Fundamentos Filosóficos de la Ilustración: Razón, Política y Religión en el Siglo XVIII
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La Ilustración: El Siglo de las Luces (Siglo XVIII)
La Ilustración es un movimiento cultural e intelectual europeo que se originó en el siglo XVIII. Nació en Inglaterra, pero se desarrolló fundamentalmente en Francia, extendiéndose posteriormente por el resto de Europa.
Este periodo es conocido como el Siglo de las Luces, pues la luz de la razón se consideraba la encargada de iluminar el nuevo camino de la humanidad. Los pensadores ilustrados sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor.
La Ilustración tuvo una profunda influencia en los aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominó Neoclasicismo.
Contexto Sociopolítico: La Lucha de la Burguesía
La Ilustración representa la ideología y la cultura elaborada por la burguesía europea en su lucha contra el absolutismo y la nobleza. Las revoluciones del siglo XVIII son consideradas revoluciones burguesas, siendo el ejemplo más significativo la Revolución Francesa (1789).
Principales Características del Pensamiento Ilustrado
Las características fundamentales del movimiento ilustrado son las siguientes:
- Racionalismo: Confianza plena en el poder de la razón, la ciencia, la tecnología y la educación como motores del progreso.
- Búsqueda optimista de la felicidad: El objetivo de la vida humana es alcanzar la felicidad terrenal.
- Bondad Natural del Hombre: Creencia en la bondad intrínseca de la naturaleza humana, que debe ser guiada por la razón.
Posturas Religiosas en la Ilustración
En el ámbito religioso, los ilustrados adoptaron diversas posturas críticas frente a las instituciones tradicionales:
- Laicismo: Sostiene que el Estado debe ser neutral en cuestiones religiosas, separando la esfera pública de la fe.
- Deísmo: Postura que afirma que la razón nos lleva a aceptar la existencia de un Dios creador del orden universal. Este Dios no es el de ninguna religión concreta y no interviene necesariamente en los asuntos humanos (a menudo conceptualizado como un 'Dios relojero').
- Ateísmo: Muchos pensadores ilustrados negaban directamente la existencia de Dios.