Fundamentos de la Ética: Deber, Teleología y Deontología

Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 4 KB

El presente documento explora las bases de la ética, centrándose en las perspectivas del deber, la teleología y la deontología. Se analizan las diferentes formas en que se concibe la moral y cómo estas influyen en la toma de decisiones y la valoración de las acciones humanas.

La Moral del Deber y la Ley Natural

A partir de la influencia estoica en el concepto de ley natural como centro de la experiencia moral, surge la moral del deber. No se cuestiona que los hombres tienden por naturaleza a la felicidad, pero en este ámbito no hay posibilidad de establecer diferencia alguna entre el hombre y el resto de la naturaleza; la felicidad es un fin natural.

El hombre puede sustraerse al orden natural, ser autolegislador, autónomo. Todo esto implica la posibilidad de que el hombre sea capaz no de juzgar sus acciones por la felicidad que producen, sino en realizarlas según la ley que se impone a sí mismo y que constituye su deber.

Teorías Teleológicas

Las teorías teleológicas del actuar correcto afirman que el criterio último básico de la norma es el valor no moral que resulta. El acto es bueno si permite producir por lo menos un excedente tan grande de bien sobre mal.

Para el teleólogo, el valor moral de las acciones, las personas o los rasgos del carácter dependen del valor no moral comparativo de lo que producen o tratan de producir.

Éticas Deontológicas

Las éticas deontológicas niegan lo que las primeras afirman. El deontólogo cree que es posible que un acto o una regla de conducta sea moralmente justa u obligatoria en virtud de su propia naturaleza, inclusive si no produce el excedente mayor posible de bien sobre mal.

El deontologismo defendería que las acciones pueden ser juzgadas en sí mismas como buenas o malas. Afirma que los hombres no consideramos que debe ser justo a partir de la felicidad, sino que se pregunta si queremos cumplir con el valor de lo justo porque lo consideramos valioso en sí mismo independientemente de las consecuencias. El deontologismo destaca que ni la felicidad individual ni la colectiva, que constituye el bien subjetivo del hombre (su bien) pueden anteponerse al respeto o promoción de lo valioso en sí; la persona humana.

Si se actúa voluntariamente se obra siempre conforme a una máxima o norma que, en segundo lugar, se elige y juzga desde el punto de vista moral si se está o se estaría eventualmente dispuesto a que esa norma fuera observada por cualquiera que se encuentre en una situación semejante. Y en tercer lugar, un acto es moralmente justo u obligatorio si podemos desear de modo consecuente que la máxima o norma en cuestión sea observada por todo el mundo.

El Reino de los Fines de Kant

Kant señala como motor utópico de la acción moral un reino futuro al que denomina reino de los fines. En él cada persona será considerada como fin en sí misma, nunca medio para otro fin. Además, este reino se llamará de los fines porque en él estarán armoniosamente conjugados los fines que cada hombre se propone lograr a lo largo de su vida. La novedad es el hecho de situar el ámbito moral preferentemente en el de solución de conflictos. Tal solución exige autonomía humana, racionalidad, la cual no se muestra ya en el hecho de que los hombres se ven a sí mismos leyes propias, sino de la disponibilidad para decidirlas a través del diálogo.

Conclusión

Si bien el hombre bueno de la primera forma moral es el hombre feliz (teleologismo) y el de la segunda, el hombre que sólo se somete a su propia ley (deontologismo), el de la tercera es el que, en situaciones de conflicto, se haya dispuesto a resolverlas mediante un diálogo encaminado a lograr consenso. El diálogo constituye la justificación de las normas morales.

Entradas relacionadas: