La Fundación de Buero Vallejo: Simbolismo, Realidad y Recursos Dramáticos

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La Fundación (1974) fue la última obra de Antonio Buero Vallejo estrenada durante el régimen de Franco. Esta pieza teatral contiene numerosos elementos autobiográficos, dado que Buero, al finalizar la Guerra Civil, militó durante un tiempo en el Partido Comunista y estuvo encarcelado desde 1939 hasta 1946, llegando incluso a ser condenado a muerte.

La obra se estructura como una fábula en dos partes que explora el eterno problema de la realidad y la ficción. Esta ficción surge del rechazo del mundo, manifestado en este caso a través del trastorno mental del protagonista. El enfrentamiento entre realidad y ficción, y la paulatina reducción de esta en beneficio de la verdad, constituyen la clave formal sobre la que se desarrolla este drama.

Técnicamente, lo más llamativo de esta obra es el empleo del llamado efecto de inmersión: el espectador percibe la realidad a través de la mirada de Tomás, el protagonista.

Técnicas y Recursos Dramáticos en La Fundación

Las acotaciones resultan un elemento clave en el teatro de Buero Vallejo, ya que sus obras están destinadas más a la puesta en escena que a la lectura. Además, proporcionan información detallada sobre los siguientes aspectos:

  • El Espacio Escénico

    La Fundación, en la primera parte de la obra, se describe como una "vivienda funcional", dominada por un gran ventanal desde el que se contempla un "maravilloso paisaje". A pesar de la presencia de electrodomésticos (nevera, televisor, teléfono), el mobiliario (estanterías "de finas maderas", "cinco acogedores silloncitos" y una cama "de línea moderna"), las figuras decorativas, los libros y el menaje exquisito (finas cristalerías, vajillas, cubiertos plateados, finos manteles), ya se aprecian algunos elementos discordantes: la sensación de angostura, los muros grises, el suelo de cemento, una taquilla de hierro de aspecto pobre, seis talegos y tres bultos recubiertos con arpillera.

    En la segunda parte (primera acotación: p. 99), desaparecen los elementos asociados al lujo y al confort (los silloncitos, los muebles de finas maderas, el menaje, los electrodomésticos). En la acotación del segundo cuadro, el ventanal y todo el mobiliario desaparecen por completo, manteniéndose solo la cortina que oculta el retrete. Finalmente, en la acotación de la página 142, la celda se describe con toda su crudeza cuando se eleva la cortina para mostrar el rincón que permanecía oculto, "sucio y con costras de humedad", donde "no hay más que un retrete".

  • La Música

    La obra comienza y acaba con la obertura de Guillermo Tell de Rossini. Esta música, al inicio, crea el ambiente adecuado para la presentación de una alucinación, mientras que al final abre el camino a la esperanza y a la aparición de nuevas situaciones que interpelan al espectador.

  • La Pintura

    La pintura tiene como finalidad sugerir al espectador que algo inusual está ocurriendo, al producirse hechos inexplicables e incongruentes (como que Tomás lea a Terborch en lugar de Vermeer, o que no encuentre su cajetilla de tabaco), elementos que marcan el proceso de "recuperación" de Tomás.

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