Fundamentos de la Ética Kantiana: Razón Práctica y la Distinción Formal-Material
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El Uso Práctico de la Razón en la Filosofía de Kant
1. Introducción al Uso Práctico
En la teoría del conocimiento habíamos tratado el uso teórico de la razón, es decir, el uso especulativo mediante el cual la razón conoce. Kant afirma que la razón no se agota en este uso. El ser humano también necesita saber cómo obrar y cómo comportarse.
El uso práctico de la razón es aquel que se ocupa del deber ser, no del ser, y mediante él la razón es capaz de determinar la voluntad y la acción moral.
Kant aborda el uso práctico de la razón en dos obras fundamentales: la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y la Crítica de la razón práctica. Sin embargo, la pregunta que se hace Kant en estas obras no versa sobre si es o no posible la moralidad. Que esta es posible es un hecho que no hay que demostrar.
2. Éticas Materiales y Ética Formal
La distinción entre éticas materiales y formales procede de Kant.
2.1. Las Éticas Materiales
Según el filósofo, las éticas materiales, anteriores a la suya, tenían como tarea fundamental señalar contenidos (bienes, fines, valores) y mostrar lo que debíamos hacer. Lo importante es definir y determinar los valores, bienes o fines supremos para después extraer un criterio de moralidad. Hay cosas que están bien y cosas que están mal, por lo que se pueden establecer mandatos y acciones prohibidas.
El problema en este tipo de éticas es que es muy difícil ponerse de acuerdo en sus contenidos morales. Por ejemplo:
- Para unos, lo fundamental es conseguir el placer (Hedonismo).
- Para otros, consiste en alcanzar la felicidad (Eudemonismo).
2.2. La Ética Formal Kantiana
Kant apuesta por una ética radicalmente distinta: la ética formal. Esta no nos señala ni hace depender el bien moral de ningún contenido, ni nos dice qué debemos hacer y qué no. La voluntad es autónoma frente a lo dado y la ética, lo único que puede indicarnos, es que hemos de actuar con buena voluntad, por respeto a la ley moral (el imperativo categórico).
2.3. Razón, Universalidad y Buena Voluntad
Kant quiere fundar una ética de carácter racional y universal, en contra de la postura del filósofo empirista Hume.
Una acción moralmente buena no es aquella que está regulada por inclinaciones emotivas o instintivas, ni tampoco la que es determinada por los fines o resultados que de ella puedan derivarse.
La acción será moralmente buena cuando la intención del sujeto lo sea, es decir, cuando este obre con buena voluntad, al margen de sus inclinaciones y deseos e independientemente de los resultados que espera obtener.
La buena voluntad no pertenece al ámbito de los sentimientos o emociones, sino al reino de la razón: la voluntad es la capacidad de obrar según principios, y estos no son dados más que por la razón.
La moral material determina a la voluntad a través de lo que se nos ofrece al deseo, y sobre este no puede haber acuerdo posible (unos desean placer, otros felicidad, algunos dinero, etc.). Por ello, las morales materiales no pueden ser universales, sino relativas.
2.4. Imperativos Hipotéticos vs. Leyes Universales
Según Kant, las éticas materiales están basadas en imperativos hipotéticos del tipo: «Si quieres Y, entonces debes hacer X».
Tales imperativos son empíricos, no necesarios ni universales. Empíricamente, solo pueden determinarse cuáles son los medios para alcanzar la felicidad (o el placer, etc.). Esto demuestra la impotencia de las éticas materiales para determinar a la voluntad de un modo necesario y universal. No contienen leyes, sino máximas, esto es, principios que solo son válidos para una voluntad, para un sujeto particular.
Conclusión
Si pretendemos que la moral ha de ser independiente de las apetencias, gustos y deseos particulares, esta ha de fundamentar su universalismo no en los contenidos, como hacen las éticas materiales, sino en algún principio de la propia razón.