La Filosofía Política y Ética de Rousseau: Del Estado de Naturaleza al Contrato Social
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El Problema de la Política en Rousseau
Rousseau considera que una reforma educativa no es suficiente para resolver los problemas de la sociedad, ya que existen personas que actúan según el derecho del más fuerte. El problema no reside únicamente en el individuo, sino en las relaciones interpersonales. Incluso si todos fueran educados de manera libre y autónoma, una mala organización social podría inducir a las personas a actuar solo por interés propio.
Una solución aparente sería retornar al "estado de naturaleza", una condición sin autoridad donde prevalece la libertad natural. Sin embargo, este estado presenta desventajas significativas, como la falta de eficiencia para la supervivencia y la incapacidad para resolver problemas comunes. Por ello, Rousseau propone la creación de un Estado donde, aunque se pierde parte de la libertad natural, se gana la eficiencia necesaria para sobrevivir y prosperar colectivamente.
El Contrato Social y la Voluntad General
Un Estado legítimo debe conservar la mayor libertad posible para sus ciudadanos. Para lograrlo, Rousseau propone el "contrato social", un pacto que busca establecer un orden social justo. Según este pacto, las leyes no deben imponerse por la fuerza, sino tener una base moral sólida, de modo que los ciudadanos las obedezcan por convicción y reconocimiento de su legitimidad.
En este contrato, cada individuo cede parte de su libertad natural bajo la condición recíproca de que todos los demás hagan lo mismo. De esta cesión mutua nace la “voluntad general”, una voluntad colectiva que representa los intereses fundamentales y el bien común de la sociedad en su conjunto. De este modo, las leyes son legítimas porque emanan de la colectividad (todos las crean) y se aplican a todos por igual (todos las obedecen), evitando la imposición de voluntades individuales o particulares.
La República: Soberano y Estado
El contrato social da lugar a la república. En ella, el conjunto de ciudadanos actúa como soberano (poder activo que legisla) y conforma el Estado (entidad pasiva que es gobernada y obedece las leyes). Surge así un pueblo donde todos son, simultáneamente, ciudadanos activos (participantes en la autoridad soberana, decidiendo las leyes) y súbditos pasivos (sujetos a las leyes que ellos mismos han creado).
El poder legislativo debe residir exclusivamente en la voluntad general, expresada a través de la asamblea de todos los ciudadanos. En cambio, el poder ejecutivo (el gobierno) puede adoptar diversas formas (monarquía, aristocracia, democracia), pero siempre subordinado al poder legislativo soberano. Es por esto que, según Rousseau, las personas no pierden su libertad al entrar en sociedad, sino que la transforman y la aseguran: la libertad civil consiste en obedecer las leyes que uno mismo se ha dado como parte del cuerpo soberano.
Distinción entre Voluntades
Rousseau distingue cuidadosamente entre:
- Voluntades particulares: Los intereses egoístas de cada individuo.
- Voluntad de todos: La simple suma de las voluntades particulares. Esta puede no reflejar el bien común, ya que puede estar dominada por facciones o intereses privados.
- Voluntad general: La expresión del interés común, orientada al bienestar colectivo. Se determina a través de una deliberación pública informada, donde los ciudadanos razonan pensando en lo mejor para la comunidad en su conjunto. El resultado de esta deliberación puede no coincidir con lo que algunos ciudadanos deseaban inicialmente, lo cual, para Rousseau, demostraría que estaban equivocados sobre lo que realmente constituía el bien común.
Legitimidad de las Leyes y Disenso
Las leyes solo son legítimas si provienen de la voluntad general. Los ciudadanos, como miembros activos del soberano, tienen el derecho y la capacidad de cambiarlas si lo consideran necesario para el bien común, pero siempre a través del proceso deliberativo establecido y sin romper el contrato social fundamental. Ceder la soberanía a otro poder (por ejemplo, a un representante no revocable o a un monarca absoluto) destruiría la república y la libertad, pues el soberano (el pueblo) dejaría de existir como tal.
En una república bien constituida, los ciudadanos deben obedecer las leyes vigentes hasta que estas sean modificadas legítimamente mediante la deliberación pública. Sin embargo, un ciudadano puede discrepar de una ley. Rousseau contempla dos formas de desacuerdo:
- Por razón (cuestionando la correspondencia con la voluntad general): Si el ciudadano considera honestamente que la ley no refleja la voluntad general, tiene el derecho y el deber de expresar su desacuerdo en la asamblea para que se discuta y, si procede, se modifique.
- Por interés personal (actuando desde la voluntad particular): Si el ciudadano no está de acuerdo simplemente porque la ley no le beneficia personalmente o le resulta inconveniente, entonces está actuando desde su voluntad particular y no desde la perspectiva del bien común.
Rousseau explica que, al entrar en la república mediante el contrato social, el ciudadano intercambia su libertad natural (la libertad ilimitada pero precaria de actuar según sus impulsos individuales) por la libertad civil, que consiste en actuar de acuerdo con la voluntad general y estar protegido por la fuerza común. La libertad natural puede conducir a abusos y al dominio del más fuerte; la libertad civil, en cambio, protege el bien común y la igualdad ante la ley.
