Filósofos Pluralistas Presocráticos: Anaxágoras, Empédocles, Atomistas y Sofistas

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Doctrinas de los Filósofos Pluralistas Presocráticos: Anaxágoras, Empédocles y los Atomistas

Anaxágoras

Anaxágoras postulaba que la realidad estaba formada por pequeñas partículas o "semillas" llamadas homeomerías. Estas homeomerías, al juntarse, daban origen a las cosas, y su disgregación causaba la muerte. Cada homeomería contiene en sí misma una pequeña parte de todo lo que existe. Se distinguen cualitativamente entre sí. La predominancia de un tipo de semilla en un objeto le otorga a este sus distintos atributos, aunque también hay presencia de todas las demás semillas.

Para Anaxágoras, el movimiento de las semillas estaba regido por el Nous, la inteligencia ordenadora extendida por el universo, autónoma, infinita y separada del resto de las cosas, incluidas las homeomerías. El Nous es la razón de todo lo que existe y de su forma de existir. No obstante, su intervención se limitaba a ser la causa del movimiento inicial, que, una vez producido, continúa de forma automática y mecánica.

Definiciones:

  • Nous: Inteligencia ordenadora.
  • Homeomerías: Partículas o "semillas" que componen la realidad.

Empédocles

Empédocles fue el primero en proponer que el principio del que se componen todas las cosas son los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Cada uno de estos elementos es increado, indestructible, homogéneo en sí mismo, invariable y divisible en partes. La mezcla de estos elementos origina las cosas, y su disolución provoca que dejen de existir (no mueren por sí mismos). La causa del movimiento, fuera de los elementos, reside en dos fuerzas cósmicas: el Amor y el Odio, causas reales de lo bueno y de lo malo, respectivamente.

Los Atomistas: Leucipo y Demócrito

Leucipo

Leucipo parte de la teoría de Parménides, pero para explicar los cambios de las cosas, admite la existencia de una diversidad de cuerpos separados entre sí por el vacío. Por lo tanto, considera necesario darle una explicación física al "no ser".

Demócrito

Demócrito radicaliza el atomismo de Leucipo. Considera que la misión de la ciencia es explicar el mundo de las apariencias a partir de un conocimiento riguroso de la realidad verdadera, constituida por los átomos y sus movimientos en el espacio.

Materialismo Mecanicista y Dialéctica

El materialismo mecanicista, ejemplificado en la doctrina de Anaxágoras con el Nous, explica el movimiento inicial del cosmos, pero reduce la función de la inteligencia a una causa inicial; luego, el movimiento continúa sometido a causas mecánicas.

Otra interpretación, que podría relacionarse con Heráclito (aunque el texto original presenta errores en esta sección), sostenía que la fuerza del mundo es independiente de cualquier fuerza "notoria" (posiblemente refiriéndose a "no-divina"), como un "fuego eternamente vivo que con orden regular se enciende y con orden regular se apaga". Esta visión subraya la idea del movimiento y cambio constante del mundo, y de la contradicción como fuente de movimiento y transformación recíproca de los opuestos.

La dialéctica considera que la contradicción no paraliza, sino que dinamiza. Las cosas se empujan unas a otras oponiéndose. En toda oposición, los términos que se oponen son la negación del otro.

Sócrates y los Sofistas

Características del Movimiento Sofístico

Los sofistas eran maestros del saber, procedentes en su mayoría de las escuelas filosóficas presocráticas. Enseñaban a los jóvenes las técnicas de elocuencia y el camino para triunfar en la política. Esto supuso una subordinación del saber a fines prácticos. El saber cambió de carácter con respecto al concepto que de él tenían los filósofos presocráticos, enfocados en la naturaleza.

El conocimiento ya no se generaba solo en el seno de las escuelas y de modo principalmente teórico, sino que se convertía en una fuerza social y de acción política, pasando a depender de exigencias prácticas. En segundo lugar, destacaba el poder de persuasión. Los sofistas investigaban el origen y el desarrollo de las representaciones y decisiones humanas, planteándose si podía existir una verdad universalmente válida.

Su respuesta fue un relativismo subjetivista: no existe una norma de conducta válida para todos fundada en la naturaleza, a excepción del impulso individual natural. El éxito es el único criterio de valor de las acciones morales. El valor de las leyes y de las normas es relativo y convencional. Unido a este relativismo ético, aparece su relativismo gnoseológico: el ser humano no conoce las cosas como son, sino como son percibidas individualmente. Llamaron a su arte "conducción de almas". Platón dirá que no es una guía, sino una "captura de almas", simple arte de la retórica.

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