La Fundación de Antonio Buero Vallejo: Un análisis de la obra teatral

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Innovación técnica en una obra reivindicativa: *La Fundación*

Introducción

La Fundación es una obra de teatro de Antonio Buero Vallejo, escrita en 1973 y estrenada en 1974. La obra insta a una crítica y denuncia constante a la tortura, el régimen y la pena de muerte, y representa una tragedia abierta a la esperanza. Dada la postura política que defendía el autor ante la Guerra Civil española, la de los perdedores, podríamos pensar que esta obra sería poco innovadora e informal. Sin embargo, La Fundación destaca por intentar ser muy crítica y ser completamente vanguardista en elementos formales y estructurales.

Estructura

La obra presenta una estructura innovadora, puesto que no sigue la división tradicional en los tres actos (presentación, nudo y desenlace), sino que se divide en dos partes que corresponden a la evolución de la locura de Tomás y su “curación”. A su vez, cada parte se divide en dos más, numeradas con números romanos.

*In media res*

Por otro lado, otra innovación que se introduce es la técnica *in media res*, una técnica que en esa época pocas obras utilizaban (y menos piezas teatrales). La Fundación se inicia con el lector-espectador ingresando en la obra en medio del argumento y sin ningún tipo de introducción ni presentación de los personajes o de la acción. Gracias a las retrospecciones que Buero incluye más adelante en la obra, el lector-espectador identifica que, a priori del inicio, ya habían ocurrido ciertos acontecimientos, como la idealización del plan de fuga de Asel, Tomás siendo torturado y delatando a sus compañeros, etc. No obstante, el inicio de la obra no es el único momento en el que se emplea esta técnica, sino que el segundo cuadro de la primera parte también da pie a una escena *in media res*. Esta empieza cuando Tomás y Asel comentan un libro pictórico y nos da la sensación de que ya llevaban rato haciéndolo. En ambos casos, el lector-espectador se acaba percatando de la estructura *in media res* gracias a la técnica de inmersión y a las acotaciones.

Acotaciones

En La Fundación las acotaciones tienen un gran protagonismo, puesto que aparecen clasificadas en dos tipos distintos. Las largas acotaciones de situación describen la escenografía con extraordinario detalle (objetos, muebles, aspecto del escenario, iluminación, ropas...) y las acotaciones técnicas marcan el movimiento escénico de los personajes (van entre paréntesis y en cursiva).

Las largas acotaciones y su minuciosidad en la descripción tienen que ver con la necesidad de explicar los procedimientos y los elementos que permiten los llamados “efectos de inmersión”. Las acotaciones son fundamentales para entender el desarrollo de la obra y, a su vez, la evolución de la mente de Tomás. Dejan ver la presencia y posterior ausencia de elementos que explican el paso desde la supuesta fundación hasta la cárcel real, y suministran poco a poco datos sobre la psicología de los personajes. Por ejemplo, las acotaciones iniciales del primer cuadro son extremadamente largas (más de una página) porque describen la fundación con elementos que no son propios de una residencia, como las taquillas de hierro o el suelo de cemento. Con ello, se debe interpretar que el proceso de transformación de la mente de Tomás ya se ha producido anteriormente, pues se describen cosas propias de una cárcel.

Inmersión

Con relación a lo anteriormente citado, debemos presentar el efecto inmersión como la característica más importante del conjunto de la trama teatral. Esta técnica tiene la finalidad de hacer ver al público (o al lector) la realidad a través de la mirada de un personaje, en este caso, Tomás. El espectador comparte en todo momento la perspectiva del mundo de Tomás, y la historia se va suministrando con la misma lentitud con que Tomás recupera la cordura.

Con el efecto inmersión, Buero pretende que el espectador viva el regreso desde el mundo idílico de la Fundación al mundo de la prisión, la delación, la tortura y la muerte. Para conseguirlo, el autor se ayuda de la escenografía, puesto que es la proyección de lo que Tomás ve, quedando el espectador al mismo nivel que el personaje autoengañado. Cuando la transformación escénica termina, el lector-espectador se encuentra en la celda de una cárcel. Cree haber despertado de un sueño coherente, pero cae en una pesadilla no menos coherente. Se experimenta el terrible proceso que supone el paso de la visión enajenada, pero hermosa, de la realidad, a una visión lúcida, pero terrible.

También debemos comentar que la estructura por sí misma tiene significado, y ese se acentúa con el uso de las técnicas de estructura circular y el final abierto.

Estructura circular

La Fundación tiene una estructura circular, es decir, aquella dada cuando a través de la repetición se presenta una misma acción que inicia y finaliza la obra, creando la ilusión de un círculo infinito. Esta ilusión se consigue mostrar a través de distintos recursos, como por ejemplo la música y el paisaje. En esta obra, *La pastoral de Guillermo Tell* de Rossini es la pieza musical que suena como apertura y cierre de la obra, y su uso no es casual, ya que el paisaje descrito en ella es muy semejante al que Tomás cree ver por la ventana. Además, el hecho de que vuelva a sonar al final, cuando otros inquilinos ocupan la fundación, también es significativo; da la esperanza de que los nuevos inquilinos tengan la posibilidad de alcanzar lo que Tomás y sus compañeros no pudieron (o sí): la libertad.

