La Filosofía de San Agustín: Razón, Fe e Iluminación en el Pensamiento Patrístico

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San Agustín

1. Cristianismo y Filosofía: El Encuentro

El encuentro entre el cristianismo y la filosofía ocurrió durante el Imperio Romano. El cristianismo trajo doctrinas radicalmente nuevas, ajenas a los filósofos griegos, como la idea de la Creación. Estas doctrinas ponen a Dios en relación con la historia, el cosmos y una inteligencia ordenadora. Si el cristianismo se hubiera limitado a una teoría en la que Dios es solo el origen del universo, se fundiría en otras corrientes del pensamiento.

El cristianismo, sin embargo, presenta a Dios como providente (que se ocupa de los asuntos humanos) y lo sitúa en el centro de la historia.

2. Razón y Fe (354-430)

San Agustín conoció el platonismo a través de obras como El Fedón (sobre la inmortalidad) y El Timeo (sobre el origen y la formación del universo). Creía que el platonismo era afín a la fe cristiana. No se preocupó por establecer fronteras rígidas entre fe y razón; para él, el objetivo era la comprensión de la única verdad cristiana, mediante la colaboración de ambas.

La Colaboración entre Razón y Fe

  1. La razón ayuda a alcanzar la fe: El asentimiento a las verdades de la fe debe ir precedido por algún trabajo de la razón. Gran parte de las verdades son demostrables por la razón.
  2. La fe orienta e ilumina la razón: La auténtica sabiduría no es la filosofía, sino la actividad racional de la fe.
  3. La razón contribuye a esclarecer los contenidos de fe: Después de aceptarla, la razón permite profundizar lo que dice la fe. La filosofía es una técnica racional para profundizar en la fe y alcanzar la sabiduría.
  4. La sabiduría se vuelve ancilla theologiae: La fe culmina la razón y la razón nos lleva a la cumbre de la fe. Hay que entender para creer y creer para entender. La fe tiene prioridad sobre la razón; no es incompatible con ella, pero la necesita. La fe no suplanta la inteligencia, sino que la estimula, siendo ambas complementarias.

3. Teoría del Conocimiento: La Iluminación

San Agustín afirma que la verdad habita en el hombre interior, estableciendo una relación directa del alma con Dios. A través de una serie de conversiones sufridas en su propia existencia, entiende la vida como una búsqueda de Dios a través del amor. Su punto de arranque es la intimidad de la conciencia y la negación del escepticismo, aunque reconoce la duda.

Interpretación Platónica del Conocimiento

Interpreta el problema del conocimiento de un modo platónico, realizando dos adaptaciones clave:

  • Convierte las Ideas platónicas en Pensamientos de Dios.
  • Replantea la doctrina de la reminiscencia y propone la Iluminación y la preexistencia del alma.

La Doctrina de la Iluminación y la Verdad Eterna

A la luz de Dios, el hombre descubre verdades eternas impresas en el corazón, diseñadas por Dios para los humanos. San Agustín considera que la noción de verdad tiene varios significados. Demostrar la existencia de la verdad coincide con la existencia de Dios.

La prueba de la verdad es el pensamiento, que comienza con la aprehensión por la mente de verdades inmutables. Estas verdades son superiores a la mente, están fundadas en el Ser y reflejan el fundamento de la verdad e inmutabilidad de Dios. El hombre encuentra en su alma imágenes de cosas y juicios de comparación que establecen la mayor o menor proximidad de cada una a un modelo ideal.

Las Dos Partes de la Razón

La razón se divide en dos partes:

  • Parte Inferior: La razón se ocupa del mundo sensible y temporal. Mediante ella, el hombre consigue la ciencia del mundo.
  • Parte Superior (Inteligencia): La inteligencia se ocupa directamente de lo inteligible y eterno, lo que equivale a la sabiduría.

Nosotros podemos conocer los ideales según la teoría de la Iluminación, en la que Dios es una luz sin la que el hombre estaría perdido. Dios actúa sobre los hombres y les permite captar lo inteligible.

4. Adecuación del Orden Político: Las Dos Ciudades

La justicia auténtica se alcanza cuando estamos sometidos a Dios en todo, reflejando la vida del creyente. Sin esta justicia, no hay propiamente sociedad.

San Agustín describe el fundamento de la Ciudad de Dios (Civitas Dei) frente a la Ciudad Terrenal (Civitas Terrena). La condena o la felicidad esperan a los ciudadanos de cada una, dependiendo de su adhesión al amor propio o al amor a Dios.

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