Fundamentos del Conocimiento Kantiano: Juicios Sintéticos a Priori y la Razón Pura
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Juicios Sintéticos a Priori: La Base del Conocimiento Trascendental
Los juicios sintéticos a priori expresan lo señalado en la idea de trascendental. Es decir, ¿se puede obtener de las experiencias particulares el rasgo de necesidad para poder hablar con absoluta seguridad y certeza de leyes universales? No, si nos dejamos llevar por lo que las cosas por sí mismas nos dicen, pero sí si hacemos que esas mismas cosas respondan a lo que les exigimos (el famoso giro copernicano). Esto ocurre solo cuando se haya comprendido cómo se conforma la experiencia y cómo a partir de ella se desarrolla el conocimiento.
La mente humana es capaz de entresacar y establecer una serie de condiciones y circunstancias que hacen posible que, a partir de un número limitado de experiencias, puedan obtenerse leyes y principios con el rigor de la universalidad y la necesidad. Es decir, la racionalidad impone sus condiciones a la experiencia de tal modo que el conocimiento no solo es experimental sino también a priori.
Kant propone un tercer tipo de juicios: los juicios sintéticos a priori. Es decir, unos juicios que, expresando una relación empírica de hechos naturales (ser sintéticos), lo hacen de una forma tal que la conexión entre el sujeto y el predicado ocurre de modo necesario y universal. Los juicios sintéticos a priori concuerdan con la experiencia, pero son independientes de las contingencias fenoménicas.
El Concepto de A Priori en la Filosofía Kantiana
Por a priori se entiende, de manera general, el conocimiento que es independiente y anterior a la experiencia. Kant se interesa por descubrir aquel conocimiento absolutamente a priori; aquel que sea totalmente independiente de la experiencia (pero que se aplique a ella, por lo que resulta ser trascendental, es decir, que emana del sujeto).
El conocimiento a priori es el que además contiene y expresa necesidad y tiene validez universal, rasgos que, aunque están presentes en la concepción tradicional, en el pensamiento kantiano adquieren mayor protagonismo precisamente porque se aplican a la experiencia y a la ciencia sustentada por la experiencia. Por lo tanto, la exigencia de que hay determinados componentes a priori en el conocimiento no es un capricho del pensamiento kantiano, sino una exigencia lógica derivada del mismo concepto que tenemos de la ciencia: tiene que haber componentes a priori en el conocimiento.
Es crucial entender que el conocimiento a priori no son cosas o ideas innatas, sino facultades o condiciones del ser humano que hacen posible la experiencia en el conocimiento. Solo si se acepta que existen elementos a priori en el conocimiento y que este se logra por la síntesis realizadas por el sujeto (por eso es trascendental) entre elementos o materiales que le vienen de fuera de él y lo que él mismo aporta (por su peculiar naturaleza cognoscente), entonces el conocimiento es posible y sus características son: trascendental, a priori y sintético.
Ahora bien, los elementos a priori en la síntesis del conocimiento no funcionan si no hay un material sobre el cual aplicarse; es decir, con ocasión de que se perciben impresiones externas obtenidas por los sentidos, entran en funcionamiento los elementos a priori. En resumen, lo que decimos conocer es una síntesis de ambas cosas (experiencia y razón).
La Interacción de las Facultades A Priori y la Experiencia
Por lo tanto, nuestras facultades a priori solo entran en acción al ser estimuladas por datos sensibles externos al sujeto y sobre los cuales se aplican. Por eso es sencillo comprender que nunca conocemos la cosa como es en sí misma (el noúmeno), porque siempre la conocemos mediatizada por una facultad a priori que la determina, es decir, condicionada. De ahí también que se diga que los elementos a priori del conocimiento son condición para que se dé dicho conocimiento.