La Fundación de Buero Vallejo: Represión, Alienación y la Condición Humana

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Contexto Histórico y Social de La Fundación

La obra La Fundación se estrenó en 1974. En ese año, en España, la pena de muerte aún era legal y se aplicaba; por lo tanto, el primer espectador estaba más acostumbrado a esas situaciones —aunque quizá menos habituado que nosotros a verlas representadas en la ficción. Otras situaciones de violencia propias del contexto histórico de nuestro país en ese periodo eran la tortura, el hambre y los crímenes.

La Obra como Símbolo de Alienación

En su condición de tragedia de nuestro tiempo, La Fundación analiza una sociedad y un mundo con los que el autor no está conforme. Precisamente, la trascendencia de esta obra, y lo que la hace relevante hoy, reside en que La Fundación simboliza cómo nuestro mundo y sociedad anulan la personalidad individual, provocan ceguera mental y generan alienación. Lo más grave y lo más trágico es que tras esta Fundación siempre habrá otra.

Censura y Estrategias Narrativas

La ausencia de una localización espaciotemporal concreta (un país imaginario), es decir, el hecho de que la cárcel y los presos políticos no se vincularan de forma explícita a la España de Franco, fue el argumento más esgrimido por los censores para justificar la autorización del texto. La imprecisión era uno de los aspectos más celosamente vigilados por los censores, por lo que uno de los recursos más usados por los autores fue el de localizar la acción en países lejanos o imaginarios, así como extranjerizar los nombres de los personajes.

La Tortura como Límite de la Existencia Humana

Dentro de ese ficticio país, Buero muestra el mundo de la tortura, no solo como una situación histórica presente en el franquismo, sino, más radicalmente, como una situación límite de la existencia humana. Su propósito no es atacarla o defenderla, sino sacudir las raíces de nuestra percepción del mundo. A través de obras como esta, el mundo de la tortura se incluye en el nuestro y nos conmueve como si lo hubiéramos vivido.

Tomás y Max: Dos Caras de la Delación

Sabemos de la tortura cuando se nos informa de que Tomás ha sido torturado y ha delatado a sus compañeros, quienes son enviados a la cárcel. También somos conscientes del rechazo de Tomás hacia su propio comportamiento, que lo ha llevado a perder la razón. La posición del espectador, tan emparentada con la de Tomás, debe ser de clemencia hacia el delator. El propio Buero también adopta esa actitud cuando aseguraba: «¡Cualquiera sabe, si a uno le aprietan, lo que es capaz de hacer!»

Sin embargo, ante Max y su traición, la reacción del espectador es diferente y mucho más compleja. Sabemos que Max traiciona a sus compañeros a cambio de compensaciones materiales ínfimas (comida y otras comodidades). Su delación provoca la reacción violenta y descontrolada de Lino. La diferencia en la percepción de un delator (Tomás) y otro (Max) radica, sin duda, en si la delación se produjo bajo la presión de la tortura o por soborno con recompensas materiales. La fantasía de comer exquisiteces —el simple hecho de saciarse y no racionar la comida— era un lujo impensable que subraya la extrema austeridad carcelaria de la época.

El Hambre y la Degradación Humana

Respecto al tema del hambre, Buero sí concede importancia a la alimentación como fuente de salud física y mental —al fin y al cabo, parte de la recuperación de Tomás se debe a una cierta «sobrealimentación»—, pero condena la avaricia de Max. La recuperación de Tomás proviene de la comida de un preso muerto por inanición, y el hambre provoca otras situaciones indignas, como el hecho de que los compañeros no avisen de la muerte para apropiarse durante unos días del rancho del cadáver.

Vías de Escape: Delación y Suicidio

La tortura resulta insufrible para cualquiera. Para escapar de ella solo existen dos vías: delatar a los compañeros, como hizo Tomás, o suicidarse (la opción de Asel). Todos los presos saben lo irresistible que resulta el dolor. Por eso perdonan al traidor, e incluso lo ayudan a recuperarse de su demencia, producto del trauma y sus remordimientos. Por otra parte, el suicidio de Asel no se considera un acto de cobardía, sino un sacrificio altruista.

Violencia y Crueldad: Una Distinción Crucial

El problema de la tortura pone de relieve un problema aún mayor: la distinción entre violencia y crueldad, que se manifiesta en un momento clave de la obra y determina actitudes y reacciones de los personajes, implicando directamente al espectador. Este se evidencia cuando Tomás, reprochando la conducta de Lino —quien en un ataque de ira ha matado a Max—, asegura: «Si no acertamos a separar la violencia de la crueldad, seremos aplastados».

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