Fundamentos de la Epistemología de Hume: Percepciones, Ideas y Causalidad
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Teoría del Conocimiento de Hume
Percepciones: Impresiones e Ideas (Párrafo 6)
Todos los contenidos de la mente humana son percepciones. Estas se dividen en impresiones e ideas, y entre ellas existen diferencias fundamentales:
- Fuerza e Intensidad: Las impresiones inciden en la mente con mayor fuerza que las ideas. Las impresiones corresponden a nuestras sensaciones, pasiones y emociones vivas. Las ideas, en cambio, son imágenes más débiles o copias de las impresiones, que surgen cuando pensamos o razonamos. Toda percepción se siente de forma fuerte como impresión y de manera débil como idea.
- Origen y Prioridad: Para Hume, la impresión es la percepción originaria; las impresiones siempre preceden a las ideas. Las ideas no pueden producir impresiones, pero sí al revés (las impresiones pueden generar ideas). De esto surge el primer principio de la teoría del conocimiento de Hume: "Todas las ideas simples provienen de sus correspondientes impresiones simples". Esto elimina la posibilidad de ideas innatas o existentes por sí mismas; siempre tiene que haber una percepción (impresión) previa.
Impresiones e Ideas Simples y Complejas
Existen impresiones simples (como un color o un olor específico) y complejas. Las complejas, como la impresión de una manzana, son la suma o conjunto de varias impresiones simples (olor, color, sabor...). Las impresiones simples dan lugar a ideas simples. Las ideas complejas se generan en la mente gracias a la memoria y la imaginación, combinando o añadiendo ideas simples.
Leyes de Asociación de Ideas
La mente se traslada de unas ideas a otras de forma ordenada, siguiendo ciertas tendencias o principios que Hume denomina leyes de asociación de ideas:
- Semejanza: Tendemos a unir o agrupar ideas que se parecen entre sí.
- Contigüidad en el espacio y en el tiempo: Unimos ideas que están próximas temporal o espacialmente en nuestra experiencia.
- Causa y Efecto: Tendemos a unir ideas que consideramos como una causa con su correspondiente efecto.
El Principio de Verificación y Tipos de Conocimiento (Párrafo 8)
Principio de Verificación
El segundo principio de la teoría del conocimiento de Hume establece el criterio de validez para las ideas: "Para probar la validez de cualquier idea, es preciso indicar cuál es la impresión correspondiente de la que procede". Si para una idea determinada no podemos encontrar la impresión original, esta idea se considera falsa o carente de significado empírico y debe ser rechazada.
Relaciones entre Ideas y Conocimientos de Hechos
Para Hume, hay que distinguir dos tipos fundamentales de conocimiento u objetos de la razón humana:
- Relaciones entre Ideas: Son aquellos conocimientos que operan con contenidos puramente mentales o ideales, sin necesidad de referirse a lo que existe en el mundo. Se descubren por la mera operación del pensamiento. Por ejemplo, las verdades de la geometría, el álgebra o la aritmética ('el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos'). Estos conocimientos son a priori, necesarios (su negación implica contradicción) y son analíticos (su verdad se descubre por el análisis de los términos). Siempre se cumplen, independientemente de la experiencia.
- Conocimientos de Hechos (Cuestiones de Hecho): No se obtienen de la misma forma. Se refieren a cómo es el mundo y lo que existe en él. Lo contrario de cualquier dato de hecho siempre es lógicamente posible (no implica contradicción; 'el sol no saldrá mañana' es tan inteligible como 'el sol saldrá mañana'). Sus proposiciones aportan conocimiento sobre el mundo, pero dependen de la experiencia para ser considerados verdaderos. La única forma de verificarlos es comprobándolos en la realidad (son a posteriori y contingentes). Todas las ciencias empíricas (física, biología, etc.) se basan en este tipo de conocimiento: esperamos que, dadas unas determinadas condiciones (causas), se produzcan unos determinados efectos, y a partir de la observación de estas regularidades elaboramos nuestro conocimiento del mundo.
Crítica de la Idea de Causalidad (Párrafos 11-15)
Hume realiza una profunda y célebre crítica de la idea de causa y efecto, fundamental para los 'Conocimientos de Hechos'. Sostiene que la causa y el efecto son eventos distintos entre sí. Ningún análisis a priori (solo con la razón, sin experiencia) de la idea de causa nos permite descubrir cuál será necesariamente su efecto. Por ejemplo, si con una bola de billar golpeamos a otra, el movimiento de la segunda bola es un hecho completamente distinto al movimiento de la primera y al impacto. No podemos saber de antemano, solo mediante la razón, que la primera bola moverá a la segunda. Dice Hume que si hubiera llegado un hombre ('Adán') con pleno entendimiento pero sin experiencia previa alguna, jamás habría podido inferir, solo observando la primera bola moverse hacia la segunda, que esta última también se movería.
La Experiencia y la Búsqueda de la Conexión Necesaria
La única base que tenemos para establecer una relación causa-efecto es la experiencia: observar repetidamente que siempre que ocurren determinados eventos (causas), les siguen otros (efectos). Al analizar esta relación basada en la experiencia, Hume identifica dos elementos observables:
- Contigüidad: La causa y el efecto deben estar próximos en el espacio y/o el tiempo.
- Sucesión (Prioridad temporal): La causa siempre precede temporalmente al efecto.
Además de estos dos, tradicionalmente se asume un tercer elemento: la conexión necesaria entre la causa y el efecto (la idea de que la causa *produce* o *tiene el poder* de generar necesariamente el efecto). Sin embargo, Hume argumenta que esta conexión necesaria no es algo que podamos observar directamente en la experiencia. No percibimos ninguna fuerza, poder oculto o vínculo real que conecte la causa con el efecto; solo observamos su conjunción constante.
El Papel de la Costumbre y la Creencia
Entonces, ¿de dónde surge nuestra fuerte convicción en la conexión necesaria? Hume concluye que nace de la costumbre o el hábito. Después de observar repetidamente la conjunción constante de dos tipos de eventos (A seguido de B), la mente desarrolla la costumbre de esperar B cuando observa A. Esta costumbre genera un sentimiento interno, una determinación de la mente a pasar de una idea a la otra, que proyectamos sobre los objetos mismos como si fuera una conexión real. Este sentimiento es la base de nuestra creencia en la causalidad.
De esto se extrae una conclusión fundamental y revolucionaria para Hume: "No es la razón la guía de la vida, sino la costumbre". Es la costumbre, y no la razón, la que nos lleva a suponer que el futuro será parecido al pasado y a esperar que las mismas causas produzcan los mismos efectos, permitiéndonos actuar en el mundo. Hace falta la creencia, que es una especie de sentimiento o instinto natural, una costumbre arraigada en nosotros, que nos da la seguridad (aunque no certeza lógica) para anticipar lo que va a ocurrir. Sin embargo, esta creencia es, en última instancia, irracional (no fundada en una demostración lógica o una impresión directa de la conexión necesaria) y subjetiva (basada en un sentimiento o hábito mental). Por tanto, la causalidad, tal como la entendemos habitualmente (implicando una conexión necesaria y objetiva), no es una característica demostrable del mundo externo, sino una proyección de nuestra mente formada por la experiencia repetida.