La Fundación: Luz, Sonido y Realidad en la Tragedia de Buero Vallejo
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Iluminación y Efectos Sonoros en La Fundación
En la puesta en escena de La Fundación, Buero Vallejo cuida con especial atención los efectos metafóricos y simbólicos que pueden provocar los efectos sonoros y el uso de la iluminación. Buero emplea elementos simbólicos, la luz, el arte, la música y la metáfora para crear imágenes positivas del nuevo mundo con el que sueña, frente a la dureza de la realidad.
La Luz como Símbolo
La luz, irisada al principio, simbolizando la inocencia de la locura, y al final metáfora de la esperanza, es nítida, hasta llegar a resultar “cruda y agria”, cuando se va descubriendo la realidad de la cárcel, al final de la primera parte y principio de la segunda. La luz es conocimiento de la verdad, aunque esa verdad signifique la violencia o la muerte. Cuando los encargados descubren la muerte del Hombre de la celda, la acotación dice “la iluminación cambia de golpe: gana claridad y crudeza”. Es, igualmente, símbolo de recuperación. Cuando Tulio se queja de que la luz de la celda es muy floja y Tomás se ofrece a encender otra lámpara que solo existe en su imaginación, esa falsa luz de la lámpara imaginada por Tomás se hunde en el muro. De la misma manera, es a través de la iluminación como descubrimos el retrete sin muros ni puerta, símbolo de la dignidad pisoteada del hombre.
Esa luz artificial que se encendía a la vez en toda la cárcel, pero cuyo interruptor no estaba al alcance de los presos sino que estos debían esperar a que alguien “diera la luz cada noche”, contrasta con la luz natural de la luna. Aparece la luz de la luna cuando se llevan a Tulio para ejecutarlo; la luna símbolo de la muerte ilumina el cuarto con su “mortecina claridad lunar”. Es el momento en que Tomás descubre que a Tulio lo van a matar, la aparición de la violencia en su vida de fantasía es personificada por la luna.
Música y Sonido: Más Allá de la Realidad
La música y los efectos sonoros cumplen una función muy similar. La música, ya que la obra comienza y acaba con Guillermo Tell, de Rossini. Esta música, al comienzo, crea el ambiente adecuado para la presentación de una alucinación; mientras que al final deja el camino abierto a la esperanza y a la aparición de nuevas situaciones que afectan al espectador. La celda se transforma de nuevo en la hermosa habitación de una Fundación, lista para acoger a nuevos inquilinos, un nuevo espacio soñado en el que será el espectador el que tenga que decidir si seguir en la fundación o luchar por encontrar la verdad.
El Trasfondo Histórico de La Fundación
La Fundación se estrenó en los últimos momentos de la dictadura franquista, en 1974, cuando todavía era legal en España la pena de muerte. Otras situaciones de violencia propias del contexto histórico son la tortura, el hambre y los crímenes. El propio Buero Vallejo estuvo condenado a muerte tras acabar la Guerra Civil en 1939, pero su pena fue conmutada por treinta años de cárcel, de los cuales solo cumplió seis.
La Fundación: Símbolo de un Mundo Imperfecto
En su condición de tragedia de nuestro tiempo, La Fundación analiza una sociedad y un mundo con los que el autor no está conforme. La trascendencia de esta obra se halla en que la Fundación es un símbolo que pretende representar cómo nuestro mundo y nuestra sociedad producen la anulación de la personalidad individual y la ceguera mental. Tras una Fundación, siempre habrá otra.
La Censura y la Ambigüedad Espacial
La ausencia de una localización espacio-temporal concreta (“un país indeterminado”), es decir, el hecho de que la cárcel y los presos políticos no se vincularan de forma explícita a la España de Franco, fue el argumento más utilizado por los censores para justificar la autorización del texto. La imprecisión era uno de los aspectos más vigilados por ellos, por lo que uno de los recursos más usados por los autores fue el de localizar la acción en países lejanos o imaginarios, así como extranjerizar los nombres de los personajes.
Tortura, Traición y Hambre
Buero muestra el mundo de la tortura, tanto en la dictadura franquista como en el planeta. Se plantean dos escapatorias ante ella: la traición (como la de Tomás) y el suicidio (como el de Asel). El espectador-lector se conmueve cuando descubre que Tomás ha sido torturado y ha delatado a sus compañeros, que han sido enviados a la cárcel. Comparte la visión del protagonista por lo que acaba perdonándole. Los compañeros de celda también lo perdonan. Sin embargo, la reacción ante Max, el otro delator, es de rechazo por haber traicionado a cambio de pequeñas comodidades. En una época de racionamiento de la comida y de pobreza, el lujo subraya la austeridad carcelaria reinante en ese momento. El suicidio de Asel se considera como un sacrificio altruista, no de cobardía.
Respecto al tema del hambre, Buero concede importancia a la alimentación como fuente de salud física y mental, puesto que los personajes utilizan la muerte del Hombre de su celda para comerse su ración de comida. A su vez, la recuperación de Tomás se produce por esa ligera “sobrealimentación”.