La Filosofía Platónica: Epistemología y Antropología del Alma
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La Teoría Platónica del Conocimiento y la Ciencia
El estado intermedio entre el mundo sensible y el mundo inteligible en que se encuentra el alma humana nos exige explicar el proceso por el que llegamos a conocer las ideas. En este proceso, colabora un elemento emocional que impulsa al alma en su progreso hacia las ideas: el amor.
Cuando sentimos, no solamente percibimos color, calor, figura, movimiento, etc., sino que también comprendemos otras propiedades que no podemos sentir. Ya la primera vez que hemos sentido, hemos tenido que pensar, por ejemplo, en la idea de ser. Nuestro pensamiento se dirige espontáneamente a alguna idea; es enteramente como si la recordáramos. Brota como un recuerdo o reminiscencia. Para Platón, todo conocimiento es una recombinación de sensaciones y reminiscencia de ideas.
Platón entiende la dialéctica como el método mediante el cual se asciende gradualmente desde el conocimiento sensible hasta el verdadero conocimiento o contemplación de las ideas. Este ascenso se produce a través de diferentes niveles de conocimiento, ejemplificado mediante el símil de la línea y la alegoría de la caverna.
En este ascenso hasta la idea de lo Bueno en sí, también están implicados la afectividad, el sentimiento y el amor. Para Platón, lo bueno y lo bello van intrínsecamente unidos, de tal manera que el que busca la belleza quiere indirectamente lo bueno. Para que la belleza pueda realizar esta obra, basada en el hecho de que el alma del hombre es esencialmente amor, es preciso que consigamos pasar del amor de los cuerpos sensibles al amor de lo bello mismo. Esto se logra a través de una escala de objetivos del amor cada vez más altos en la jerarquía universal de los sensibles y de las ideas. Solo si nos vemos poseídos por la locura del amor a lo bello eterno ascenderemos la escala.
La Concepción Platónica del Ser Humano
Se percibe un dualismo antropológico entre dos principios opuestos: el cuerpo, que nos vincula al mundo sensible, y el alma, que nos vincula al mundo de las ideas. Al mostrar la naturaleza del conocimiento, es decir, cómo conocemos los seres humanos, Platón considera haber hallado una demostración de que el alma está más cerca de la realidad ideal que de la sensible. La prueba de la inmortalidad del alma es precisamente la índole o género de realidad de los objetos (ideas, formas) que le son propios.
La muerte debe entenderse como la separación del alma inmortal y el cuerpo, que se disuelve. Es necesario que el alma haya existido antes que el cuerpo, en algún contacto con el lugar supraceleste donde habitan y se dejan captar las ideas. Luego, por alguna falta cometida en esta existencia anterior, ha sido condenada a vincularse al cuerpo.
El alma del hombre consta de tres partes o facultades:
- La racional: Asociada a la reminiscencia de las ideas y, sobre todo en el cuerpo, a lo más elevado y digno (la cabeza).
- Lo irascible: Asociada al pecho.
- Lo concupiscible: Asociada al vientre.
Lo irascible es la capacidad heroica del hombre que sirve mucho más fácilmente a lo racional. Gracias a ella, se pueden afrontar grandes peligros físicos, pese a la resistencia del deseo inferior, porque la razón ordena afrontarlo.
Para Platón, el alma ha existido con anterioridad al cuerpo y le sobrevivirá después. El alma está condenada, por alguna falta cometida en una vida anterior, a vivir en una prisión. Con el fin de explicar esta situación, Platón recurre al mito del auriga, también llamado del carro alado.