Formación y Economía de los Reinos Cristianos Peninsulares
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El Reino de Pamplona
A mediados del siglo XI, con el rey Sancho III el Mayor, que incorporó a sus reinos los territorios de Sobrarbe y Ribagorza, incluida la ciudad de León. Sancho III se casó con doña Munia, que llegó a ser condesa de Castilla. A su muerte, sus dominios se fragmentaron, pasando sus hijos Fernando y Ramiro a ser reyes de Castilla y de Aragón, respectivamente.
Aragón y la Marca Hispánica
En los Pirineos centrales se formó el condado de Aragón. Más al este, la confluencia entre los carolingios, deseosos de proteger su frontera meridional, y los indígenas del Pirineo oriental, dio lugar a la constitución de la Marca Hispánica. La conquista de Barcelona (801), a los musulmanes, fue el comienzo del condado de su nombre. Un proceso semejante al de la cuenca del Duero, fue el que llevó a cabo en las últimas décadas del siglo IX el conde de Barcelona, Vilfredo, que colonizó la plana de Vic, territorio asimismo prácticamente desierto. Un sucesor suyo, Borrell II, se liberó, a finales del siglo IX, aprovechando el final de la dinastía carolingia.
Evolución económica de los reinos cristianos
Durante la Alta Edad Media, la economía de los reinos cristianos fue eminentemente rural, si bien, a diferencia de la economía europea, no fue absolutamente autárquica ni llegó a desaparecer la moneda. Tampoco se puede decir que hubiese una economía de mercado, sino más bien lo que suele denominarse una “economía vecinal”, centrada en la aldea (“vicus”, texto 13).
Ya en la Baja Edad Media, la ganadería ovina, y más concretamente la exportación de lana de oveja merina, se convirtió en la principal fuente de riqueza del reino de Castilla. Para ordenar la trashumancia de los rebaños, Alfonso X el Sabio creó el Honrado Concejo de la Mesta, que organizó el ganado en cabañas de más de 1000 cabezas y estableció la anchura de las cañadas y los itinerarios de la trashumancia. Sin embargo, las ventajas otorgadas a la ganadería perjudicaron la actividad agraria.
Por lo que se refiere al comercio, a partir del siglo XIII experimentó una notable expansión en los diversos reinos peninsulares. El comercio interno se realizaba en Castilla en las ferias (mercados anuales agrícolas y ganaderos), entre las que destacaban las de Sevilla y Medina del Campo. En el reino de Aragón, se construyeron importantes lonjas (lugares para el intercambio comercial) en Barcelona, Valencia y Palma.
Las ciudades comerciales más importantes fueron Sevilla, Burgos (gran centro recolector de lana) y Barcelona. Esta última ciudad rivalizó, hasta la peste de 1348, con puertos como Génova y Venecia por el control de las rutas comerciales mediterráneas.
Régimen señorial y sociedad estamental
Durante la Alta Edad Media, como consecuencia de las fórmulas de repoblación empleadas (presura, aprisio), se generó en el norte peninsular un reparto de la tierra basado en la pequeña propiedad individual (alodio) y en la libertad de los campesinos. También existían propiedades colectivas (montes, prados…) que solían ser de un señor o del rey, y por cuyo uso se pagaba un tributo.