Filosofía de David Hume: Crítica de las Sustancias, Ética y Política

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Crítica de las Tres Sustancias

Este documento explora la crítica de David Hume a las tres sustancias fundamentales:

El Mundo Exterior (Sustancia Material)

El "Mundo", o Res Extensa, es una palabra que engloba todas las percepciones sensibles. Hume argumenta que no tenemos una impresión directa del mundo exterior. Para Hume, el mundo es similar a un periódico, una construcción basada en nuestras experiencias sensoriales.

El Yo y el Alma (Sustancia Espiritual)

La idea del "Yo" se deriva de la memoria y la sucesión de diferentes impresiones e ideas. Hume sostiene que no existe una impresión directa del Yo, el Alma o un Sujeto; son producto de la imaginación y, por lo tanto, indemostrables. La existencia de cosas fuera de nosotros es, para Hume, una cuestión de creencia.

Dios

Hume argumenta que no tenemos una impresión de Dios, por lo que esta idea también es fruto de la imaginación y, por tanto, intransmisible. Presenta dos argumentos contra las pruebas de la existencia de Dios:

  1. Contra Descartes: De una idea no podemos deducir su existencia. El conocimiento se basa en las impresiones, no al revés.
  2. Contra Santo Tomás: Dios no puede ser ni causa final ni causa eficiente del mundo. La creencia en un Creador es producto de la Ley de Causalidad que opera en nuestra mente.

En resumen, Dios, el Alma y el Mundo son indemostrables, no son objeto de conocimiento, sino de creencia.

La Ética

Hume defiende el emotivismo moral, oponiéndose al intelectualismo moral. La moral se fundamenta en el sentimiento. La razón no puede juzgar sobre lo moral porque lo moral no pertenece a ninguno de los dos tipos de conocimiento.

La ética no es una relación de ideas. Hume compara la muerte de un árbol padre por el crecimiento de su hijo con el asesinato de un padre humano por su hijo. Aunque las relaciones son similares, la repercusión en la persona que observa es distinta.

Tampoco es una cuestión de hecho, ya que no tenemos impresión del Bien o el Mal. Hacemos juicios de hecho, no de valor. Al observar un asesinato, vemos los hechos objetivamente, y solo cuando reflexionamos sobre ello surge un sentimiento de reprobación.

Nuestro comportamiento está impulsado por las pasiones, que son impresiones (de reflexión), siendo el orgullo y la voluntad las más importantes. La voluntad es arracional, contraria al racionalismo, por lo que la Libertad racionalista no existe.

La razón es esclava de las pasiones. Solo podemos juzgar una acción como buena o mala a través del Sentimiento Moral. La razón aclara las circunstancias. El ejemplo de Edipo ilustra esto: al darse cuenta de que ha matado a su padre y se ha casado con su madre, el dolor (una pasión) lo atormenta y se arranca los ojos. El sentimiento juzga, y son virtuosas aquellas acciones cuya contemplación produce un sentimiento agradable.

El Sentimiento Moral es el criterio para el juicio cuando surge de una consideración desinteresada, tras asegurarnos de las intenciones del agente y cuando el sentimiento es universalizable.

La moral de Hume se basa en la pasión de la Simpatía: tendemos a experimentarla por los demás y por lo bueno para la sociedad, orientada hacia el Bien Común.

Sociedad y Política

Las instituciones sociales y el Estado son convenciones sociales para el Bien Común. La obediencia o sumisión al gobierno se basa en la utilidad que reporta, lo que justifica la Revolución. La Justicia es una invención cultural, dependiente del momento. Experimentamos simpatía hacia la Justicia, y lo mismo ocurre con la propiedad privada, el Derecho y la obligación.

Hume justifica el Liberalismo económico y el capitalismo, y su pensamiento está marcado por un utilitarismo que solo puede darse en un sistema democrático como el de Gran Bretaña.

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