Filosofía de Nietzsche: Explorando la Voluntad de Poder y el Eterno Retorno

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Teoría del Conocimiento

La moral tradicional, platónico-cristiana, es una moral contra la naturaleza que se opone a la vida, que establece leyes. La base filosófica de esa moral contra-natural es creer que el centro de gravedad del hombre está en el mundo de las ideas y en el más allá cristiano, y no en esta vida. Esta moral no es sino un síntoma de decadencia, de nihilismo. Nietzsche critica la idea de un orden moral trascendente al hombre que le impone cómo debe actuar. Es una moral basada en el resentimiento hacia la vida. Nietzsche combate esa idea diciendo que si Dios ha sido hasta ahora la gran objeción contra la vida, él niega a Dios. Nietzsche solía llamarse inmoralista. Su moral va por caminos distintos que la del cristianismo: propone la exaltación de la vida en su completo desarrollo.

La crítica que Nietzsche hace a la metafísica tiene una estrecha relación con la de la moral. Arremete contra toda concepción del mundo que postula su división en un "mundo sensible" y un "mundo suprasensible". La ontología tradicional concibe la realidad y el ser como estructuras fijas, eternas e inmutables; nace como consecuencia de una moral de esclavos que, incapaz de aceptar la contradicción, necesita un supramundo en el que colocar el bien. Pero ese concepto de verdad es ficticio, un autoengaño. Necesitamos los conceptos, que son ficciones lógicas, gracias a ellas podemos vivir con cierto reposo, seguridad y calma. El conocimiento es el anhelo, la búsqueda de esa verdad ficticia.

No hay una separación entre mundo aparente y mundo verdadero, sino el devenir continuo del ser creando y destruyendo el único mundo existente. Este error arranca de ver el lenguaje como algo autónomo, cuando el lenguaje y la razón son sólo instrumentos al servicio de la vida. Surgió la metafísica y la ciencia, saberes vacíos, que han ahogado la espontaneidad de la vida.

Nietzsche va a criticar igualmente la ciencia positiva porque supone una matematización de la realidad que no nos ayuda a conocer las cosas, sino sólo a establecer una relación cuantitativa con ellas. Las leyes de la naturaleza no son nada más que una suma de relaciones, de las que no conocemos su esencia, sino únicamente lo que nosotros aportamos: el tiempo, el espacio. Nietzsche, por tanto, no ataca la ciencia en sí, sino una metodología determinada: el mecanicismo y el positivismo de su época. Nietzsche critica además la ciencia porque no puede decirnos cómo actuar.

Ética Moral

El nihilismo (del latín nihil, nada) es la característica fundamental de la cultura occidental, cuya moral, metafísica, ciencia y religión se basan en valores nulos. Afirmar el nihilismo es afirmar que "Dios ha muerto", es decir, la existencia entera del ser humano se hunde en el vacío. "Dios ha muerto" significa que nos hemos quedado sin sentido que darle a esta vida. Nietzsche cree que el nihilismo corresponde a la época actual. El nihilismo tiene dos caras: una negativa, como destrucción de los valores vigentes, y otra positiva, la sustitución de esos falsos valores por otros nuevos que la potencien.

La propuesta positiva de Nietzsche la podemos sintetizar basándonos en tres conceptos clave: la voluntad de poder, el eterno retorno y el superhombre.

Concepción de la Realidad

La voluntad de poder expresa la concepción de la realidad que tiene Nietzsche: "voluntad de vivir". El universo entero es un conjunto de fuerzas y energías positivas y negativas, activas y reactivas. Esas fuerzas buscan producir fenómenos más elevados. Nietzsche trata de reconciliar el impulso formal y el impulso instintivo que la metafísica occidental había separado artificialmente. Para Nietzsche, la realidad tiene un carácter móvil, dinámico, porque se está haciendo en un proceso eterno y múltiple.

Esta nueva concepción de la realidad lleva consigo una nueva manera de entender la verdad y el lenguaje. La cuestión ahora es si favorece la vida o no. Por lo que respecta al lenguaje, frente a los conceptos que petrifican el devenir múltiple y cambiante, se exalta el poder de la imaginación metafórica del ser humano. La metáfora es una verdadera perspectiva, una buena metáfora actúa como una pantalla a través de la cual contemplamos el mundo. La única relación posible con la realidad es la artística, la creativa.

El eterno retorno es el intento de Nietzsche de recuperar la visión trágica de la realidad del pensamiento presocrático. Esta unión de devenir y eternidad le permite superar la escisión que establecía el cristianismo entre tierra (lo finito) y cielo (lo infinito). La idea del eterno retorno es trágica, terrible, pues anula toda esperanza: sólo queda la vida, repitiéndose eternamente. Ante esta perspectiva, el hombre nihilista cae en la desesperación. Para Nietzsche, hay que amar la vida de forma que se quiera volver a vivirla. El hombre no es sino un puente hacia el superhombre. Este es aquel espíritu libre que ha logrado superar las tres transformaciones del espíritu: primero se asemeja al camello, ya que carga con el peso de la ley moral; luego, se asemeja al león, que arroja dicha carga y busca el conocimiento; finalmente, se asemeja al niño, cuyas acciones fluyen espontáneamente, sin someterse a ninguna restricción ajena a él mismo.

El superhombre dice sí a la vida y no cree en la igualdad. Es como un niño sin prejuicios, inocente. Concibe la existencia como un continuo experimento. Es un "filósofo-artista".

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