También, para dar la ilusión de bucle, el autor juega con la escenografía; la imagen inicial de la idealización de Tomás de la fundación vuelve a aparecer al final de la obra. El escenario sufre cambios, se entrevé de nuevo el televisor, la librería, el teléfono reaparece… Con todo, Buero plantea la teoría del eterno retorno, siguiendo la concepción de Nietzsche.

Esta ilusión de bucle se suele escribir en situaciones de guerra y posguerra, ya que se percibe un mundo donde las cosas no parecen mejorar. Sin embargo, con el final abierto de la pieza se da la esperanza de que todo vuelva a suceder.

Final abierto

El final de la obra teatral se clasifica de abierto, puesto que no se determina si los personajes que quedan vivos al final de la obra (Tomás y Lino) son llamados a declarar, y de ahí a la celda de castigo donde tienen una opción de escapar, o si serán ajusticiados como creemos que ha sido Tulio.

Esta técnica dota a la estructura de especialidad. Es un desenlace abierto que significa a la vez pesimismo y esperanza, en el cual el autor intenta prolongar la reflexión de la obra y deja en manos del lector-espectador el derecho de decidir qué sucederá con Tomás y Lino, sabiendo que todo está dispuesto para que la tragedia vuelva a empezar (estructura circular). Tal y como señala el propio dramaturgo, en este final está la clave de la lección ética y social de la obra; se busca la reacción, la respuesta de encontrar un esfuerzo de superación moral y una voluntad de caminar hacia un mundo mejor.

Censura y tremendismo

Finalmente, debemos mencionar que, dada la época de publicación de esta obra, el autor tuvo que pensar cada palabra que apareciera para esquivar la censura franquista que existía entonces. Buero tuvo que ajustar y modificar la crítica que quería transmitir, dándole un carácter más simbólico y general. Por ejemplo, renunció a la identificación de un espacio y tiempo concreto para que no se le identificara con la posguerra civil española.

Al mismo tiempo, para evadir la censura, el autor introdujo ciertas técnicas literarias como el tremendismo. Este es un movimiento muy vinculado a la tragedia y se usa para hacer una crítica. Se caracteriza por ofrecer una visión degradante de la vida y el hombre, por la dureza y crudeza en la presentación de la trama, por las escenas y situaciones violentas y duras, y por los personajes que acostumbran a tener algún problema, ya sea físico, psíquico, etc. En La Fundación vemos este movimiento reflejado en Tomás, un personaje con problemas psíquicos, en la inicial situación en que los presos conviven con un muerto para sobrevivir, el suicidio de Asel, el asesinato de Max y la estructura que da a pensar que todo volverá a suceder.

La obra de La Fundación es una tragedia, independientemente del final y de no tener las características típicas de este género. El final abierto hace distar el final de la obra de los finales recurrentes en las tragedias, donde comúnmente el héroe muere. Para el autor, la tragedia tiene un carácter abierto, en cierto modo optimista, y desde luego, esperanzado. Es por ello que al final de la obra se incentiva al espectador a dudar, y si el lector-espectador decide que el final acaba bien, se le denomina tragedia esperanzadora.

En conclusión, podríamos decir que en La Fundación, Antonio Buero Vallejo buscaba defender, reflejar la realidad y denunciar la injusticia y desigualdad social de la época, a la vez que implementa numerosas innovaciones técnicas, estructurales y literarias. Esta obra se caracteriza por la impresionante crítica escondida detrás de la página y por el uso de técnicas vanguardistas como la técnica *in media res*, la estructura circular, el final abierto, la técnica de inmersión, la innovación en la estructura y las acotaciones. Consecuentemente, estas innovaciones dotan la estructura de cuerpo propio y juegan un papel imprescindible en la calidad de esta obra.

El posibilismo de Buero Vallejo: Un teatro de resistencia contra la censura franquista

Cuando Buero empezó su carrera como dramaturgo, se encontró con un panorama español muy dificultoso, ya que eran unos tiempos de dictadura. Con su teatro quería “abrir los ojos” a la sociedad y “criticar y avivar conciencias”. Pero crear un teatro así durante la posguerra era muy complicado y con muchas limitaciones, sobre todo porque ningún proyecto cultural de este tipo veía la luz sin ser aprobado por la censura, cuya cosa era muy difícil o prácticamente imposible.

Frente a él, solo tenía la posibilidad de callarse o irse. Buero no deseaba el exilio que le permitiría expresarse libremente, ni tampoco estaba dispuesto a traicionar sus ideales y asociarse al franquismo, ya que la censura era un conjunto de medidas dirigidas a limitar la libertad de expresión y opinión. Únicamente le quedaba enfrentarse a las dificultades de la situación política y a la censura para poder estrenar su teatro.

