Formación del Condado de Aragón y los Condados Catalanes en la Alta Edad Media
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El Condado de Aragón: Orígenes y Vínculos con Navarra
El proceso de formación del condado de Aragón se halla íntimamente vinculado al del reino de Navarra, y su principal centro era la ciudad de Jaca. A pesar de que Aragón reunía las condiciones para ser considerado un reino antes de la aparición de Galindo I, no lo fue, puesto que sus anteriores dirigentes fueron caudillos y no reyes.
Hacia el año 967, al frente del condado se encontraba Galindo I Aznárez —hijo de Aznar Galindo—, quien llevó a cabo una reordenación del territorio e inició una fase expansiva. Esta sería continuada por su hijo, Aznar II Galíndez, que estableció una alianza con Navarra al casar con Onneca Garcés, hija de García Íñiguez de Pamplona, lo que acentuó la influencia navarra en el condado.
Bajo el gobierno de su hijo, Galindo II Aznárez, se produjo la aproximación a la Gascuña vasca y a la Ribagorza franca. Esto permitió ensanchar sus alianzas por los valles pirenaicos del este y marcó la ruta de futura expansión para Aragón, al mismo tiempo que conseguía mantener cierta independencia respecto al reino de Pamplona. En el interior, la actividad de Galindo II fue crucial para la repoblación y la expansión más allá de los antiguos límites del condado. En torno al 943, la boda de García Sánchez I de Pamplona con la hija y heredera de Galindo II, Andregoto Galíndez, supuso la incorporación plena de Aragón —dote de la condesa— al reino de Navarra, en el que permaneció hasta la muerte de Sancho Garcés III.
Los Condados Catalanes: De Wifredo el Velloso a la Independencia
Tras la firma del Tratado de Verdún (843), que dividió el Imperio Carolingio entre los hijos de Luis el Piadoso, las tierras catalanas fueron cedidas por Carlos el Calvo a uno de sus fieles, Sunifredo. De él desciende Wifredo el Velloso (865-897), quien fue el primer conde vitalicio y el fundador de la dinastía condal de Barcelona. A pesar de ello, tanto él como sus inmediatos sucesores siguieron reconociendo la teórica soberanía de los reyes carolingios hasta Borrell II (954-992), el primer conde de Barcelona plenamente independiente.
Wifredo aprovechó la debilidad musulmana para consolidar su posición, incorporar a sus dominios la comarca de Vic y crear el condado de Osona. También fundó la sede episcopal de Vic y los monasterios de Ripoll y San Juan de las Abadesas. Estos se establecieron como centros de repoblación de las zonas ocupadas, donde la importante emigración mozárabe contribuyó a la consolidación del dominio tanto del conde como de estos centros monásticos, de gran relevancia en los aspectos culturales y espirituales.
Wifredo murió en el 897 a consecuencia de las heridas sufridas cuando intentaba ocupar Lérida. En ese momento, toda Cataluña le obedecía, con la única excepción de Ampurias. A su muerte, sus hijos varones —Sunifredo, Miró, Wifredo Borrell y Suñer— tenían iguales derechos a la herencia y procedieron a repartirla de una forma singular:
- Sunifredo recibió el condado de Urgel.
- Miró II se quedó con los condados de Cerdeña y Besalú.
- Los tres condados centrales —Barcelona, Gerona y Osona—, que constituían el núcleo de Cataluña, se mantuvieron unidos bajo la administración conjunta de Suñer y Wifredo Borrell.
Este último, Wifredo Borrell, sería el último conde de Barcelona en prestar homenaje a los reyes francos. En el 911, tras la muerte de Wifredo Borrell, su hermano Suñer quedó como conde único.