Francisco de Goya: Un genio artístico que reflejó el paso de la Ilustración al siglo XIX
Enviado por Chuletator online y clasificado en Plástica y Educación Artística
Escrito el en español con un tamaño de 4,92 KB
Francisco de Goya
Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos (Zaragoza). La primera parte de su obra transcurre en el siglo XVIII, y destaca entre la mediocre producción pictórica de este periodo en España. Sin embargo, es en su segunda gran etapa, la transcurrida en el siglo XIX, en la que demuestra de manera inequívoca su genialidad con una obra imposible de encasillar en cualquier estilo y que se convierte en precursora de movimientos tan dispares como el Impresionismo, el Expresionismo o el Surrealismo, sin dejar de ser un testimonio de su época y de mostrar rasgos rococó, neoclásicos y, sobre todo, románticos.
Características de la obra de Goya
A grandes rasgos, se podría afirmar que Goya refleja el paso de la época optimista y esperanzada que fue la Ilustración dieciochesca al convulso siglo XIX, que lo aborda con pesimismo y espíritu crítico. Como características que siempre estuvieron presentes en sus pinturas, caben destacar su gusto por la realidad (que se vuelve expresionista en sus pinturas más desgarradas) y su compasión hacia el pueblo, víctima de la ignorancia primero y de los desastres de la guerra más tarde.
Evolución artística de Goya
En un estudio más pormenorizado, se pueden distinguir las siguientes etapas en su evolución artística:
1) Etapa inicial (1746-1792)
Se formó con un modesto pintor zaragozano y, tras un viaje a Italia que tuvo que costearse él mismo, recibió a partir de 1771 sus primeros encargos importantes. Desde 1774 trabajó pintando cartones (modelos o patrones realizados al óleo sobre lienzo) para la Real Fábrica de Tapices. Representa escenas cotidianas de ambiente popular (majos, manolas, vendedores ambulantes, niños, fiestas populares, etc.) con una visión pintoresca y desenfadada. Sus composiciones son equilibradas, domina la luz y la perspectiva y muestra la influencia de la pintura galante del Rococó. La vendimia, La gallina ciega, La pradera de San Isidro y El quitasol
2) Crisis personal y pintor de corte (1792-1808)
En 1792, Goya se queda sordo, hecho que supuso un vuelco en su vida. Aunque aún le quedan esperanzas en un cambio positivo de la sociedad, su visión se vuelve más pesimista. En sus grabados, de carácter satírico, fustiga la ignorancia, la superstición y la corrupción de costumbres. A partir de 1799 se convierte en Pintor de Cámara de Carlos IV y realiza auténticos retratos psicológicos, ajenos al idealismo, de la familia real, miembros de la aristocracia y de algunos intelectuales ilustrados. La Maja desnuda, La Maja vestida y La familia de Carlos IV
3) La Guerra de la Independencia (1808-1814)
A pesar de sus iniciales simpatías afrancesadas, Goya plasma en sus pinturas el drama de la guerra como el fracaso de la Razón. La crueldad, las tragedias, el horror y los sufrimientos del pueblo se traducen en sus lienzos en auténticas denuncias de la brutalidad y la barbarie del conflicto bélico. El 2 de mayo de 1808 (La lucha de los mamelucos) y Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808
4) La posguerra (1814-1824)
El reinado de Fernando VII, tan adverso a los liberales, supone para Goya el agudizamiento de su visión pesimista y angustiada; esta circunstancia, unida a otra enfermedad grave que lo pone al borde de la muerte, se plasman en nuevas series de grabados donde lo grotesco, lo delirante y lo absurdo reflejan los fantasmas y las obsesiones del pintor. Las pinturas negras, realizadas en la Quinta del Sordo, suponen el culmen de la mirada sombría y desgarrada del artista. Saturno devorando a un hijo
5) El exilio en Francia (1824-1828)
La intervención armada extranjera puso fin al gobierno constitucional de Riego y a la etapa conocida como Trienio Liberal, permitiendo el restablecimiento del Absolutismo de Fernando VII. Goya, desilusionado y temeroso de las represalias del despótico monarca, se exilia en Burdeos. Allí transcurrieron los últimos años de su vida y de su obra, que recupera temáticas más amables y vuelve a llenarse de luz y color, ambos con un tratamiento que antecede el Impresionismo. La lechera de Burdeos