demócratas del Sexenio que no tuvieran inconveniente en apoyar a la monarquía.
Ambos partidos serían lo que en nuestros días conocemos como partidos de notables.
Los dos partidos se turnarían en el poder de acuerdo con el criterio del monarca, que era el encargado de ver si la situación política exigía un cambio de partidos en el gobierno.
El sistema funcionó debido al caciquismo y al fraude electoral.
Durante toda la Restauración, el partido que ocupaba el gobierno manipulaba siempre los procesos electorales en colaboración con los líderes del otro partido, negociándose el turno del poder mediante el encasillado. Para asegurar los resultados deseados, intervenían los caciques.