Fundamentos del Pensamiento de Hume: Conocimiento, Crítica Metafísica y Ética
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Epistemología y Crítica Metafísica en Hume
Relaciones entre Ideas y Cuestiones de Hecho
Para David Hume, existen dos tipos fundamentales de objetos de conocimiento o relaciones entre las ideas desde una perspectiva filosófica:
Relaciones de Ideas
Comprenden las proposiciones de la lógica y las matemáticas. Se fundamentan en el principio de no-contradicción y en la semejanza entre las ideas. En este ámbito es posible alcanzar la certeza absoluta, porque lo contrario de una verdad conceptual es lógicamente imposible. Su verdad es a priori, no depende de la existencia de sus objetos en el mundo y no necesitan ser confirmadas por la experiencia.
Cuestiones de Hecho
Se refieren a los hechos del mundo. No se pueden deducir lógicamente, solo se pueden constatar a través de la experiencia. Son contingentes: su contrario siempre es posible. Se basan fundamentalmente en la relación causa-efecto. Según Hume, las causas y los efectos solo pueden descubrirse por la experiencia, no por la razón a priori. Se apoyan también en el principio de contigüidad espacio-temporal. La observación y la experiencia son las únicas que nos pueden garantizar la verdad (probable, no absoluta) de las cuestiones de hecho.
Crítica de la Idea de Sustancia
Hume aplica su principio empirista: toda idea debe derivar de una impresión sensible. Al examinar la idea de sustancia (entendida como un sustrato permanente bajo las cualidades cambiantes), Hume argumenta que no poseemos ninguna impresión que corresponda a dicha idea. Solo percibimos cualidades particulares (color, olor, textura), pero no una "sustancia" subyacente. Por lo tanto, concluye que la idea de sustancia carece de fundamento empírico; es una ficción de la mente, una colección de ideas simples unidas por la imaginación.
Crítica de la Idea de «Yo» (Identidad Personal)
De manera similar, Hume critica la noción cartesiana de un «yo» sustancial, permanente e idéntico a sí mismo, conocido por intuición. Para Hume, si la idea del «yo» fuera legítima, debería derivarse de una impresión constante e invariable a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, al introspeccionar, solo encontramos un flujo constante de percepciones particulares: pensamientos, sentimientos, sensaciones, etc. No hay una impresión única y persistente que podamos llamar «yo». La mente, según Hume, es "una especie de teatro donde distintas percepciones hacen sucesivamente su aparición; pasan, vuelven a pasar, se esfuman y mezclan en una variedad infinita de posturas y situaciones". El «yo» no es una impresión, sino aquello a lo que, por suposición, atribuimos nuestras diversas impresiones e ideas. Al no haber una impresión constante e invariable, la idea de un «yo» sustancial carece de referente real.
Ética y Filosofía de la Acción en Hume
El Emotivismo Moral
Hume sitúa el fundamento de la moral no en la razón, sino en el sentimiento. Considera la moral como independiente de la religión y basada en un sentimiento natural de aprobación o desaprobación hacia las acciones y caracteres. Este sentimiento moral nos indica lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, guiando nuestra conducta. Es un sentimiento de simpatía (empatía) hacia el bienestar de los demás y un rechazo natural hacia las conductas dañinas. En esencia, nuestros juicios morales expresan nuestras emociones y sentimientos. Además, la ética de Hume tiene un componente utilitarista, ya que considera bueno aquello que es útil o agradable para el individuo y la sociedad.
Voluntad y Libertad
Hume también aborda la cuestión de la voluntad y la libertad. Entiende que la voluntad no es una facultad misteriosa, sino una impresión interna que sentimos cuando realizamos conscientemente una acción. Critica la noción de libre albedrío como ausencia de causa. Defiende que el principio de necesidad (causalidad) que opera en el mundo material también rige las acciones humanas. Nuestras acciones están determinadas por nuestros motivos, carácter y circunstancias, igual que los eventos físicos lo están por leyes naturales.
La libertad, para Hume, no es la capacidad de actuar sin causa (lo cual considera absurdo), sino la libertad de espontaneidad: el poder actuar o no actuar de acuerdo con las determinaciones de la voluntad, es decir, sin coacción externa. Sentimos que somos libres porque no percibimos la conexión necesaria entre nuestros motivos y nuestras acciones, pero esta es una falsa sensación. Aunque pensemos que somos radicalmente libres, no podemos escapar de la red de la necesidad causal.
Crítica a la Teología Racional
El Argumento Ontológico y la Existencia de Dios
Hume aplica su distinción entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho para criticar las pruebas a priori de la existencia de Dios, como el argumento ontológico. Las relaciones de ideas producen verdades necesarias y tautológicas, cuya negación implica una contradicción. Sin embargo, la existencia de algo es siempre una cuestión de hecho. Según Hume, "nada es demostrable a no ser que lo contrario implique una contradicción". Podemos concebir cualquier cosa como existente, y también podemos concebirla como inexistente, sin caer en contradicción lógica. Por lo tanto, no existe ningún ser cuya inexistencia implique una contradicción. En consecuencia, la existencia de Dios no puede ser demostrada a priori mediante meras relaciones de ideas. La postura final de Hume respecto a la existencia de Dios es fundamentalmente agnóstica.