Filosofías Antiguas: Caminos hacia la Felicidad y la Sabiduría

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Escuela Cínica

Los cínicos rechazaban cualquier forma de vida social; su ideal de vida era aquel en que el ser humano se encuentra totalmente integrado en la naturaleza. Criticaban todas las convenciones sociales porque pensaban que en realidad separaban a los individuos. Uno de los principales representantes es Diógenes de Sínope.

Escuela Estoica

Para esta escuela, la finalidad de la vida es la buena vida. Solo en auténtica armonía con la naturaleza el sabio podrá ser feliz, lo que no significa que haya que huir de la vida social tal y como reivindicaban los cínicos. Aunque el estoicismo nació en Grecia, los principales representantes fueron romanos: Séneca, Epícteto y Marco Aurelio.

El estoicismo lo podemos dividir en tres grandes etapas (antigua, media y nueva). Para los estoicos, la naturaleza es determinista e inexorable (no se puede cambiar). Frente a los sucesos naturales, no hay alternativa y resulta vano rebelarse. Hay que aceptar los avatares de la vida sin perturbarse, porque no dependen de uno mismo y por eso no hay que dejarse dominar ni por el temor ni por el miedo ni tan siquiera por la tristeza. No se puede ir en contra de la naturaleza. Por lo que a través de nuestra razón hay que asumir todo lo que ocurre, sin dejarse arrastrar por las pasiones. De este modo se alcanzará la ataraxia, es decir, la tranquilidad del alma.

El sabio es aquel que consigue vivir sin verse afectado por sus pasiones. El estoico no busca nada fuera de sí mismo. Los estoicos defendían también una visión cosmopolita o universal del ser humano.

Escuela Epicúrea

Esta corriente moral debe su nombre a su fundador Epicuro (341-210 a. C.). Los epicúreos intentaron dar solución al problema de la felicidad identificándola con el placer. Para Epicuro, la felicidad consiste en evitar el dolor físico y psicológico. Con este objetivo se debe buscar el placer, pero solo aquel que no produce dolor o desgracia. De la misma manera, no todo el dolor es malo, ya que a veces conduce al bienestar del cuerpo y del alma. En este sentido, Epicuro considera que el hombre debe eliminar las principales causas que provocan su angustia y dolor.

Vamos a destacar tres puntos clave para reconocer el pensamiento epicúreo:

  • Miedo a los Dioses: existen pero viven felices en su mundo ideal. No intervienen ni para bien ni para mal en la vida de los humanos, por lo que el temor humano no tiene sentido.
  • Miedo a la muerte: suele ser perturbador y una fuente de preocupaciones que impiden al ser humano alcanzar la felicidad. Sin embargo, Epicuro piensa que no existe ninguna razón para tenerla y afirma lo siguiente: “La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta, nosotros ya no somos.”
  • Miedo al dolor y al fracaso: hay que saber soportar el dolor, porque o bien es poco intenso, o bien es breve. El miedo al fracaso está relacionado con lo que otros piensan de nosotros. La persona realmente sabia es autónoma y no hace depender su propia felicidad de la opinión de los demás, sino de factores que se encuentran bajo su control.

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