La Función de Dios en la Epistemología Cartesiana: Certeza, Ideas Innatas y el Criterio de Verdad

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Fundamentos de la Certeza en la Filosofía Cartesiana: Dios, Ideas Innatas y el Criterio de Verdad

I. Ideas Innatas y la Crítica al Conocimiento Sensible

Habiendo sido demostrado más arriba, [las ideas] no pueden haber sido inventadas por el sujeto. Son innatas. La mayoría cree que es más fácil conocer la mesa que tiene delante que a Dios o a su alma, porque sigue sus sentidos o su imaginación.

Crítica a la Escolástica y la Limitación de los Sentidos

  1. Igual que lo oído no puede recibir información visual, tampoco los sentidos pueden conocer lo inteligible (como el yo o Dios).
  2. Por tanto, aunque Dios y el alma pudieran ser conocidos a través de los sentidos, eso no garantizaría su conocimiento cierto. Se debe aplicar el criterio de verdad.

II. Dios como Garante de la Verdad y la Superación del Genio Maligno

Cita de Referencia: «En fin, si aún hay hombres que no están suficientemente persuadidos de la existencia de Dios y de su alma en virtud de las razones aducidas por mí, deseo que sepan que todas las otras cosas, sobre las cuales piensan estar seguros, como la de tener un cuerpo, de la existencia de astros...»

El Criterio de Claridad y Distinción

Dios garantiza la certeza del mundo porque garantiza la validez del criterio de verdad. Tras llegar al primer principio, Descartes dedujo que lo concebido con la misma claridad y distinción sería cierto y, por tanto, verdadero. Ahora el autor reformula su posición: para que lo concebido claro y distinto sea verdadero, es necesario que Dios lo garantice.

Si Dios no existiese o no fuese un ser bueno y veraz, entonces no habría garantía de que cada vez que la razón concibe algo claro y distinto, eso sea verdadero. Un «genio maligno» siempre podría engañarnos, haciéndonos creer que algo es claro y distinto, aun cuando solo fuera una ilusión. La veracidad de Dios invalida la acción del genio maligno.

El Origen de la Falsedad

La falsedad se produce cuando el entendimiento no concibe ideas claras y distintas y, a pesar de eso, la voluntad se precipita a afirmar la verdad de esas ideas. Esa falta de claridad y distinción en las ideas nunca proviene de Dios, sino de nuestro entendimiento, que es finito.

III. La Certeza de las Matemáticas y la Duda del Sueño

Cita de Referencia: «Por tanto, después de que el conocimiento de Dios y el alma nos han convencido de la certeza de esta regla, es fácil conocer que los sueños que imaginamos cuando dormimos no deben en forma alguna hacernos dudar de la verdad de los pensamientos...»

Verdad Matemática

Garantizado el criterio de verdad, Descartes pasa a garantizar la verdad de las matemáticas: las demostraciones matemáticas, siempre que se muestren claras y distintas, serán verdaderas. No importa si se está haciendo una demostración o soñando que se hace. En ambos casos, lo que hace que la demostración sea verdadera es lo mismo: la claridad y distinción con la que se concibe.

IV. La Relación entre Sueños y Sentidos

Cita de Referencia: «Y en relación con el error más común de nuestros sueños, consistente en representarnos diversos objetos de la misma forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de importancia el que nos dé ocasión para desconfiar de la verdad de tales ideas...»

Referencia Adicional: Sección 2.7 del libro.

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