Fundamentos de la Moral Cristiana: El Concepto de Prójimo, Bienaventuranzas y Consejos Evangélicos
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El Concepto de Prójimo en la Enseñanza de Jesús
Jesús invierte el concepto tradicional de “prójimo” en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 30-37). Ya no es el pariente o el correligionario, sino el extraño y, aún más, el enemigo. Prójimo es cualquier hombre que me reclama desde su necesidad, y al cual “me aprojimo”.
No basta con ponerse en el lugar del otro, de su necesidad; es necesario estar dispuesto a salir al encuentro del otro como otro. El buen samaritano es un retrato de Jesús y un modelo para cada cristiano. Este es un amor exigente:
- Si el amor de Dios no se detiene ante el olvido y el rechazo de los hombres.
- Si, antes al contrario, cancela en Jesús —sin condiciones— todas sus culpas y les ofrece la plenitud de la salvación.
Entonces, nadie —y mucho menos los pecadores— puede ponerse límites a su amor y compasión.
Las Bienaventuranzas: El Autorretrato de Cristo
Jesús llama al discípulo, a todo discípulo, a seguirle libremente en este camino de perfección. Como pórtico del Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12), le presenta las Bienaventuranzas, que son:
“Una especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por esto, una invitación a su seguimiento y a la comunión de vida con Él” (Veritatis Splendor, 16).
Son las actitudes y disposiciones básicas de la existencia del discípulo que ha aceptado el Reino de Dios en Jesús y, por ellas, los bienes del Reino de Dios (a Dios mismo, felicidad del hombre).
H4>Características y Promesas de las Bienaventuranzas
El discípulo que vive según estas actitudes:
- Es pobre de espíritu.
- Está afligido por el mal del mundo.
- Está hambriento y sediento de la voluntad de Dios.
- Es no violento y dispuesto a perdonar.
- Comparte y presta su servicio al otro.
- Es transparente de corazón.
- Es creador de paz y bien.
- Es perseguido por hacer la voluntad de Dios.
Este discípulo encontrará a Dios, que le consolará, le dará en posesión la nueva tierra, le saciará, será misericordioso y se dejará ver por él, y será llamado su hijo.
Los Consejos Evangélicos: Signo de la Vida Eterna
La posesión, la sexualidad y el poder o el hacerse valer, conforman, de uno u otro modo, la vida humana. Una determinada forma de comportamiento respecto a estas tres tendencias básicas de la vida humana, escogida libremente, es vivir según lo que llamamos los Consejos Evangélicos, es decir, en:
- Pobreza
- Virginidad (Castidad)
- Obediencia
Esta forma de vida busca realizar el seguimiento de Cristo imitando en lo posible la manera de vivir de Jesús de Nazaret, el Señor. Y supone, de algún modo, hacer presente en esta vida la misma Vida Eterna, liberada de toda atadura y condicionamiento humano. Los Consejos Evangélicos son un signo y testimonio de Dios, digno de ser amado del modo más directo sobre toda otra realidad, y de la realidad de su Reino, anticipada ya en este mundo.
La Inclinación al Mal y el Combate Cristiano
El cristiano vive unido a Cristo, tiene las primicias del Espíritu Santo y es hijo de Dios, pero todavía camina por este mundo, un camino lleno de luchas, sufrimientos y tentaciones. Las tentaciones prueban la autenticidad de nuestra entrega a Dios, pero es evidente que la vida cristiana exige un combate constante contra las tendencias del “hombre viejo”.
H4>La Concupiscencia
Existe una desarmonía en el hombre: tendencias y fuerzas están a cada paso en conflicto con la orientación fundamental de la persona. A este hecho le llamamos concupiscencia.
El mandamiento del Señor está proporcionado a las capacidades del hombre, un hombre a quien se le ha dado el Espíritu Santo. El cristiano no debe olvidar nunca que su fuerza arranca no de su pobreza y debilidad, sino de la plenitud del Don de Dios.