El Franquismo: Evolución Política y Contexto Internacional (1939-1975)

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Etapas en la evolución de España durante el franquismo

Rasgos esenciales

En las casi cuatro décadas que duró la dictadura franquista se distinguen al menos tres grandes etapas:

1ª. El triunfo y asentamiento del régimen (1939-1959)

En política interior, se aplicó una política de dura represión contra los vencidos de la Guerra Civil y se sentaron las bases del nuevo Estado Franquista.
En las relaciones con el exterior, se pasó por diferentes fases: el estrecho acercamiento a Alemania e Italia durante la II Guerra Mundial, el rechazo del régimen y el aislamiento internacional tras la finalización de la contienda, y el paulatino reconocimiento internacional del régimen en el contexto de la guerra fría a partir de 1950.
En el ámbito económico, identificado con la Autarquía, fueron años de grandes dificultades y estancamiento por las consecuencias de la Guerra Civil, el estallido posterior de la Segunda Guerra Mundial y el aislamiento internacional con la política de autarquía de España.

2ª. El desarrollismo económico (1959-1973)

En política interior, se consolidó la estructura del Estado franquista y se suavizó la represión política de la etapa anterior.
En las relaciones con el exterior, en el contexto de la Guerra Fría, se continuó la política de apertura hacia el exterior y de integración en Occidente con la solicitud de ingreso CEE (Comunidad Económica Europea).
En el ámbito económico, época del Desarrollismo, se produjo, al amparo de la coyuntura internacional, un acelerado crecimiento que situó a España en un nivel de desarrollo próximo al de los países de Europa occidental.

3ª. La crisis final (1973-1975)

En política interior, el inmovilismo del régimen, la decrepitud de Franco y la creciente oposición política crearon un clima de inestabilidad que anunciaba el final del dictador y su régimen.
En el marco internacional, el Estado franquista aparecía como una realidad caduca y anacrónica en Europa occidental, ya que era la última dictadura que pervivía tras la desaparición de las de Portugal y Grecia en 1974. Además, se ve inmersa en la crisis económica de 1973 que desestabiliza al país desde el punto de vista económico pues necesita una renovación de su estructura productiva que no puede acometer por sí sola fuera del marco de las instituciones europeas.
En el ámbito económico, el milagro desarrollista de la etapa anterior se frenó con la crisis internacional del petróleo de 1973, que afectó a toda la economía mundial, y se inició una nueva fase de recesión económica.


La evolución política del régimen en relación con los cambios del contexto internacional

El proceso de evolución política y su relación con los cambios acaecidos en el contexto internacional podría organizarse en las siguientes etapas.

4.1. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945)

Tras la Guerra Civil era inaplazable la creación de un nuevo Estado, cuya configuración concreta estaba todavía por definir. En este sentido, Franco solo tenía claro que sería un Estado autoritario, nacionalista y católico, en el que él ejercería la máxima autoridad con el apoyo del ejército y cuya imagen exterior debería girar en torno a la defensa de la religión y la lucha contra el comunismo. Puesto que el desarrollo inicial de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), hacía prever una victoria de las potencias fascistas que habían apoyado a Franco en la Guerra Civil, el nuevo régimen no ocultaba ni su carácter totalitario ni sus simpatías hacia las potencias del Eje (Alemania e Italia).
Franco estuvo interesado en participar del lado de las potencias fascistas, pero mantuvo al principio una política de “neutralidad”.
Después de los encuentros con Hitler en Hendaya (1940) y con Mussolini en Bordighera (1941), paso a una posición de “no beligerancia”, pero la lamentable situación en que se encontraba España tras la Guerra Civil, así como las condiciones exigidas a cambio de su participación, suponía para las fuerzas del Eje más inconvenientes que ventajas. España colaboró con estas potencias a través del envío de materias estratégicos (wolframio) y aprovisionamientos; los voluntarios de la División Azul combatieron en el frente ruso; y unos 20500 españoles fueron enviados a trabajar a Alemania.
Sin embargo, a partir de 1943, ante el giro de los acontecimientos militares, en favor de los aliados, Franco empezó a distanciarse de las potencias fascistas y volvió a “la neutralidad” y se prohibió incluso definir como"fascist" al nuevo régimen.


4.2. El aislamiento del régimen tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1953)

Finalizada la guerra mundial con la victoria de los aliados y la derrota de Alemania e Italia, la propaganda franquista para ganarse el apoyo de las democracias occidentales, vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, empezó a calificar el nuevo régimen como"democracia orgánic".
Al mismo tiempo, para reforzar la nueva imagen del Estado como esencialmente católico, se relegó en parte a los falangistas y se dio un mayor protagonismo político a miembros de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, su presencia en el régimen se presentaba como garantía de apertura política.
Pero la tarea más importante consistía en poder presentar al exterior una organización política con la apariencia de un Estado de Derecho. Para ello se elaboró un conjunto de Leyes Fundamentales como la Ley Constitutiva de Cortes (1942), Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Referéndum Nacional (1945) y la Ley de Sucesión (1947), cuyo contenido se asemejaba en cierto modo al de una Constitución. Con ellas se pretendía proporcionar al franquismo una imagen de Estado democrático a su manera y hacer olvidar a la comunidad internacional las inclinaciones fascistas de sus primeros años.
No obstante, las potencias aliadas sometieron al franquismo a una dura condena política y a un aislamiento internacional, que alcanzó su más contundente expresión en la Resolución de la ONU de 1946. Esta definía como fascista al régimen de Franco y hacía dos durísimas recomendaciones a sus miembros: que se prohibiera a España la pertenencia a los organismos internacionales relacionados con la ONU y que se retiraran de España todos los embajadores. Además, España se ve marginada de la ayuda norteamericana a la reconstrucción de Europa (el “Plan Marshall” de 1948). Y fue excluida de la nueva alianza militar occidental, la OTAN (1949). La España de Franco solo contaba con el apoyo oficial de dos regímenes profascistas: Portugal y la Argentina del general Perón. Pero en realidad había más países que no estaban dispuestos a su hundimiento, aunque oficialmente declararan su condena al régimen; era el caso, por ejemplo, de Estados Unidos y Gran Bretaña.


