Formación y Evolución del Relieve: Un Viaje a Través del Tiempo Geológico
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El Relieve
El ser humano, desde siempre, ha intentado entender el mundo que le rodea, ofreciendo explicaciones entre lo mitológico y lo religioso, a veces con una parte de realidad basada en la experiencia y en la observación directa. Sin embargo, el conocimiento científico no se produjo hasta que se consiguió tener una visión global del planeta y un número muy importante y exacto de datos recopilados a lo largo de los siglos. A lo largo de la historia se han producido avances y retrocesos (recordemos el caso de los griegos y de los mayas), pero ya en el siglo XIX se puede hablar de geología y geomorfología como disciplinas científicas.
La geología cuenta con una historia muy larga y, para mediados del siglo XIX, su corpus de conocimiento era muy amplio. Por ejemplo, ya se había descartado la edad bíblica de la Tierra de unos 6000 años, y se hablaba de millones de años, basándose en el estudio del terreno. La geomorfología surgió en EE. UU. en la segunda mitad del siglo XIX de manos de William Morris Davies. A él se le debe el denominado ciclo "geográfico" o ciclo de la erosión, que defendía que cualquier terreno pasa por tres estadios parecidos a un ser vivo: juventud, madurez y vejez. Antiguamente, se pensaba que la Tierra era como una manzana o una nuez que, al envejecer, se encogía, se arrugaba y producía las montañas.
La estructura del planeta se conoce desde hace ya tiempo por medios científicos, pero ese conocimiento tardó mucho en llegar. El planeta es un geoide de forma circular y regular, achatado por los polos, con una edad aproximada de 4600 millones de años, que ha ido evolucionando en tiempo geológico y ha ido cambiando su aspecto, alternando incluso la polaridad. En el interior de la Tierra hay diferentes capas de materiales, minerales en estado sólido, líquido e incandescente. Lo que conocemos como corteza terrestre, que el autor francés Jean Tricart llamó "la epidermis de la Tierra", es una delgada capa de unos 30 a 100 km de profundidad que, de alguna manera, flota sobre un material denso, pero no sólido. Este hecho produce lo que Alfred Wegener denominó "deriva de los continentes" en 1912 y que, posteriormente, en los años 60, empezó a llamarse "placas continentales" o "tectónica de placas". Wegener lanzó la idea (muy criticada en su época) de que, originalmente, había habido un solo continente al que llamó Pangea (rodeado por un océano llamado Pantalasa). Ese continente se fue resquebrajando y distanciando. Estas teorías se modificaron en los años 60 y hoy se dan por válidas, pero considerando que se trata de placas tectónicas. En el planeta hay zonas de subducción por las que sale material a la corteza al colisionar unas placas con otras. Esa dinámica explica algunos fenómenos como los terremotos, el volcanismo o la formación de macroformas o grandes unidades de relieve. Cuando estudiamos el relieve, tenemos que tener en cuenta la escala. Si hablamos de escala continental, solo nos referimos a macroformas o grandes unidades de paisaje, como macizos y escudos, cuencas o llanuras sedimentarias y cordilleras recientes.
Génesis de los relieves
Cuando hablamos de relieve, siempre tenemos que tener en cuenta el tiempo geológico como factor, no como agente ni causa. Los Montes de Toledo y Sierra Morena son territorios con rocas muy antiguas, sedimentarias, formadas bajo el mar, que se rejuvenecieron y levantaron con la orogenia herciniana y que se plegaron y se han ido deteriorando hasta presentar el aspecto actual. Ese tipo de relieve se conoce como apalachense. En la naturaleza, se han podido suceder diferentes fenómenos, de manera que no es fácil identificarlos o conocerlos.
Se entiende por orogenia al conjunto de fenómenos naturales capaces de crear nuevos relieves de gran importancia cuantitativa. Algunas de las más conocidas son la orogenia herciniana y la orogenia alpina. La orogenia alpina es muy reciente y es la responsable de sistemas montañosos como los Alpes, los Pirineos, el Sistema Bético o el Himalaya. Los tipos de rocas, fundamentalmente atendiendo a su génesis, los clasificamos en metamórficas, sedimentarias e ígneas.
ESPAÑA
Rasgos distintivos:
Quizás el rasgo más distintivo de la Península Ibérica sea su elevada altitud media (660 m a nivel del mar), en contraste con el resto de países europeos, que tienen altitudes mucho menores (excepto Suiza y Liechtenstein). La mayoría del territorio europeo está en torno a los 200 m de media sobre el nivel del mar. Otro rasgo es su gran variedad o riqueza geológica, geomorfológica y paisajística. España tiene territorios en el continente africano y en el archipiélago canario que aportan diversidad.
Una historia aproximada de la Península Ibérica nos sitúa en la Era Primaria, en la que emerge del mar aproximadamente 1/3 del territorio (el sector oeste), que se ve afectado por la orogenia herciniana. La Era Secundaria es de bastante calma, y en la Era Terciaria se producen los plegamientos alpinos, que suponen el levantamiento de una parte muy importante del noreste, este y sureste. En el Cuaternario, fundamentalmente, se produce un abombamiento de la meseta y una inclinación del este hacia el oeste. En el Neógeno (Cuaternario) se producen los fenómenos volcánicos de territorios como La Mancha (Campo de Calatrava) y de la Garrocha (Olot), y en el sureste español también hay volcanismo.
Los sistemas montañosos suponen aproximadamente la mitad del territorio nacional, y encontramos los Pirineos, Sistema Costero Vasco-Cantábrico, Sistema Ibérico, Montes de Toledo, Sierra Morena, Sistemas Béticos, Cordillera Costero Catalana, Depresión del Ebro, Depresión del Guadalquivir y la Submeseta (Norte y Sur). Desde el punto de vista de los materiales, se suele hablar de la España silícea y la España caliza, pero se debe añadir la España arcillosa y dejar claro que se trata de una simplificación. En cuanto a las costas, se debe destacar también la diversidad, con tres mares y con tres grandes elementos como las playas, los acantilados y las rías, recalcando la idea del cinturón montañoso costero.
CASTILLA-LA MANCHA
El relieve castellano-manchego se suele presentar con la dualidad de tierras llanas y sierras. Fundamentalmente, destaca su elevada altitud por encontrarse en la Meseta y la existencia de varios sistemas montañosos que casi la rodean, con algunos que la surcan por el centro. Los sistemas de Castilla-La Mancha, generalmente parciales, son el sur del Sistema Central, una parte del Sistema Ibérico, una parte de Sierra Morena, los Montes de Toledo y los Montes de Ciudad Real.
Paleontología
La paleontología es la ciencia que estudia la vida en el pasado geológico, es decir, el registro fósil. Cada época ha dejado una serie de huellas de los seres vivos que existían; en el caso de huellas, hablamos de icnofósiles. Los fósiles y sus huellas son fundamentales para datar un territorio y tienen, en nuestro caso, el valor añadido de aportar mucha información, pero, sobre todo, de motivar a nuestro alumnado.