Filosofía Ética de Platón: Virtud, Conocimiento y Felicidad del Alma
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La Ética Platónica: Un Camino hacia la Excelencia y la Felicidad
La ética platónica se orienta a conseguir la felicidad a través del conocimiento, tras la purificación del cuerpo. Un alma que conoce y que busca la sabiduría, propia de la condición humana, busca una vida de excelencia que le impulsa a actuar bien necesariamente. La idea de Bien preside el ideal moral.
El Conocimiento como Fundamento de la Virtud
Quien, a través de la dialéctica, llega al conocimiento, puede actuar bien. Como afirmó Sócrates, y Platón adoptó y complementó con la teoría pitagórica sobre el alma: «una vida feliz es una vida consciente y reflexiva».
La purificación es necesaria; de lo contrario, el alma se verá obligada a sucesivas reencarnaciones en otros cuerpos hasta alcanzar la verdad. La virtud, o disposición a actuar bien, emana del conocimiento, de la excelencia del alma liberada de la ignorancia. Para actuar correctamente, necesitamos disponer del saber adecuado; la mala acción no es voluntaria, sino producto de la ignorancia. El conocimiento es imprescindible para ser virtuoso; la verdad cobra categoría moral. Cuanto mayor sea el conocimiento, más justas y buenas serán las acciones.
La Armonía del Alma: Virtudes Cardinales
Para lograr la virtud, el alma debe ejercitarse y conseguir que sus partes desarrollen la virtud propia:
- La sabiduría (sophia) en la parte racional, que implica agudeza de espíritu y supone la virtud de la prudencia (phronesis), es la capacidad de hacer lo adecuado en cada situación.
- La fortaleza (andreia) en la parte irascible, que implica el esfuerzo por sobreponerse a las dificultades, cuyo resultado es la virtud de la valentía.
- La templanza (sophrosyne) en la parte concupiscible, que supone el dominio de uno mismo, logrando la serenidad y la moderación al controlar las pasiones que alteran la paz de la psique, fomentando así el autocontrol.
La parte racional, que es la superior, debe dirigir a las otras dos (irascible y concupiscible o apetitiva), logrando la justicia (dikaiosyne), que armoniza y engloba a todas las virtudes, y supone la salud del alma. El elemento racional debe prevalecer sobre el irascible y el concupiscible para alcanzar la mayor perfección posible, ya que el cuerpo siempre es un lastre para su acción.
La imagen de la virtud se representa en el auriga que controla a los caballos de las pasiones nobles e innobles. Cuando el ser humano domine sus apetitos, podrá obrar con virtud, en consonancia con el Bien. Estas virtudes son básicas o cardinales porque orientan la acción.
La Ética en la Polis: Realización del Individuo
Las disposiciones éticas se ponen de manifiesto en la acción del individuo que se desarrolla en la polis, el espacio de realización del ser humano. La sociedad ideal estará organizada de acuerdo con las partes del alma desarrolladas y las virtudes propias de cada grupo social, aspirando a la excelencia del individuo y la comunidad.