Por eso surge su defensa del “posibilismo”, la construcción de un teatro que intenta que se escriba con la mayor libertad, sorteando la censura, ya que era mejor hacer un teatro posible que uno imposible que se encontrara las puertas del estreno cerradas. Ajustó el mensaje que quería transmitir a las exigencias de la censura, recurriendo al simbolismo y a la reflexión histórica. Era eso o el “imposibilismo”, que defendía que el autor debía expresar lo que pensaba o sentía, aunque ello implicara la censura de sus obras. Muchos de sus compañeros de profesión lo acusaron de cobarde. Aun así, consiguió dar continuidad a la literatura española del bando de los perdedores, llena de sentimiento, reflexión y dolor, a diferencia de estos que lo criticaron, ya que al optar por el “imposibilismo” la censura les cerró las puertas.

El posibilismo es situar una obra en el siglo XVII, situarla en otro país o no ponerle localización concreta o espacio-temporal, en vez de ponerla en España. Como en La Fundación, que vemos que no tiene ni localización espacial, ni temporal. También implica recurrir a estrategias como añadir grandes barbaridades que sabemos seguro serán eliminadas por la censura, para que dejaran lo que él de verdad quería decir en la obra. Es uno de entre todos los métodos que usó Buero para esquivar la censura y poder publicar la obra.

Buero describe la obra como una ‘fábula’, su subtítulo. Estas solían estar representadas por animales y, aunque no es el caso, una fábula es un elemento de ficción donde a través de la situación ficticia se saca una moraleja, el mensaje que Buero quería dar con la obra, la crítica a la sociedad. Plantea al espectador un choque entre realidad y ficción, que se resuelve paulatinamente a favor de la verdad.

La referencia a las torturas por parte de los carceleros, las crueldades y delaciones entre sí de los encarcelados son, desgraciadamente, patrimonio general de la humanidad. Otra razón por la cual no podían censurar la obra, aunque se determinó que en caso de representarla se tendrían que controlar los símbolos en los uniformes de los carceleros y presos para no identificar ninguno del régimen. Otro truco que permitió a La Fundación no ser censurada, fue que el protagonista, Tomás, estaba loco. De esta manera, debido al efecto inmersión y que todo lo veíamos desde sus ojos, Buero podía justificar que las palabras de un loco no deben ser tomadas en serio. En ocasiones, se llega a hablar directamente de injusticias, asesinos y crueldades. Para poder evitar que censuraran ese párrafo, al final de este añadió que el personaje que hablaba dijera que quizás en otra vida él podría haber sido verdugo.

Se suprimieron fragmentos en algunas páginas, y la obra pasó a ser leída por el Pleno de la Junta de Censura, debido tanto al texto en sí, como al hecho de que en él se hablara de una cárcel con presos políticos, ya que conocían la política de su autor, pero gracias a no indicar localización, estos hechos no se pudieron vincular con la España de Franco. La Junta ya tenía retenida y prohibida al autor alguna obra. Las obras autorizadas por la censura de este dramaturgo, el cual era especialmente hábil para burlarla, fueron *El sueño de la razón* y *La Fundación*, pero estas tuvieron un proceso más complicado.

La actitud de los censores hacia Buero Vallejo estuvo llena de contradicciones, pues si, de una parte, les molestó tanto su talante personal como el carácter crítico de su obra, de otra reconocen la calidad de la misma. En ocasiones se refirieron a él como “el más considerable autor de los autores españoles contemporáneos” e intentaron apropiarse de algún modo del prestigio ganado por el dramaturgo a pesar del régimen, como podemos observar en estos comentarios hechos por algunos de ellos: “Es uno de nuestros grandes dramaturgos, con fama mundial. Hay que guardarle consideración”, así como “se trata de uno de nuestros mejores dramaturgos que tenemos para presumir por el mundo”.

En conclusión, podemos decir que esta obra es el máximo ejemplo de posibilismo español, y gracias a que fue empleado por Buero a la hora de redactar La Fundación, permitió que fuera publicada y representada en los teatros, y así expresar su queja social. Todo esto gracias al gran talento de Buero para burlar la censura, ya que sabía exactamente qué palabras usar y cuáles no, juntamente con el hecho de que la obra fue clasificada como fábula, no fue localizada en el espacio-tiempo, el protagonista principal está loco y no olvidemos que era un autor reconocido internacionalmente. La combinación de estos factores cedió a la aprobación y admiración de muchos de los censores.

Valores humanos en un contexto de injusticia: Amistad y solidaridad en *La Fundación*

Después de unos años en prisión, en 1946, se concede a Antonio Buero Vallejo, autor de La Fundación, la libertad condicional, tras la conmutación de la pena de muerte. Al salir de prisión, el autor se encuentra con un pueblo oprimido recién salido de una Guerra Civil e inmerso en una posguerra endurecida por una dictadura. En La Fundación refleja en los personajes y la trama una amarga crítica, aunque llena de esperanza, del mundo injusto y egoísta en el que se encuentra Buero. Lejos de acercarse al mundo existente de la época, lleno de violencia, humillación, injusticia, impotencia y miedo, Buero apuesta por un mundo más libre y solidario, que no surgiría de la violencia, sino del ingenio y la compasión del ser humano.

La Fundación es una obra teatral que insta a una crítica y denuncia constante a la tortura, a la pena de muerte, a la violencia y la crueldad humana. El primer reflejo de este mundo injusto es el hecho de que los prisioneros están encarcelados y condenados a muerte por sus ideologías políticas (presos políticos), y no por sus hechos.

