Fundamentos de la Fe Cristiana: Creencias, Sacramentos y la Vida en Cristo
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Partes Fundamentales
- Profesión de fe cristiana (Credo)
- Sacramentos de la fe (misterio por el cual fuimos redimidos)
- Vida de fe
- Oración (manifestación de fe que se dirige a Dios)
Vías de Santo Tomás
- Movimiento
- Causa eficiente
- Contingente y necesario
- Jerarquía de las cosas (perfección)
- Orden del universo
Tradición Apostólica
La predicación oral y escrita de los apóstoles se divide en:
- Predicación apostólica: a través de palabras a quienes querían oír.
- Sucesión apostólica: por mandato de Jesús, instituyeron sucesores.
Características de la Fe
- Es una gracia, don de Dios.
- Acto humano (inteligencia y libertad del hombre, acto de amor).
- Motivos de credibilidad (milagros, profecías, propagación, santos).
- Es cierta.
- Es libre.
- Es necesaria.
- Perseverancia.
- Comienzo de vida eterna.
- Acto personal y eclesial.
La Naturaleza de Dios
Dios es uno, omnipotente y personal. Dios es trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todas las propiedades del único Dios las tiene la Trinidad, dado que no hay distinción entre el único Dios y las tres personas divinas.
Realidad Creada por Dios
- Mundo espiritual: ángeles (dar gloria y cumplir misiones), lo invisible. Lo conocemos por consecuencias lógicas, no por los sentidos.
- Mundo material.
- Hombre y mujer: imagen y semejanza (porque tienen potencias divinas que son las que más se parecen a Dios). Hombre y mujer reflejan la Trinidad; en Dios no hay soledad, vocación del hombre al amor. Cuerpo y espíritu (alma inmortal, el resto es material).
Pecado Original
Adán y Eva fueron constituidos por Dios en estado de santidad y justicia original, elevando la naturaleza humana al orden sobrenatural y gozando de gracia santificante. Vivían en un estado perfecto de intimidad con Dios y tenían dones preternaturales: inmortalidad, impasibilidad, integridad (dominio de la inteligencia sobre la voluntad). El pecado original consistió en un pecado de desobediencia. Las consecuencias del pecado son:
- El hombre pierde la gracia (pierde intimidad con Dios).
- Pierde dones preternaturales.
- La naturaleza queda debilitada.
El pecado es un acto cometido y se aplica la redención a través del bautismo. Los sacramentos de iniciación son: bautismo, comunión y confirmación.
Nombre de Jesús
- Jesús (Dios salva).
- Cristo (Mesías en griego).
- Hijo único de Dios (mi Padre, Padre nuestro).
- Señor (los judíos traducen del tetragrama sagrado).
Unión Hipostática
Cristo, al asumir la naturaleza humana, se sostiene en la unidad de la persona, con la naturaleza humana y divina perfectamente unidas. En Jesús hay:
- Una sola persona, la divina.
- Dos naturalezas: la divina es eterna y la humana comienza con la encarnación.
Virgen María
Engendra la naturaleza de Dios y libremente acepta ser madre como parte de su voluntad. Dios la preserva del pecado original.
Jesucristo como Mediador
Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. Es sacerdote (mediador), profeta (enseña con sabiduría divina) y rey (gobierna, rige y, sobre todo, sirve). El bautismo de Jesús, el que hacía Juan, era de expiación y no perdonaba pecados, a diferencia del actual (que perdona pecados, incluido el original, y confiere gracia).
La vida de Jesús es revelación; revela la vida y palabras del Padre. Todos los misterios de su vida son redención. No vivió para sí, sino para nosotros. Es perfecto Dios y perfecto hombre.
La Muerte y Resurrección de Cristo
“Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras”. Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque “Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados”. “En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo”. Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y lo realiza por anticipado durante la última cena: “Este es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros”. La redención de Cristo consiste en que Él “ha venido a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28), es decir, “a amar a los suyos [...] hasta el extremo” para que ellos fuesen “rescatados de la conducta necia heredada de sus padres”. Por su obediencia amorosa a su Padre, “hasta la muerte [...] de cruz”, Jesús cumplió la misión expiatoria del Siervo doliente que “justifica a muchos cargando con las culpas de ellos”.
Descenso a los Infiernos
En la expresión “Jesús descendió a los infiernos”, el símbolo confiesa que Jesús murió realmente y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al diablo, “Señor de la muerte”. Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los muertos y abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.
La Resurrección
La fe en la Resurrección tiene por objeto un acontecimiento a la vez históricamente atestiguado por los discípulos que se encontraron realmente con el Resucitado, y misteriosamente trascendente en cuanto a la entrada de la humanidad de Cristo en la gloria de Dios.
El sepulcro vacío y las vendas en el suelo significan por sí mismas que el cuerpo de Cristo ha escapado, por el poder de Dios, de las ataduras de la muerte y de la corrupción. Preparan a los discípulos para su encuentro con el Resucitado.
Cristo, “el primogénito de entre los muertos”, es el principio de nuestra propia resurrección, ya desde ahora por la justificación de nuestra alma, más tarde por la vivificación de nuestro cuerpo.
Ascensión de Jesucristo
La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios, de donde ha de volver, aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres.
Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con Él eternamente.
Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo.
El Reino de Cristo
Desde allí ha de reinar Cristo, el Señor, ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal.
El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia.
Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.