Filosofía de San Agustín y Santo Tomás de Aquino: Fe, Razón y Ética
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El Pensamiento de San Agustín de Hipona
San Agustín integra la filosofía platónica con el dogma cristiano. Considera que la razón y la fe son dos caminos complementarios para alcanzar la verdad cristiana. En su célebre frase "creo para entender, y entiendo para creer", sintetiza la relación entre ambas, otorgando preeminencia a la fe, pero reconociendo la importancia fundamental del razonamiento. Agustín rechaza tanto el fideísmo, que se basa únicamente en la fe, como el racionalismo, que confía solo en la razón. Defiende que es posible filosofar dentro de la fe y que este razonamiento fortalece y esclarece la fe.
Tipos de Conocimiento según San Agustín
San Agustín distingue entre dos tipos de conocimiento:
- Conocimiento sensible: Es el conocimiento que obtenemos a través de los sentidos, influido por objetos materiales. Es temporal, cambiante y poco confiable. Solo la autoconciencia proporciona un conocimiento indudable, indicando que la verdad se encuentra dentro del ser humano.
- Conocimiento interior o inteligible: Se divide en:
- Razón inferior: Se enfoca en lo científico y lo mutable, ayudando al entendimiento del entorno físico para cubrir necesidades básicas.
- Razón superior: Orientada hacia la sabiduría y las ideas, permitiendo al alma elevarse hacia Dios a través de la iluminación divina. Agustín rechaza la idea de la preexistencia y la reencarnación del alma, considerándola inmortal pero no eterna.
San Agustín reemplaza la idea platónica de la reminiscencia por la iluminación divina, donde Dios ilumina la mente humana para revelar lo eterno, negando la preexistencia del alma. Para él, la realidad se compone de Dios, ser eterno y creador, y de su creación, la cual contiene semillas racionales que se desarrollan con el tiempo.
El Hombre y su Alma
La antropología de Agustín tiene muchos rasgos comunes con Platón. Para ambos, existen dos sustancias: la espiritual y la material. El alma es un ser racional que se sirve del cuerpo. Agustín comprende el alma como una imagen de la Trinidad (ser, conocimiento y amor). A diferencia de Platón, que propone la transmigración del alma de cuerpo en cuerpo hasta purificarse, Agustín sostiene que el alma estará sometida al juicio final, con la resurrección del cuerpo. Sin embargo, en ambos casos se obtiene un “premio”: para Agustín, es contemplar la presencia de Dios.
San Agustín inicialmente apoyó el traducianismo, que sostiene que el alma es transmitida por los padres junto con el cuerpo, lo cual explicaría la transmisión del pecado original. Sin embargo, también consideró el creacionismo, que afirma que el alma es creada directamente por Dios. En su filosofía, el alma y Dios son los dos pilares fundamentales.
Dios y la Creación
Agustín ofrece diferentes argumentos para demostrar la existencia de Dios:
- Verdades eternas: Las verdades que conoce la inteligencia son eternas e inmutables, algo que contrasta con la mutabilidad de la naturaleza humana. ¿Cómo un ser finito puede tener ideas eternas? Un ser eterno e inmutable ha tenido que ponerlas en su cabeza: Dios.
- Orden del universo: El universo está perfectamente organizado, por lo que no puede ser fruto del azar, sino que Dios ha sido quien lo ha organizado.
- Consenso: La mayoría de los hombres coinciden en aceptar la existencia de Dios, ya que todas las culturas, épocas y lugares han tenido una idea de Dios.
Para poder encontrar la verdad hay que mirar dentro de uno mismo. Dios crea el alma por la teoría de la iluminación; nos ilumina y así encontramos la verdad en nuestro interior. Se hace mediante dos vías:
- Entendimiento: Somos seres finitos y cambiantes, por lo que hay un ser superior que conoce esta verdad inmutable.
- Voluntad: El deseo de felicidad plena que el alma encuentra en ella no puede verse colmado sino por la contemplación y gozo de un bien igualmente pleno, es decir, Dios mismo.
Dios es trinitario, una persona en tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo y, al igual que en Platón, el atributo fundamental es la inmutabilidad. Dios crea la creación entera pero no actualizada porque está en constante cambio, por ello introduce las razones seminales para ir siguiendo el ciclo de la vida y esas razones serán actualizadas.
