Filosofía Cartesiana: Dualismo, Existencia de Dios y Ética Provisional
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El Concepto Antropológico de Descartes
En el ser humano hay dos sustancias separadas e independientes: cuerpo (sustancia extensa) y alma (sustancia pensante). El yo es una cosa que piensa, el alma, entera y absolutamente distinta del cuerpo; es indivisible, inmortal y puede existir sin el cuerpo. Esta independencia se justifica como una de las primeras ideas innatas que se percibe con absoluta claridad y distinción. Las facultades del alma son la memoria, el sentido común, la imaginación, el entendimiento y la voluntad. La unión del cuerpo y el alma es accidental. El alma conoce y se da cuenta de todo lo que le sucede al cuerpo, por lo que el alma es conciencia.
El cuerpo, como toda realidad física, no puede actuar libremente (mecanicismo), pero el alma inmortal sí puede actuar de forma libre y, por ello, debe gobernar al cuerpo.
Las dos sustancias de que está hecho el hombre son heterogéneas y, sin embargo, es evidente que entre el alma y el cuerpo hay una comunicación que Descartes justifica recurriendo a la glándula pineal, situada en el cerebro, como el punto desde el que el alma acciona sobre el cuerpo, como desde un puesto de mando. Descartes reconocerá que no hay una idea clara sobre esta cuestión. El problema de la comunicación de las sustancias queda abierto.
Dios: La Sustancia Infinita
Entre las ideas innatas, Descartes encuentra la idea de infinito (Dios, a quien corresponde la perfección).
Descartes prueba su existencia con dos argumentos:
El Argumento de la Objetividad de las Ideas
Afirma: «La idea de un ser infinito y más perfecto que yo, solo puede haber sido puesta en mí por un ser que reúna todas las perfecciones que yo pueda pensar.»
«Como dudo, me percibo a mí mismo como imperfecto, limitado, finito. El concepto de finito proviene de la idea de infinito, que ha tenido que ser puesta en mí por una naturaleza más perfecta que yo, porque la causa de la idea de una sustancia infinita solo puede ser una sustancia infinita: Dios.»
El Argumento Ontológico (tomado de San Anselmo)
«Todos tenemos una idea de Dios como un ser que reúne todas las perfecciones. Una de las perfecciones es la existencia; por tanto, Dios ha de existir (o no sería perfecto). La existencia, por tanto, forma parte de la esencia de Dios.»
Una vez demostrada la existencia de Dios, queda garantizado el principio de evidencia, porque «Dios, en su infinita bondad, no permitiría que me equivocara al percibir algo con absoluta claridad y distinción.»
Dios es garantía de toda verdad. Es una realidad extramental. Como características, menciona que es un ser infinito, omnisciente, perfecto y bueno; por lo tanto, no puede engañarnos. La veracidad de Dios garantiza que existe el mundo exterior al pensamiento (sustancia extensa): la infinita bondad de Dios no permitiría que nos engañásemos al percibir los cuerpos dotados de extensión.
En el universo cartesiano, todo se reduce a materia y movimiento. El movimiento se explica recurriendo a Dios como causa primera: Dios creó la materia y con ella el movimiento. Como causa primera, Dios es inmutable y no puede estar sometido a cambio. Las leyes fundamentales de la Física se deducen también de la inmutabilidad divina: el principio de inercia, el principio de dirección del movimiento y el principio de conservación del movimiento. En el universo de Descartes, todo se explica por leyes mecánicas. El mecanicismo se extiende incluso a los cuerpos vivos.
Moral
La duda metódica supone también inseguridad en el terreno de la acción. De manera que Descartes propone una moral provisional que consiste en cuatro máximas:
- Primera: Obedecer las leyes y las costumbres del país, seguir la religión tradicional y, en general, las opiniones más aceptadas y moderadas.