Los personajes de la obra representan los comportamientos de los seres humanos en una situación límite, tras ser torturados y estar hambrientos. Para ellos la encarcelación es una muerte continua, pues viven con la agonía de no saber cuándo será la hora de su muerte. Conocen la tortura, el encierro, la humillación, la violencia, la impotencia y el miedo, pero luchan para no ceder al odio y el rencor. Saben que es el único camino para preservar su dignidad. Esto destaca en la obra, pues dadas las circunstancias en las que viven, lo último que suele aparecer es la solidaridad.

La violencia y la crueldad se ven representadas en los militares y oficiales de la cárcel-fundación, quienes luchan por exterminar y torturar a sus semejantes por causas religiosas o políticas. Asimismo, la traición de Max tiene el exponente de egoísmo en la obra, pues vende a sus compañeros a cambio de su propio bienestar sin tener sentimiento de culpa alguno. Max representa la actitud del traidor, despreciado tanto por sus compañeros como por los torturadores. Frente a la crueldad y el egoísmo humano, los presos actúan como un grupo y destacan valores como la amistad, la solidaridad y el compañerismo. Buero antepone la integridad moral a la traición.

El optimismo reflejado en la obra está inspirado en una vivencia del autor, quien afirma que durante su estancia en el campo de concentración de Soneja, donde se dormía al aire libre, un compañero compartió su manta con él, soportando la lluvia y las bajas temperaturas de la noche. Este gesto inspiró al autor a plasmar en la obra que, incluso en las circunstancias más dramáticas, donde la muerte acecha y el hambre, el frío y los malos tratos se ensañan, la solidaridad se manifiesta.

Se puede afirmar que los personajes de La Fundación son el pilar que refleja la amistad y la solidaridad a lo largo de la trama.

Al principio de la obra, vemos que los compañeros de Tomás actúan para representar que forman parte de la fundación imaginaria de Tomás y así evitar que sufra más por su locura. Con todo, Tulio y Lino se ven más reacios a seguirle la corriente, aunque Asel cree que es mejor seguirle la corriente en acciones como “la foto en grupo” para que Tomás mejore. En general, vemos que todos intentan que Tomás vuelva a la cordura, cada uno a su manera, aunque lo más normal dada la situación es que no les importara nada.

Aunque Tulio es, en un principio, caracterizado por su hosquedad y se nos presenta con una primera impresión engañosa, acaba siendo el que en mayor grado se identifica con Tomás. No desea el sufrimiento que supondría a este personaje afrontar la realidad.

Por otro lado, también debemos comentar la acción de solidaridad que tienen todos sus compañeros con Tomás al inicio de la obra. El racionamiento extra que les dan por la persona muerta que tienen dentro de la celda, se lo reparten diariamente, y normalmente le dan el extra a Tomás (aun estando muriéndose de hambre).

Centrándonos de nuevo en el personaje de Asel, podemos afirmar que este es el máximo exponente de solidaridad en la obra, a pesar de confesar haber delatado a sus compañeros en el pasado. Un reflejo de solidaridad en las acciones de Asel se encuentra en el pasaje en el cual se da cuenta de que para él no habrá posibilidad de fuga, pues Max lo ha delatado. No obstante, Lino y Tomás siguen teniendo una oportunidad, por lo que decide poner en conocimiento de Lino el plan de evasión que había trazado para que puedan escapar.

Otro reflejo del sentimiento de amistad en Asel se da cuando afirma sentir remordimiento por sus acciones del pasado, lo cual da a entender que le importan sus compañeros. Cuando los carceleros aparecen en la celda para llevarse a Asel y torturarlo para que explique el plan de fuga, decide suicidarse, punto con mayor tensión dramática de la obra, para no hablar y hacer posible la fuga de sus compañeros. Con anterioridad Asel ya había delatado, pero esta vez decide hacer lo correcto, puesto que, si no, sabe que volverá a delatar. Así da la esperanza a Tomás y Lino de escaparse.

Además de los personajes centrales del drama, hay otros aludidos, que introducen el tema de la solidaridad humana. Son los compañeros que se arriesgan para que desde el sótano puedan excavar el túnel hacia la libertad, o los barrenderos de la galería que dispersan la tierra excavada, “porque son compañeros”. O el cojo de la celda de enfrente que descubre al egoísta traidor, o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan. Esa colectividad que está en el fondo se hará presente en escena cuando un “coro de voces”, según dice la acotación, grite al unísono “asesinos”, como última despedida a Asel. Al mismo tiempo, comprendemos que la situación que afecta a los cinco protagonistas trasciende sus casos personales y se convierte en testimonio de una represión generalizada.

Con todo, vemos que la trama de La Fundación es una máscara tras la cual se esconde la verdadera y amarga crítica que el autor hace sobre el mundo injusto en el que se halla, con la tortura y a la pena de muerte como eje central. A través de elementos teatrales como los personajes, Buero consigue representar los comportamientos de los seres humanos en situaciones límite. Situaciones que trascienden de los casos personales de los presos principales y se convierten en testimonio de una represión generalizada. Una represión que el autor pretendía poner en el punto de mira.