La Ética de San Agustín
La ética de San Agustín es eudemonista, es decir, el fin último del ser humano es la felicidad que, al igual que en Platón, es la contemplación de Dios. Dios es lo más importante y lo mejor para el ser humano, entonces vivir bien significa amarlo con todo el corazón, alma y mente. Sin embargo, lograr esto no es posible solo por los esfuerzos del hombre; necesita la ayuda de la gracia de Dios, que es un tipo de ayuda o favor divino.
Las personas tienen libre albedrío, lo que significa que pueden elegir entre seguir a Dios o enfocarse en otras cosas que son cambiantes, como los placeres del cuerpo. A pesar de que la mente humana puede entender que el amor a Dios es lo mejor, el deseo de amar a Dios viene de que Dios mismo ha puesto esa tendencia en el corazón de las personas.
Debido al pecado original, que se refiere a la tendencia al mal que heredamos, sin la ayuda de la gracia divina, ni siquiera se puede empezar a querer amar a Dios. No obstante, las personas tienen la libertad de elegir creer en Dios y aceptar esa gracia. Las leyes (normas morales) fueron dadas para motivar a buscar la gracia, y la gracia fue otorgada para que las personas pudieran cumplir esas leyes.
El mal moral es el alejamiento voluntario de Dios por parte de la persona, eligiendo amarse a sí misma o a las criaturas en lugar de a Dios; se entiende como una falta de orden correcto en la voluntad, no como algo creado.
La Filosofía de la Historia y la Política
Para Agustín, la historia es la teología de la historia:
- Concibe la historia como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde tiene lugar el drama de salvación.
- Sus reflexiones están hechas desde la caída del Imperio Romano, que había sido considerado como definitivo y eterno. Este hecho histórico constituyó un estímulo para la reflexión sobre la historia y el Estado.
Hay dos ciudades según Agustín:
- Aquellos que se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios, estos constituyen la ciudad terrena.
- Aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos, estos constituyen la ciudad de Dios.
Podríamos interpretar que identifica la ciudad terrena con el Estado, y la ciudad de Dios con la Iglesia, pero como los criterios utilizados son de carácter moral, ambas ciudades estarían mezcladas. No obstante, Agustín insiste en la imposibilidad de que el Estado, cualquier Estado, realice auténticamente la justicia, al menos que su actuación esté informada por los principios morales del cristianismo. Caben dos interpretaciones:
- El Estado tiene que estar sometido a la Iglesia, y si hay leyes que discrepan con la Iglesia se desobedecen, ya que la Iglesia es superior al Estado.
- Minimización del papel del Estado, reduciendo su papel a mero organizador de la convivencia, de la paz y del bienestar temporales.
Papel del Estado: procurar el bien material.
Papel de la Iglesia: procurar el bien espiritual.
El Pensamiento de Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino adopta y desarrolla varias ideas clave de Aristóteles:
- Teoría del movimiento: El movimiento se define como el paso de la potencia al acto, que solo ocurre bajo la acción de algo ya en acto. Clasifica el movimiento en sustancial (cambios en la existencia de sustancias, generación y corrupción) y accidental (cambios en propiedades, cuantitativo, cualitativo y local).
- Composición hilemórfica: Las sustancias naturales son una combinación de materia y forma. Afirma que cada sustancia tiene una única forma sustancial y que las sustancias inmateriales son formas puras, sin materia.
- Distinción entre sustancia y accidentes: Diferencia entre lo que constituye la esencia de un ente (sustancia) y sus propiedades no esenciales (accidente).
- Teoría de las cuatro causas: Reconoce las causas material, formal, eficiente y final como principios explicativos de los fenómenos naturales.
Relación entre Razón y Fe
Tomás de Aquino busca armonizar razón y fe, enfrentándose al agustinismo (“creo para entender”) y evitando el averroísmo de la doble verdad. Inspirado por Aristóteles, distingue entre dos tipos de conocimiento (razón y fe) y de verdades (filosóficas y teológicas). Las verdades filosóficas se alcanzan mediante la razón, mientras que las teológicas provienen de la revelación divina.
Existen verdades que pertenecen tanto a la fe como a la razón, como los “preámbulos de la fe” (“Dios existe” o “el alma es inmortal”), que pueden demostrarse racionalmente y no son dogmas de fe estrictos. Para Tomás, razón y fe tienen un origen común en Dios, por lo que no deben contradecirse. En caso de conflicto, la fe prevalece, ya que los errores serían del razonamiento humano.
