La Filosofía de Descartes: Del Método a las Sustancias

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 5,86 KB

El Método Cartesiano: Fundamentación del Conocimiento

El problema que muy pronto preocupó a René Descartes era el de la fundamentación del conocimiento. Dado que la razón humana es una herramienta valiosa y eficaz, pero a la filosofía le faltaba un método adecuado para alcanzar verdades indudables. Para superar esta carencia, Descartes propone un método eficaz, el mismo utilizado por los geómetras. De esta manera, Descartes introduce el método matemático en la filosofía. De acuerdo con Galileo, veía la matemática como la ciencia racional que pone orden.

En su obra fundamental, el Discurso del Método (1637), establece las cuatro reglas fundamentales de su método:

  • Evidencia: No admitir como verdadero nada que no se presente a la mente de forma clara y distinta, sin posibilidad de duda.
  • Análisis: Dividir cada una de las dificultades que se examinan en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor.
  • Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos.
  • Enumeración: Realizar recuentos tan completos y revisiones tan generales que se esté seguro de no omitir nada.

La Duda Metódica y la Primera Verdad

Descartes realiza una crítica radical de todo el saber y considera no fiables todos los conocimientos previos. Esta es su famosa duda universal y metódica, fundamentada en varios argumentos:

  • La incertidumbre de los datos sensoriales: Descartes duda de todos los datos que se originan en los sentidos, ya que estos a menudo nos engañan.
  • Los errores de razonamiento: Es válido dudar de todos los razonamientos que se han tenido, incluso los matemáticos, pues podemos equivocarnos al aplicarlos.
  • La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia: Existe la posibilidad de que todos los pensamientos del estado de vigilia sean en realidad sueños, lo que nos impide discernir la realidad.
  • La hipótesis del genio maligno: Supone la existencia de un "genio maligno, astuto y engañador" que nos lleva a tomar como evidentes cosas que no lo son, incluso las verdades más simples.

"Pienso, luego existo" (Cogito, ergo sum)

Esta sería la primera verdad incuestionable a la que accede Descartes, una verdad que resiste incluso la duda del genio maligno. El acto mismo de dudar implica la existencia de un sujeto que duda. El Cogito cumple dos funciones esenciales:

  • Justifica la existencia de un yo pensante (res cogitans) diferenciado del cuerpo.
  • Se convierte en un principio modélico para todas las verdades futuras, al ser una idea clara y distinta.

Las Tres Sustancias Cartesianas

A partir del Cogito, Descartes llegó a distinguir cuáles son las tres sustancias que componen la totalidad de lo que es real:

1. El Yo Pensante (Res Cogitans)

Es la existencia de un yo pensante, una sustancia cuya esencia es el pensamiento, una res cogitans o alma. Descartes concluye que puedo dudar de la existencia de mi cuerpo y del mundo que me rodea, pero no puedo dudar de mi propia subjetividad. La subjetividad es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones, etc.

Descartes clasifica las ideas en tres tipos:

  • Adventicias: Son las ideas que provienen de la experiencia sensible (ej. la idea de un árbol).
  • Facticias: Son las ideas que inventamos arbitrariamente nosotros mismos, combinando otras ideas (ej. la idea de un centauro).
  • Innatas: Son las ideas que emergen de la propia facultad de pensar, que nacen con nosotros y son claras y distintas (ej. la idea de Dios, la idea de perfección, los principios lógicos).

2. Dios, la Sustancia Divina (Res Divina)

Descartes considera que el yo pensante, aunque existe, no es perfecto. Sin embargo, a pesar de su imperfección, posee la idea de perfección. Esta idea innata es la idea de un ser perfecto: la idea de Dios. Descartes da un paso más que otros filósofos: Dios se convierte en la garantía del conocimiento. Si Dios es perfecto y veraz, no puede permitir que nos engañemos cuando usamos correctamente nuestra razón. Para demostrar la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo argumento ontológico de San Anselmo, entre otros.

3. El Mundo, la Sustancia Extensa (Res Extensa)

Del yo pensante no puedo dudar, pero del cuerpo, sí. Sin embargo, si yo tengo una idea clara y distinta de mi cuerpo como algo extenso, y existe un Dios perfecto y veraz, este Dios no puede permitir que me engañe cuando hago uso adecuado de mi razón. Así, además de la sustancia pensante, existe una sustancia finita y creada: los cuerpos, con un atributo fundamental, la extensión (ocupar un lugar en el espacio). La materia extensa constituye la tercera sustancia de la metafísica cartesiana.

Para Descartes, cualquier ser vivo, incluido el cuerpo humano, no es más que un simple mecanismo. Ahora bien, el yo pensante (alma) y la materia (cuerpo) son dos realidades independientes (dualismo cartesiano). Se comunican entre sí porque hay un punto en nuestro cuerpo, la glándula pineal, situada en medio del cerebro, y donde se alojaría el alma, sirviendo de puente entre ambas sustancias.

Entradas relacionadas: