La Fundación de Buero Vallejo: Solidaridad y Esperanza en la Adversidad
Enviado por Chuletator online y clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 6,8 KB
Después de unos años en prisión, en 1946, se concede a Antonio Buero Vallejo, autor de La Fundación, la libertad condicional, tras la conmutación de la pena de muerte. Al salir de prisión, el autor se encuentra con un pueblo oprimido, recién salido de una Guerra Civil e inmerso en una posguerra endurecida por una dictadura. En La Fundación, refleja en los personajes y la trama una amarga crítica, aunque llena de esperanza, del mundo injusto y egoísta en el que se encuentra Buero. Lejos de acercarse al mundo existente de la época, lleno de violencia, humillación, injusticia, impotencia y miedo, Buero apuesta por un mundo más libre y solidario, que no surgiría de la violencia, sino del ingenio y la compasión del ser humano.
La Fundación es una obra teatral que insta a una crítica y denuncia constante a la tortura, a la pena de muerte, a la violencia y la crueldad humana. El primer reflejo de este mundo injusto es el hecho de que los prisioneros están encarcelados y condenados a muerte por sus ideologías políticas (presos políticos), y no por sus hechos.
Los personajes de la obra representan los comportamientos de los seres humanos en una situación límite, tras ser torturados y estar hambrientos. Para ellos, la encarcelación es una muerte continua, pues viven con la agonía de no saber cuándo será la hora de su muerte. Conocen la tortura, el encierro, la humillación, la violencia, la impotencia y el miedo, pero luchan para no ceder al odio y el rencor. Saben que es el único camino para preservar su dignidad. Esto destaca en la obra, pues dadas las circunstancias en las que viven, lo último que suele aparecer es la solidaridad.
La violencia y la crueldad se ven representadas en los militares y oficiales de la cárcel-fundación, quienes luchan por exterminar y torturar a sus semejantes por causas religiosas o políticas. Asimismo, la traición de Max tiene el exponente de egoísmo en la obra, pues vende a sus compañeros a cambio de su propio bienestar sin tener sentimiento de culpa alguno. Max representa la actitud del traidor, despreciado tanto por sus compañeros como por los torturadores. Frente a la crueldad y el egoísmo humano, los presos actúan como un grupo y destacan valores como la amistad, la solidaridad y el compañerismo. Buero antepone la integridad moral a la traición.
El optimismo reflejado en la obra está inspirado en una vivencia del autor, quien afirma que durante su estancia en el campo de concentración de Soneja, donde se dormía al aire libre, un compañero compartió su manta con él, soportando la lluvia y las bajas temperaturas de la noche. Este gesto inspiró al autor a plasmar en la obra que, incluso en las circunstancias más dramáticas, donde la muerte acecha y el hambre, el frío y los malos tratos se ensañan, la solidaridad se manifiesta.
Se puede afirmar que los personajes de La Fundación son el pilar que refleja la amistad y la solidaridad a lo largo de la trama.
Al principio de la obra, vemos que los compañeros de Tomás actúan para representar que forman parte de la fundación imaginaria de Tomás y así evitar que sufra más por su locura. Con todo, Tulio y Lino se ven más reacios a seguirle la corriente, aunque Asel cree que es mejor seguirle la corriente en acciones como “la foto en grupo” para que Tomás mejore. En general, vemos que todos intentan que Tomás vuelva a la cordura, cada uno a su manera, aunque lo más normal, dada la situación, es que no les importara nada.
Aunque Tulio es, en un principio, caracterizado por su hosquedad y se nos presenta con una primera impresión engañosa, acaba siendo el que en mayor grado se identifica con Tomás. No desea el sufrimiento que supondría a este personaje afrontar la realidad.
Por otro lado, también debemos comentar la acción de solidaridad que tienen todos sus compañeros con Tomás al inicio de la obra. El racionamiento extra que les dan por la persona muerta que tienen dentro de la celda, se lo reparten diariamente, y normalmente le dan el extra a Tomás (aun estando muriéndose de hambre).
Centrándonos de nuevo en el personaje de Asel, podemos afirmar que este es el máximo exponente de solidaridad en la obra, a pesar de confesar haber delatado a sus compañeros en el pasado.
Un reflejo de solidaridad en las acciones de Asel se encuentra en el pasaje en el cual se da cuenta de que para él no habrá posibilidad de fuga, pues Max lo ha delatado. No obstante, Lino y Tomás siguen teniendo una oportunidad, por lo que decide poner en conocimiento de Lino el plan de evasión que había trazado para que puedan escapar.
Otro reflejo del sentimiento de amistad en Asel se da cuando afirma sentir remordimiento por sus acciones del pasado, lo cual da a entender que le importan sus compañeros. Cuando los carceleros aparecen en la celda para llevarse a Asel y torturarlo para que explique el plan de fuga, decide suicidarse, punto con mayor tensión dramática de la obra, para no hablar y hacer posible la fuga de sus compañeros. Con anterioridad, Asel ya había delatado, pero esta vez decide hacer lo correcto, puesto que si no, sabe que volverá a delatar. Así da la esperanza a Tomás y Lino de escaparse.
Además de los personajes centrales del drama, hay otros aludidos, que introducen el tema de la solidaridad humana. Son los compañeros que se arriesgan para que desde el sótano puedan excavar el túnel hacia la libertad, o los barrenderos de la galería que dispersan la tierra excavada, “porque son compañeros”. O el cojo de la celda de enfrente que descubre al egoísta traidor, o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan. Esa colectividad que está en el fondo se hará presente en escena cuando un “coro de voces”, según dice la acotación, grite al unísono “asesinos”, como última despedida a Asel. Al mismo tiempo, comprendemos que la situación que afecta a los cinco protagonistas trasciende sus casos personales y se convierte en testimonio de una represión generalizada.
Con todo, vemos que la trama de La Fundación es una máscara tras la cual se esconde la verdadera y amarga crítica que el autor hace sobre el mundo injusto en el que se halla, con la tortura y la pena de muerte como eje central. A través de elementos teatrales como los personajes, Buero consigue representar los comportamientos de los seres humanos en situaciones límite. Situaciones que trascienden de los casos personales de los presos principales y se convierten en testimonio de una represión generalizada. Una represión que el autor pretendía poner en el punto de mira.
Sin embargo, Buero cree en la bondad frente a la crueldad humana y es por ello que los presos centrales del drama actúan como un grupo y destacan valores como la amistad, la solidaridad y el compañerismo.