En su visión, razón y fe son independientes en ciertos aspectos, pero colaboran en otros, con la razón subordinada a la fe cuando es necesario, siempre buscando un equilibrio favorable a la fe.
El Conocimiento
Para Tomás, el conocimiento articula la fe (conocimiento revelado) y la razón (conocimiento natural). Sostiene que el conocimiento intelectual tiene su origen en el conocimiento sensible: los sentidos proporcionan los datos a partir de los cuales el entendimiento elabora conceptos.
Problema de la Universalidad
Los conceptos universales representan características generales, válidas para todos (“el hombre es libre”), aunque los sentidos solo perciban objetos particulares e individuales. El desafío es pasar de percepciones particulares a conceptos universales.
Proceso de Abstracción
El conocimiento parte de las representaciones sensibles (“fantasmas” o imágenes mentales) generadas por las percepciones. El entendimiento posee dos capacidades:
- Entendimiento agente: Universaliza los datos sensibles, abstrae lo general despojando las características individuales.
- Entendimiento posible: Conoce universalmente gracias a los conceptos abstractos elaborados por el entendimiento agente.
Proceso del Conocimiento
- Las percepciones sensibles dejan imágenes en la imaginación o memoria.
- El entendimiento agente abstrae lo universal de estas imágenes.
- El entendimiento posible forma los conceptos universales a partir de estas abstracciones.
El entendimiento conoce principalmente lo universal (la esencia humana, por ejemplo), no al individuo concreto. Solo al volver su mirada a la imagen original puede reconocer al individuo del que partió el concepto universal.
Dios
Tomás de Aquino concibe a Dios como un ser necesario, acto puro, perfecto e inmutable, cuya actividad es pensarse a sí mismo. Aunque influido por Aristóteles, Tomás defiende el creacionismo, donde Dios, al pensarse, conoce, ama y cuida su creación. Tomás señala que la existencia de Dios no es evidente para el ser humano debido a la limitación de la razón y la incomprensibilidad de la esencia divina. Por ello, debe mostrarse racionalmente, siendo un ejemplo de preámbulo de la fe, donde convergen filosofía y teología.
El conocimiento humano de Dios es limitado e indirecto, basado en la experiencia. Se accede a su comprensión a través de:
- Vía de negación: Excluir de Dios características incompatibles con un ser perfecto.
- Vía de atribución: Atribuirle todas las perfecciones conocidas en grado máximo.
Las Cinco Vías para Demostrar la Existencia de Dios
Tomás propone cinco vías a partir de la experiencia sensible, partiendo de hechos observables para llegar a una causa suprema:
- Movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otro. Para evitar un retroceso infinito, debe existir un primer motor inmóvil: Dios.
- Causalidad eficiente: Todo efecto tiene una causa. No puede haber una cadena infinita de causas; debe haber una causa primera: Dios.
- Contingencia: Los seres contingentes (pueden no existir) requieren un ser necesario que garantice la existencia: Dios.
- Grados de perfección: Los grados de perfección observados en los seres implican la existencia de un ser con perfección absoluta: Dios.
- Orden del mundo: El orden observable en la naturaleza sugiere un diseño intencional, atribuible a una inteligencia suprema: Dios.
Tomás afirma que estas demostraciones racionales concluyen que existe un ser cuya esencia consiste en su existencia, pleno, infinito y con todas las perfecciones. Este ser es Dios.
La Realidad
Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, afirma que la realidad está formada por materia y forma: la materia es la potencia (la posibilidad de ser algo) y la forma es lo que define lo que algo es. Además, añade las causas eficiente y final para completar la explicación de los seres reales. Sin embargo, critica que, desde la perspectiva aristotélica, los seres parecen necesarios y no contingentes, lo que contradice la idea de una creación libre por parte de Dios.
Para Tomás, la esencia y la existencia son distintas: la esencia es lo que define a un ser (lo que es), mientras que la existencia es el acto de ser real (existir). En los seres creados, la existencia no es parte necesaria de su esencia, ya que son contingentes (pueden existir o no). Dios, como creador, es quien otorga la existencia a los seres, ya que ninguna esencia creada lleva implícita su necesidad de existir. Además, el acto de ser se realiza en distintos grados de perfección según la esencia: un ser humano tiene mayor perfección que un animal, este más que una planta, y así sucesivamente. Los entes creados participan del “ser” en proporciones diferentes según su capacidad.