Sin embargo, Buero cree en la bondad frente a la crueldad humana y es por ello que los presos centrales del drama actúan como un grupo y destacan valores como la amistad, la solidaridad y el compañerismo.

La representación de la crueldad, la violencia y la muerte en *La Fundación*

Con el ascenso al poder de Franco después del fin de la Guerra Civil española en 1939, vinieron casi cuatro décadas de violaciones de derechos humanos. Con el tiempo, la tiranía de Franco se intensificó y el régimen abusó de otros derechos humanos. Algunos de los delitos contra los derechos fueron: desapariciones forzadas, delitos sexuales, ejecuciones sumarias, encarcelamientos arbitrarios, trabajos forzados, persecución por motivos políticos y religiosos, entre muchos más.

La Fundación es un alegato contra la violencia, la crueldad, la tortura y la represión. Buero condena expresamente el uso de la violencia como recurso del poder frente a la razón y la voluntad. Se debe luchar contra lo establecido que causa la alienación, pero evitando la violencia gratuita. En esta obra se habla de esta masacre a los derechos humanos, ya que los presos políticos fueron condenados por sus ideologías, no habían cometido ningún crimen, y las cárceles se vaciaron de asesinos y violadores.

Tomás y sus compañeros son víctimas de la violencia en sus distintas manifestaciones: la tortura, el hambre y las matanzas. La crueldad y la violencia muchas veces están representadas en los militares y oficiales de la cárcel-fundación y en el destino de los personajes de la obra.

Una de estas manifestaciones es la tortura, la cual resulta insufrible para cualquiera. Se entiende que la mayoría había pasado por interrogatorios, los cuales se diferencian muy poco de las ejecuciones, ya que muchos morían. Incluso se consideraba mejor la muerte por fusilamiento. La palabra interrogatorio no sale en ningún lado, pero hay dos personajes, Asel y Tomás, que dicen ser delatores, haciéndonos entender el porqué. Para escaparse de la tortura únicamente existen dos vías: delatar a los compañeros, como hizo Tomás, que se nos explica que en el pasado, al ser detenido, fue torturado y acabó delatando, o suicidarse, la opción de Asel. Este lo hizo para no tener que ser torturado y evitar delatar a sus compañeros al explicar el plan de fuga que tenían planeado, ya que, como también se nos explica, él ya había sufrido una tortura, había sido delator y sabe que no lo soportará otra vez. Todos los presos saben lo irresistible que resulta el dolor y por eso perdonan al traidor, Tomás, e incluso lo ayudan a recuperarse de su demencia, producto del trauma causado por sus remordimientos. Por esta razón tiene mucha importancia en su papel como justificador de las traiciones que se plantean: la de Tomás, el haber delatado a sus compañeros en el pasado, se perdona por ser causado por la tortura; la traición de Max no, por ser a cambio de obtener privilegios personales, ya que este era un soplón que informaba a los guardias sobre lo que sucedía en la celda a cambio de beneficios propios. Esto nos lleva a pensar en cómo de atroces podían ser las torturas a la que eran sometidos los presos.

Por otra parte, el suicidio de Asel no se considera un acto de cobardía, sino un sacrificio altruista y de valentía, ya que lo hacía para proteger a sus compañeros y mantener a salvo el plan de fuga.

Otra manifestación de la violencia es el hambre, que no únicamente ha causado la muerte por no comer suficiente en uno de los presos, sino que ha dado lugar a situaciones indignas por parte de sus hambrientos compañeros, ya que no dan parte de la muerte para apropiarse, durante unos días, del rancho del cadáver.

Los crímenes también son una manifestación. Una prueba de que la violencia sólo engendra violencia la tenemos en el asesinato de Max a manos de su compañero Lino por haberlos delatado ante los carceleros a cambio de beneficios personales: los propios presos, víctimas de la violencia, se convierten así en verdugos. Sin embargo, a pesar de que Max es el culpable de la muerte de Asel, pues había pasado información a los guardias y estos se lo llevaban a interrogatorio, Tomás sólo condena el crimen de Lino.

Como podemos ver, la muerte está presente desde el principio hasta el final de la obra, ya que al inicio los cinco hombres comparten celda con otro compañero que está muerto. Hacia el final de la obra, tenemos el suicidio de Asel y el asesinato de Max, de los cuales ya hemos hablado. También hay un coro de voces que al unísono gritan “asesinos”.

Asel, en una ocasión, hace referencia a la costumbre humana de exterminar a sus semejantes por causas religiosas o políticas, como era el caso de los presos en la obra, porque estos estaban condenados a muerte y eran torturados debido a sus ideales políticos sin haber cometido ningún crimen, haciendo así una queja a la sociedad.