El Poder Coactivo del Estado
Por eso Rousseau cree que el contrato social requiere que el Estado posea un poder coactivo para hacer cumplir las leyes. Sin este poder, el derecho se convierte en letra muerta y la república no puede subsistir. Esto no debe entenderse como una tiranía, sino como una garantía de justicia y libertad para todos. Si no existiera la coacción, algunos individuos podrían disfrutar de los derechos del ciudadano sin querer cumplir los deberes del súbdito, lo que inevitablemente llevaría a la ruina del cuerpo político. En palabras de Rousseau, obligar a un ciudadano a obedecer la ley es, en última instancia, "obligarle a ser libre", es decir, a seguir la voluntad general que él mismo ha contribuido a formar.
El Problema de Dios y la Religión Civil en Rousseau
Rousseau piensa que para el buen funcionamiento de una sociedad no basta con establecer leyes y esperar su cumplimiento. Considera necesario algo más: una especie de creencia común, una fe puramente civil, que fomente el respeto a las leyes y el sentimiento de pertenencia al grupo. A esto lo llama religión civil.
No se trata de una religión tradicional con dogmas complejos o rituales específicos, sino de un conjunto mínimo de creencias simples y socialmente útiles:
- La existencia de una divinidad poderosa, inteligente y benévola.
- La creencia en una vida futura donde los justos serán recompensados y los malvados castigados.
- La santidad del contrato social y de las leyes.
Según Rousseau, estas ideas ayudan a que incluso quienes no estén internamente convencidos por la razón o la moralidad se sientan obligados a respetar las normas sociales fundamentales. Si alguien rechaza públicamente estas creencias básicas, no se le considera impío (en el sentido religioso tradicional), sino insociable, es decir, incapaz de convivir adecuadamente con los demás y de respetar los fundamentos del pacto social, pudiendo ser desterrado del Estado.
Además, Rousseau establece que esta religión civil debe tener un importante "dogma negativo": la prohibición absoluta de la intolerancia religiosa. Piensa que las religiones tradicionales suelen ser intolerantes, especialmente cuando afirman que solo sus creyentes se salvarán ("Fuera de la Iglesia no hay salvación"). Para Rousseau, la república puede y debe tolerar cualquier religión cuyos dogmas no contradigan los deberes del ciudadano ni los principios de la fe civil. Sin embargo, aquella religión que sea intrínsecamente intolerante no puede ser tolerada, pues la intolerancia es contraria a la paz social.
La Religión Natural
Por otro lado, Rousseau también defiende la existencia de una religión natural, que no depende de iglesias, revelaciones o doctrinas oficiales. Cree que toda persona, mediante la introspección y la contemplación de la naturaleza (el "libro de la naturaleza"), puede sentir la existencia de Dios, admirar el orden del universo y descubrir los principios morales básicos inscritos en su conciencia (la "voz de la naturaleza"). Para Rousseau, esta conexión con la divinidad debe ser personal, íntima y directa, sin la necesidad de intermediarios eclesiásticos, los cuales, a menudo, complican y corrompen lo que debería ser una relación sencilla y natural con lo divino.
El Problema de la Ética y el Origen del Mal Moral según Rousseau
El mal moral, según Rousseau, no es inherente a la naturaleza humana, sino que surge como consecuencia del paso del ser humano del estado natural a la vida en sociedad. En el estado natural, las personas son fundamentalmente buenas (o, más precisamente, pre-morales), libres, independientes y guiadas por impulsos naturales básicos como el amor de sí (instinto de autoconservación) y la piedad (repugnancia natural a ver sufrir a otros seres sensibles). En esta condición, no causan daño intencionalmente porque no existen las comparaciones sociales ni las rivalidades que genera el amor propio.
Sin embargo, al comenzar la vida en sociedad y desarrollarse la propiedad privada y la interdependencia, surgen la comparación, la envidia, la ambición y el deseo de superar a los demás. Estas pasiones, agrupadas bajo el término amor propio (un sentimiento relativo y social que busca la estima y la superioridad), rompen la armonía original y generan conflictos, desigualdades y corrupción moral.
Vías para Corregir el Mal Moral
Para corregir este mal moral derivado de una sociedad mal constituida, Rousseau propone dos caminos complementarios:
- La reforma educativa: Desarrollada en su influyente obra Emilio, o De la educación, plantea una pedagogía radicalmente distinta, basada en la libertad, la autonomía y el desarrollo natural del niño, protegiéndolo de las presiones y convenciones sociales corruptoras. El objetivo es permitir que el ser humano conserve su bondad natural original y crezca de forma auténtica, desarrollando su razón y su juicio moral de manera independiente. Esta educación negativa (que busca más preservar del vicio que inculcar la virtud) fomenta el contacto directo con la naturaleza, pues Rousseau cree que en ella el individuo puede encontrar las condiciones para preservar su libertad original y evitar la corrupción social.
- La reforma política a través del contrato social: Expuesta en Del Contrato Social, busca establecer un pacto legítimo entre ciudadanos libres e iguales para construir una sociedad justa, fundamentada en la voluntad general. A través de leyes que emanan del soberano (el pueblo) y que se aplican a todos por igual, se busca recrear artificialmente las condiciones de libertad e igualdad perdidas del estado natural, pero dentro de un marco social organizado. De este modo, aunque las personas vivan en sociedad, pueden preservar ciertos aspectos de su bondad natural y mitigar los efectos negativos de la interdependencia social y del amor propio desbocado.
Ambas vías —la educación individual y la reforma política colectiva— intentan proteger la bondad natural del ser humano y limitar la corrupción moral que surge inevitablemente en la vida social mal organizada, buscando conciliar la naturaleza con la cultura, la libertad individual con la autoridad legítima.