La Ética
La ética de Tomás distingue entre acciones humanas (voluntarias y orientadas a un fin, gobernadas por razón y voluntad) y otras acciones no controladas plenamente. Solo las acciones humanas son objeto de la filosofía moral, ya que reflejan la libertad y responsabilidad del ser humano.
Tomás acepta el principio aristotélico de que el fin último del hombre es la felicidad, alcanzada mediante el conocimiento. Sin embargo, para Tomás, la felicidad perfecta no se encuentra en el conocimiento natural de Dios, sino en la visión beatífica, que es posible solo en la otra vida mediante una iluminación divina. Esto convierte su ética en religiosa.
La ética tomista se basa en la ley natural, una normativa objetiva derivada de la naturaleza humana concebida teleológicamente. Inspirada en el estoicismo, esta ley rige el comportamiento humano según las tendencias naturales y racionales.
Fundamentos de la Ley Natural
La ley natural se fundamenta en tres órdenes de tendencias:
- Conservación de la existencia: Impone el deber moral de preservar la propia vida.
- Procreación y cuidado de los hijos: Establece normas sobre familia y educación.
- Búsqueda de la verdad y vida social: Incluye la convivencia ordenada y la inclinación al conocimiento, especialmente hacia Dios como fuente última de verdad.
Características de la Ley Natural
- Evidencia: Sus principios son claros y comprensibles.
- Universalidad: Aplicables a todos los humanos, más allá de culturas y épocas.
- Inmutabilidad: Permanecen constantes a lo largo del tiempo.
La ley positiva concreta los principios de la ley natural en normas específicas para regular la convivencia en sociedad. Sin embargo, si una ley positiva entra en conflicto con la ley natural, el hombre debe obedecer esta última.
En resumen, la ética de Tomás busca armonizar la naturaleza racional del hombre con su dimensión trascendental, estableciendo un marco normativo basado en la razón, la voluntad y la fe.
La Política
Tomás de Aquino, inspirado por Aristóteles, considera que el hombre es naturalmente sociable y que la sociedad civil es necesaria para perfeccionar la vida humana. Afirma el valor positivo de la actividad política como parte esencial de la naturaleza humana, destacando el uso de la razón y el lenguaje para cooperar en la construcción de comunidades orientadas al bien común.
El gobierno legítimo es aquel que promueve el bien común de manera moralmente aceptable y conforme a la ley natural. Tomás sostiene que el poder político debe subordinarse a los principios cristianos, lo que legitima el derecho de la Iglesia a intervenir en gobiernos que actúen en contra de dichos principios.
Siguiendo a Aristóteles, Tomás defiende una monarquía mixta, combinando elementos de aristocracia y democracia, como la forma más adecuada de gobierno.
El Estado tiene independencia relativa en la búsqueda del bien común, pero está subordinado a la Iglesia, cuya misión es guiar a la humanidad hacia el fin último, la visión beatífica. Tomás compara esta relación con la de la fe y la razón: la razón tiene su ámbito propio, pero depende de la teología; de manera similar, el Estado sirve a la Iglesia.
El Papa, como cabeza de la Iglesia, tiene autoridad superior al poder civil, ya que persigue un objetivo trascendental: la salvación y la felicidad eterna, mientras que el poder civil se limita a fines intermedios como el bien común.
Tomás defiende una visión jerárquica tanto de la realidad como de la sociedad, afirmando que:
- Toda ley deriva de la ley natural, que, a su vez, proviene de Dios.
- Todo poder tiene su origen en Dios.
Reconoce posibles contradicciones aparentes entre la razón y la fe. Por ejemplo, la razón podría demostrar que el mundo es eterno o el alma corruptible, mientras que la fe sostiene lo contrario. Sin embargo, Tomás no acepta esta separación total y busca una integración armónica entre ambas, a diferencia del averroísmo que defendía la autonomía absoluta de la razón frente a la fe.
En resumen, Tomás de Aquino ve la política como una herramienta necesaria para el bien común, pero subordinada al propósito religioso y moral último, con la Iglesia como guía suprema de la sociedad.