Las situaciones planteadas en La Fundación parten de una situación real, pues el propio Buero Vallejo estuvo condenado a muerte al terminar la Guerra Civil. Él mismo en numerosas entrevistas ha hablado de otra violencia que lo consumía día a día, y era el hecho de estar esperando a ser ejecutado, una que el estado injustamente puede realizar sobre las personas. Él creía que era lo que más había consumido su vida, se sentía como estar muriendo continuamente. También era violencia la pérdida de humanización en las cárceles, por eso uno de los últimos elementos en perderse al pasarse de fundación a cárcel es la cortina del váter. Para Buero no tener intimidad en una celda con seis personas fue muy duro, ya que era sentirse degradado. Él la muerte la tenía asumida, lo duro son las condiciones de vida del tiempo restante. Cualquier preso político condenado injustamente está muerto psicológicamente, son muertos vivientes.

La mayoría se sienten degradados, ya que les han quitado todos sus derechos, pero como nos muestra que son solidarios y buenos, nos da una esperanza dentro de este mundo tan cruel. La fábula está protagonizada por animales, pero son personas que tienen una vida en condiciones pésimas. El más muerto de todos ellos es Tomás, que se vuelve loco a causa de la presión y el no poder aguantar la realidad.

Relacionándolo con el tremendismo, que se caracteriza por la crudeza en la presentación de la trama, ya que se recurre a situaciones violentas y a la muerte de personajes, podemos ver que cada uno de ellos es dueño de su propia lucha interna y observamos que ninguno conserva todo lo que era anteriormente a la cárcel, que les ha pasado factura. Tomás, el protagonista, se ha refugiado en su imaginación tras haber delatado a otros compañeros e intentado suicidarse, creando una realidad alternativa menos dolorosa. Otro de los personajes, Tulio, está abatido y completamente frustrado por la situación, sacando su actitud más arisca y desagradable. También encontramos a Max y a Lino, a los que la cárcel les hace sacar lo peor de ellos mismos; el primero es partícipe de una gran traición hacia sus compañeros por el simple beneficio propio, y el segundo llegará a sacar su lado más cruel, acabando con la vida de Max al final de la obra. Asel, el personaje restante, es el único que parece sobrellevar mejor la situación, pues no es la primera vez que está en la cárcel y considera que, a pesar de que el mundo exterior sigue aprisionándolo, hay una puerta abierta a la esperanza, ya que está realizando un plan de fuga.

En conclusión, todo esto forma una crítica frente a la pena de muerte y a la violencia que impartía el régimen sobre la sociedad, no solo directamente, sino también indirectamente, ya que, como hemos dicho antes, la violencia engendra violencia. Buero con esta obra quiere denunciar las barbaridades y atrocidades a las que estaba sometida gran parte de la sociedad española y quería hacer conciencia y abrir los ojos para intentar poner un fin a esta, ya que, si bien esta obra es una tragedia, Buero la hace esperanzada, pensando en la posibilidad de cambiar esta sociedad.

Elementos autobiográficos e ideológicos en *La Fundación* de Buero Vallejo

Antonio Buero Vallejo nace en Guadalajara en 1916 y desde su infancia se interesa por la literatura, sobre todo por el teatro. Don Francisco Buero, su padre, militar sin adscripción política, es apresado por fuerzas del bando republicano, desaparece y es fusilado en 1936. A pesar de la tragedia, Antonio se incorpora a un batallón de infantería del ejército republicano y realiza labores de propaganda, dibujando y escribiendo para *La Voz de la Sanidad*.

Acusado de"adhesión a la rebelió", permanece en prisión desde 1939 hasta 1946. Es condenado a muerte, pero se le conmuta a cadena perpetua y posteriormente se le otorga la libertad. Comienza su peregrinaje por distintas cárceles, en una de las cuales coincide con Miguel Hernández, con quien entabla una fuerte amistad y ayuda en un intento de fuga de la prisión del Conde de Toreno. Al ser puesto en libertad, comienza a colaborar en diversas revistas como dibujante y escritor de pequeñas piezas de teatro.

Durante el tiempo en prisión, el autor de La Fundación, Buero Vallejo, conoció a la perfección la realidad que se describe en esta obra. Estas vivencias hacen creer, y el mismo autor lo afirma, que en la obra hay elementos autobiográficos que reflejan la experiencia personal y directa del autor. Aunque siempre ha negado que Tomás fuera un reflejo de él, no explica su vida, pero todo lo ha vivido y lo ha repartido en los diferentes personajes.

Por un lado, siempre se ha interpretado que la participación del autor en el intento de fuga de la prisión del Conde de Toreno, años después inspiró algunos pasajes de La Fundación. Concretamente, podemos señalar el plan de fuga de Asel, quien no solo lo idea, sino que también consigue colaboradores. Podemos pensar que Asel podría ser en este pasaje un reflejo de Miguel Hernández y Buero uno de sus colaboradores. Miguel Hernández acaba muriendo en prisión por tuberculosis y nunca llega a escapar de la prisión, otro paralelismo que se podría interpretar con el suicidio de Asel, quien nunca llega a llevar a cabo su plan.

Por otro lado, la crítica de la libertad y la represión política que Buero pretende con la obra está estrechamente ligada a los personajes. Hombres comprometidos con una lucha política a los que se ha encerrado en la cárcel y condenado a muerte, que, no por casualidad, reflejan la causa de la encarcelación de Buero. El autor deja claro que los personajes han sido condenados sólo por sus ideas y no por ninguna acción criminal.

