Fundamentos del Canon y la Inspiración Bíblica: La Revelación Divina

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Religión

Escrito el en español con un tamaño de 4,16 KB

El Canon de las Escrituras

Toda religión revelada termina por sentir, tarde o temprano, la necesidad de fijar un canon, es decir, un conjunto de libros sagrados, pues si Dios ha querido comunicar su voluntad a los hombres, debe haber algún modo de saber con toda seguridad dónde se encuentra esa Revelación. Esto es precisamente lo que garantiza el canon: señala los límites entre lo que es y lo que no es Revelación. Si no se pudiera identificar esto, ¿de qué serviría la Revelación?

El origen de la palabra canon lo encontramos en el griego: kanon, que deriva del babilonio qanu, caña. Así se llamaba a la vara larga utilizada por los albañiles para medir. Más adelante, toma un sentido metafórico: «norma o patrón».

Necesidad de Definir el Canon

La necesidad de definir el canon de la Revelación (tanto en los judíos como en los cristianos) respondió a tres cosas:

  • Conservarla a fin de evitar que se pierda en la vorágine de tradiciones que nacen en torno a ella;
  • Preservarla, es decir, impedir que sufra ningún cambio o alteración;
  • Observarla y hacer que actúe en la fe y la vida.

El presupuesto básico de la definición del canon judeocristiano es la inspiración, es decir, el hecho de que determinados libros han sido escritos bajo influjo del Espíritu Santo, que les otorga una aceptación incondicional.

Criterios de Selección de Libros Inspirados

Los criterios prácticos que la Iglesia ha seguido para la selección de libros inspirados han sido:

  • El origen apostólico
  • El uso constante en la Iglesia, con sus consecuentes frutos espirituales.

El canon de la Escritura se nos presenta como un conjunto de producciones literarias dotado de cohesión interna. Tal cohesión se debe a que los libros fueron usados por la comunidad guiada por el Espíritu Santo, alimentaron su oración, impulsaron su reflexión y le ofrecieron una norma de vida. La facultad de juzgar si se da o no esta conformidad la tiene el Magisterio de la Iglesia.

La inspiración, por lo tanto, exige la canonización de un libro. Canonizar significa declarar autoritativamente que un libro es inspirado y que, por lo tanto, forma parte de la Escritura. Canonizar un libro no produce ningún cambio en él; simplemente se declara o se pone de manifiesto lo que ya está allí, es decir, se descubre la inspiración, pero de ninguna manera se crea.

El canon católico se definió en el Concilio de Trento (1546), el cual ordena aceptar, bajo pena de excomunión, 45 libros del Antiguo Testamento (AT) y 27 del Nuevo Testamento (NT).

La Inspiración Divina de las Sagradas Escrituras

La expresión inspiración divina alude a la especial influencia de Dios sobre los autores humanos de la Biblia, una influencia de tal naturaleza que sirve de base a la afirmación de que Dios es Autor de los Libros Sagrados.

Nos encontramos frente a un misterio de Fe en sentido estricto. La podríamos definir como el especial influjo del Espíritu Santo sobre el autor sagrado en orden a escribir todo y solo lo que Dios quiere.

Dei Verbum 11 afirma que «los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes, en cuanto escritos inspirados por el Espíritu Santo, tienen a Dios como autor... Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos...como verdaderos autores».

La Biblia tiene dos autores: uno humano y otro divino, y su fundamento nace en las mismas Escrituras. En nuestro estudio, nos limitaremos a ver los fundamentos bíblicos sobre los autores divino y humano, sin abordar las múltiples teorías que hay sobre el tema; más bien nos detendremos en las consecuencias o efectos de la inspiración.

Entradas relacionadas: