Fundamentos de la Ética Kantiana: El Imperativo del Deber
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La Ética de Kant: El Imperativo del Deber
La pregunta central de la ética para Kant es: ¿qué debo hacer? Con lo cual podemos ir pensando, entonces, que la moral tiene directa relación con el deber, con la pregunta por lo que debe ser hecho y lo que debe ser evitado. Según Kant, la ética debe ser universal; sus principios deben ser válidos para todos los seres racionales de un modo absoluto y necesario. La moral que se basa en la experiencia particular de un sujeto solo tiene un valor contingente y particular. La moralidad no puede deducirse de los casos particulares, más bien debe partir de un principio universal con el cual confrontar las acciones. Este principio de moralidad reside en la razón y no puede derivarse de las sensaciones, inclinaciones o deseos, sino que debe determinar a priori a la voluntad. A priori quiere decir independientemente de la experiencia y de todo objeto de la sensibilidad. Recordemos que, a diferencia de Kant, Aristóteles reconoce en las tendencias naturales una inclinación al bien.
La pregunta por lo que debo hacer no significa qué me gustaría hacer, ni qué deseo hacer, ni qué necesito hacer; es decir, no es una pregunta por la cual el sujeto pueda pensar en el placer ni en su propio interés individual. Ninguno de estos puede ser móvil de la acción moral. El único móvil válido de esta reside en la razón, única capaz de determinar a la voluntad a obrar libremente. Esto significa, entonces, que la ética debe ser racional. Kant argumenta que la naturaleza le dio a nuestra voluntad la razón como directora. Si el fin de la voluntad fuese la felicidad, la naturaleza se habría equivocado al darle la razón, la cual exige muchas veces sacrificar los intereses de los impulsos y, con ellos, la propia felicidad.
De aquí deduce Kant que "debe de haber un propósito más digno que la felicidad al cual está destinada la razón y al que deben subordinarse todos los fines particulares del hombre" y, con ellos, la felicidad. Este propósito más digno consiste en "producir una voluntad buena en sí misma y para esto es absolutamente necesaria". Aquí también se puede establecer una clara diferencia con el planteo de Aristóteles.
La Vida de Kant
Kant nunca salió de los límites de Königsberg, su ciudad natal. Era tan metódico que la gente que lo conocía sabía la hora al verlo pasar cuando paseaba a su perro. Se levantaba todos los días a las cinco de la mañana. Era sumamente puntual en sus clases. Se concentraba tanto en su trabajo que solía colocar un pañuelo en la otra punta de la mesa para obligarse a levantarse de la silla.
El Deber de la Buena Voluntad
En principio, digamos que la voluntad es la capacidad para determinarse a sí mismo a obrar según un principio universal de la razón, porque nada es en sí mismo bueno ni malo. "Los talentos del espíritu, el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son sin duda en muchos respectos buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza... no es buena". El poder, la riqueza, la fama, el éxito, la felicidad dependen de una buena voluntad que los acomode y ordene.
La voluntad humana es sometida a impulsos y deseos. Cuando el motivo que determina a la voluntad a obrar es un objeto que se desea, este principio a partir del cual se actúa es material o empírico. La decisión depende del sentimiento de agrado o desagrado que cause ese objeto, del propio placer. Cuando el principio que determina a la voluntad es una ley de la razón, este principio es formal y la voluntad se determina a priori; esto significa que el principio por el cual actúa no solo se saca de la experiencia, sino que lo encuentra en sí misma. O sea que la voluntad no depende de ninguna sensación de agrado o desagrado, de ningún deseo ni de ninguna necesidad, sino solo de sí misma, de lo que la razón determina.
Una voluntad buena en sí misma es aquella que:
- Actúa por deber y no conforme al deber.
- Es autónoma porque es de suyo legisladora, es libre para darse a sí misma su propia legalidad.
Con respecto a la primera afirmación, Kant está indicando la diferencia entre moralidad y legalidad. Una voluntad moralmente buena actúa siempre por deber.