Además, en La Fundación, se denuncia enmascaradamente la violencia institucional (la pena de muerte y la tortura) en los regímenes totalitarios. No nos sorprende que el autor viviera en un régimen cuando se publicó la obra. Buero conocía de primera mano la pena de muerte y la tortura, había vivido y sentido los comportamientos de los seres humanos en una situación límite, tras ser torturados y estar hambrientos. Por eso, en esta obra cada uno de los presos muestra una reacción diferente: la delación, en el caso de Tomás (algo que es anterior al comienzo de la obra y que lo ha llevado a la enajenación); el suicidio, cuando ya no se ve otra solución (Asel); el asesinato, porque la violencia engendra violencia (Max, que es el soplón que informa a los guardias, será asesinado por su compañero Lino).

La celda de la “fundación” y la pena de muerte son el símbolo de la represión. Como bien hemos comentado, los personajes conocen la tortura, el encierro, la humillación, el miedo, pero luchan para no ceder al odio y el rencor. Saben que es el único camino para

preservar su dignidad.

Con todo, parece evidente la relación que se establece entre La Fundación y la situación política española durante la dictadura de Franco. Sin embargo, la obra trasciende la situación concreta de España y su mensaje va más allá de una época y situación concretas. 

Como mencionado anteriormente, Buero Vallejo, conoció a la perfección la realidad que se describe en esta obra, y no es menos cierto que las situaciones de prisión planteadas en la obra fueron vividas por el autor en primera persona. Ejemplos serían las situaciones de la angustia de la espera, los planes de fuga, la tortura, los conflictos entre compañeros, ocultar la muerte de uno para apropiarse de su comida, la violencia, la humillación, la impotencia y el miedo a lo largo de la obra. Asimismo, Buero Vallejo identifica el mal radical con la tortura, que puede ser interpretado como una posible experiencia autobiográfica. 

En 1946 se concede a Buero la libertad condicional, tras la conmutación de la pena de muerte, y el autor se encuentra con un pueblo recién salido de la guerra e inmerso en una dictadura, se encuentra con una sociedad oprimida y despreocupada. Es por ello que la herida de la Guerra Civil palpita en todas las obras de Buero Vallejo, al igual que su experiencia en los campos de concentración franquistas. Lejos de acercarse al mundo existente de la época, lleno de violencia, humillación, impotencia y miedo, Buero apuesta por un mundo más libre y solidario, que no surgiría de la violencia, sino del ingenio, la compasión y la tenacidad del ser humano. 


Con todo, se puede afirmar abiertamente, pues el autor lo hace también, que ciertos pasajes de La Fundación están inspirados en elementos autobiográficos de Antonio Buero. Las vivencias en prisión del autor, su experiencia en los campos de concentración franquistas, la situación que se da en España y la herida de la Guerra Civil, palpita en todas las obras de Buero Vallejo. Es por ello que en el teatro bueriano se refleja en los personajes y la trama una amarga crítica, aunque llena de esperanza, del mundo injusto y egoísta en el que se encuentra y rechaza el autor.


6.- ¿Libertad, verdad, realidad y acción son necesarios para ser felices? 

La Fundación es una obra teatral que insta a una crítica y denuncia constante a la tortura, a la pena de muerte, a la violencia y la crueldad humana. Los personajes representan los comportamientos de los seres humanos en una situación límite, tras ser torturados y estar hambrientos. Conocen la tortura, el encierro, la humillación, la violencia, la melentira y miedo, pero luchan para no ceder al odio y el rencor. Saben que la esperanza es el único camino para conseguir la libertad. 

La libertad o, mejor dicho, su ausencia, viene marcada por el espacio en que se desarrolla la obra: la cárcel. La celda que se ve en La Fundación y los espacios cerrados tan típicos del teatro de Buero son metáforas que expresan la falta de libertad tanto del individuo como de la sociedad. La prisión de La Fundación tiene en realidad una dimensión metafísica, perceptible hasta la evidencia cuando Asel afirma que tras esa cárcel hay otra, y otra después de ella. El modo de enfrentarse a esas limitaciones del mundo, de aspirar a la verdad y a la libertad, está justamente en la acción. Ese es el remedio de Buero: Actuar para cambiar las cosas, aunque no lo consigamos. 

La libertad no se manifiesta como realidad en ninguna parte a lo largo de la obra, salvo en la mente de Tomás. Los encarcelados viven en un mundo tormentoso donde su realidad se basa en la tensión constante de estar a la espera de su muerte. Asimismo, tampoco se puede considerar el mundo de más allá de las paredes de la cárcel cómo justo, puesto que se encarcela a las personas por sus ideologías y no por sus actos; los personajes de la obra son presos políticos. Por tanto, si dentro y fuera de la cárcel se trata de una prisión, el único sitio con libertad resta en la mente. Por ello, podemos pensar que el idílico mundo de Tomás es el único que parece medianamente libre. 