4.3. La guerra fría y el reconocimiento internacional del régimen (1955-1969)

La situación internacional cambió por completo con la guerra fría o enfrentamiento entre el bloque occidental capitalista y el comunista. En este nuevo escenario, el hecho de que el régimen de Franco fuera heredero del fascismo quedó relegado a un segundo plano ante su carácter marcadamente anticomunista y el valor estratégico militar de la península Ibérica.
En consecuencia, en 1950 la ONU revocó el bloqueo contra España y retornaron los embajadores. El régimen de Franco empezó a ser reconocido internacionalmente: en 1953 se firmó el Concordato con el Vaticano y se suscribió el tratado de bases militares con Estados Unidos; dos años después, en 1955, España era admitida en la ONU y desde entonces se pudo integrar en otras organizaciones internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Europea de Cooperación Económica, etc.).
Un hecho fundamental fue la visita oficial a España del presidente norteamericano Ike Eisenhower, en diciembre de 1959, que Franco aprovechó como propaganda de su persona y de su régimen.
Al mismo tiempo que España conseguía un reconocimiento exterior, el régimen ofrecía algunas tímidas muestras de liberalización, más aparentes que reales, como la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, que eliminaba la censura previa, o la Ley de Libertad Religiosa de 1967.
Sin embargo, la promulgación en 1967 de la Ley Orgánica del Estado (la última de las Leyes Fundamentales, que culminó el proceso de institucionalización del régimen) confirmó el carácter autoritario del régimen, ya que otorgaba a Franco, como jefe de Estado vitalicio, un poder omnímodo y prácticamente ilimitado.
Por último, en 1969 Franco decidió por fin nombrar a Juan Carlos, hijo de don Juan de Borbón y nieto de Alfonso XIII, como su sucesor a título de rey. Se ofrecía así una imagen de normalidad, con la posibilidad del retorno a la monarquía tradicional tras la muerte del dictador, pero en realidad con este procedimiento Franco no restablecía la monarquía tradicional, sino que instauraba una nueva monarquía continuadora, la llamada “monarquía de 18 de julio” de su propio régimen, ya que obviaba al heredero legítimo al trono (don Juan de Borbón) y obligaba al sucesor designado por él a jurar fidelidad a las Leyes Fundamentales.


4.4. La crisis final (años 70)

A comienzos de los años 70, la contradicción entre crecimiento económico y cambio social, por una parte, e inmovilismo político, por otra, se acentúa: crece la oposición en ambientes universitarios y laborales, y se radicaliza el nacionalismo vasco con la aparición de ETA.
Paralelamente, se endurece la represión, al tiempo que se intenta solucionar el gran tema pendiente para la continuidad del régimen. La solución es la “monarquía del 18 de julio” con el nombramiento de Juan Carlos como rey a la muerte del dictador bajo el control del hombre de confianza de Franco, el almirante Carrero Blanco, como presidente y garante de la continuidad del franquismo.
Pero el 20 de diciembre de 1973 un atentado de ETA acababa con la vida del almirante Carrero Blanco, que había sido nombrado presidente del gobierno seis meses antes. Desde entonces, el régimen entró en una pendiente de crisis imparable.
El nuevo presidente de Gobierno, Carlos Arias Navarro, anunció su voluntad de emprender una cierta liberalización del régimen, el denominado"espíritu del 12 de febrer", con medidas como la regulación del derecho de asociación política. Esta decisión, resultó ser tan restrictiva que solo permitía aquellas asociaciones que juraban fidelidad a las leyes del régimen, lo hizo quedar de manifiesto la incapacidad de renovación del régimen. El clima de inestabilidad política y la protesta ciudadana (manifestaciones callejeras, huelgas, etc.) fueron en aumento, con una represión cada vez más desproporcionada.
Quedó demostrado que, mientras viviera Franco, el régimen sería incapaz de renovarse y, menos aún, de evolucionar hacia la democracia.
El contexto internacional de esta última etapa no modificó el inmovilismo político del régimen, pero sí contribuyó a su descrédito y crisis final:
- En 1974 fueron derrocadas las dictaduras de Portugal y de Grecia, con lo que España quedó ya como la última dictadura que pervivía en Europa occidental.
- Las cinco sentencias de muerte firmadas por Franco en septiembre de 1975, en virtud de una nueva Ley Antiterrorista, originaron numerosas peticiones de clemencia y gestiones de varios jefes de Estado y de gobierno, incluido el papa Pablo VI. Su ejecución final demostró al mundo la intransigencia del dictador y levantó una oleada de protestas internacionales y conflictos diplomáticos, incluso con el Vaticano, que revivieron la amenaza de un nuevo aislamiento internacional del régimen.
Solo la muerte de Franco, despejó parcialmente el camino hacia una posible democratización de España, demandada por la mayoría de la sociedad española y los países del entorno europeo

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