En esta obra hay ocasiones en que “muerte” y “libertad” se identifican. Así como cuando Asel trata de convencer a los otros presos de que hay que actuar y luchar por alcanzar la libertad que se les prohíbe. Él mismo parece escoger la muerte como forma suprema de actuación para conseguir la libertad, ya que decide suicidarse. Esta acción es la única decisión libre que puede tomar en la cárcel y la lleva a cabo para evitar ir al interrogatorio, donde sabe que no soportará la tortura sin delatar a sus compañeros. Prefiere sacrificar su libertad para salvaguardar la de sus compañeros; Tomás y Lino. Al mismo tiempo, la muerte también podemos verla como una liberación para Tomás debido a que en la última escena, sonríe al salir de la celda, camino de las unidades de castigo o del pelotón de ejecución y podemos deducir que ambas opciones significan lo mismo, la liberación de la celda y el logro de la libertad definitiva y total. 


Dada la condena abrumadora a la cual están sometidos los personajes, absolutamente negativa, necesitan tener una ilusión para poder sobrevivir y conservar su cordura. La libertad se convierte en la gran esperanza de todos y en el elemento que da sentido a la vida. Sin embargo, que tengan una ilusión no quiere decir que sean responsables de sus actos. Por ejemplo, Tomás aún y teniendo esperanza, no pudo soportar las torturas que le hicieron y acabó volviéndose loco. La simbología máxima de Tomás es la de un ratón de laboratorio que lo que ha de hacer es seguir sus instintos para formar parte de un experimento(la prisión) y llegar al final del recorrido (fugarse). Incluso en ese momento de locura, Buero nos da un mensaje esperanzador; Tomás debe actuar para sobrevivir siguiendo el plan de fuga de Asel.

Por otra parte, a lo largo de la obra hay un claro contraste entre mentira y verdad debido a que el protagonista (Tomás), desde los ojos de quienes vemos la historia sufre un trastorno de distorsión de la realidad. Entre los personajes de Buero son frecuentes los locos o los ciegos y, con frecuencia, en sus obras, el temor, el desconcierto y la insatisfacción llevan a los personajes a interrogarse acerca de su propia cordura o sobre la cordura ajena. Esta locura se refleja en su mundo irreal puesto que incluye un entendimiento inconsciente de su propia situación, reflejado en los diálogos imaginarios con su "novia", Berta, quien se le aparece para hablarle, pero deducimos que no està allí ya que Tomás es el único que la ha visto. 

Ante la locura de Tomás, Asel y Tulio mantienen posturas enfrentadas. Asel defiende la postura de seguirle la corriente para no causarle más sufrimiento. Piensa que se irá curando lentamente al mejorar su condición física comiendo la ración extra de comida y al ir descubriendo, por sí mismo, la verdad. Así pues, siguiendo las instrucciones de Asel, todos los presos mienten para contentar a Tomás. Para no desengañar al loco, fingen extender manteles, beber copas o contemplar cuadros inexistentes. 

Tulio, en cambio, es partidario de decir siempre la verdad aunque ésta resulte dolorosa. Acepta a regañadientes el plan de Asel. Pero no le gusta actuar, por eso se muestra tan antipático con el protagonista en los primeros diálogos. Nos puede parecer que Tulio es el más cruel con él, pero en verdad lo único que quiere es abrirle los ojos. Hasta que en una de las últimas escenas de Tulio reflexionan sobre qué harán en caso de salir y al imaginarse cómo se reencontrará con su novia, Tulio se muestra por primera vez feliz y sonriente, y comprende que Tomás en su imaginación no sufre, que él es feliz en su falsa realidad. 


Como en todas las obras de Buero, es fundamental el tema del descubrimiento de la verdad como único camino para la verdadera vida. La Fundación es, en el fondo, un lento proceso de aceptación de la verdad por todos los personajes y los espectadores. A medida que Tomás asume su situación, nosotros vamos viviendo el mismo proceso, de manera que nos vemos obligados a adherirnos a la responsabilidad ética del personaje más allá de la obra: luchar por un futuro mejor, sin opresión, sin explotación, sin falsas “Fundaciones”. El final abierto proyecta una esperanza y un compromiso queriendo hacer entender al público que el verdadero final depende de nosotros mismos. La progresiva recuperación de la lucidez supone una evolución moral al desmontar el mundo irreal de su locura, Tomás por fin asume su responsabilidad en el mundo. 

Esta obra nos hace debatir sobre si es necesario saber la verdad para ser libres o no y nos muestra a través de los personajes las distintas posiciones al respecto. El protagonista de La Fundación, ajeno a la verdad, vive más libre y feliz, ya que no sabe que está condenado a muerte. A veces ocultar la verdad omite dolor y sufrimiento a las personas. Sin embargo, modificar la realidad significa vivir en una mentira lo cual a la vez te encierra en una farsa donde nunca llegarás a la libertad en la realidad. 

En conclusión, durante La Fundación el objetivo principal de los presos es obtener la libertad y Buero nos hace ver las posibilidades de conseguir esta o algo parecido a esta, ya sea a través de ser indultados, con la muerte, debido a que se acaba el sufrimiento de la espera durante la condena a muerte de los presos, viviendo en una realidad ficticia o sin ser conscientes de la verdad como era el caso inicial de Tomás. Con esto Buero quiere concienciar de la ausencia de libertad que sufrían no solamente los presos, sino la sociedad durante el régimen.

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