Filosofía antigua: Sócrates, Heráclito, Tales de Mileto y los Sofistas
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SÓCRATES
Filósofo idealista de la Grecia antigua, adversario del materialismo, de las ciencias naturales y del ateísmo. El círculo aristocrático agrupado alrededor de Sócrates era el centro de la lucha ideológica y política contra la democracia de Atenas. Formaban parte de ese círculo: Platón (ver), Critias (quien después de la derrota de la democracia encabezó a los treinta tiranos de Atenas), los traidores Alcibíades y Jenofonte. Poco después de la victoria de la reacción, fue restaurado el poder democrático y Sócrates condenado a muerte por su actividad antipopular. Sócrates no dejó ninguna obra escrita, pero su doctrina se había difundido ampliamente y llegó hasta nosotros gracias a los escritos de Platón, Jenofonte y Aristófanes. Según Sócrates, el objeto de la filosofía es el de enseñar la virtud. A este efecto, es preciso conocer previamente las normas éticas generales, el bien universal, pues la virtud y el conocimiento no forman más que una unidad. El conocimiento de sí, fuente de la virtud, comienza por la duda. “Sólo sé que no sé nada”, repetía Sócrates. El método socrático tiene por objeto el descubrimiento de la “verdad” por medio de las disensiones. Proponiendo preguntas a sus interlocutores, Sócrates los llevaba a reconocer su ignorancia (“ironía”), después a adquirir conciencia de la virtud, o dicho de otro modo, ayudaba al pensamiento a “dar a luz” (“mayéutica”). La noción general del bien estaba determinada por la confrontación de una serie de casos particulares (“inducción”). Este método, que es coronado por la división de los conceptos en géneros y especies (“definición”), fue una de las fuentes de la dialéctica idealista del discípulo de Sócrates, Platón. Sócrates repudiaba el conocimiento de la naturaleza y consideraba que el hombre no puede acceder a él. Predicaba la teleología vulgar.
540 a. C.: nace Heráclito de Éfeso
y reflexiona sobre la naturaleza cambiante de las cosas, inmersas en la temporalidad de la existencia. Heráclito habría discrepado con Nolan, porque sostuvo que “es imposible meterse dos veces en el mismo río, pues quienes se meten sumérgense en aguas siempre distintas” (H. Diels-W.Kranz, Fragmentos de los presocráticos). Según el filósofo, nada permanece en la tierra, nada es estable y todo realza una continua tensión de los modos de ser diversos que en su totalidad conforman la unidad del Uno. La realidad es una, pero es múltiple a la vez, y tal multiplicidad le es esencial. La existencia presenta así una identidad en la diferencia, que se compara al fuego. Así como el fuego persiste consumiendo la materia heterogénea transformándola en sí mismo, el Uno brota de la multitud de objetos sin los cuales no existiría y los transforma en estados de la materia diferentes siendo él su esencia. De este modo, mientras la sustancia de cada objeto material está siempre cambiando, la cantidad total de la materia permanece.
c. 624 a. C.: nace Tales de Mileto
astrónomo y científico práctico que, observando los astros y su influencia sobre la Tierra, se pregunta cuál es el principio subyacente del universo material, qué está en la base de toda vida, orgánica e inorgánica. Tales fue el primero en preguntarse por la naturaleza última y fundamental del mundo, a partir de la cual se desarrolla la multitud de cosas y fenómenos del universo, que no son sino formas cambiantes de un último elemento. De ahí que se le considere el primer filósofo “natural”: según él, la filosofía versa sobre la comprensión de la pluralidad que uno experimenta en su vida diaria mediante los sentidos, sobre su existencia y naturaleza. Tal comprensión radica en el descubrimiento de una unidad que lo abarca todo, la unidad de una diversidad que brota del primer principio subyacente (arjé), el cual es, pensaba Tales, el agua.
SOFISTAS
(del griego, σοφιστής, “sabio”). Así se llamaban los filósofos griegos que en el siglo V a.n.e. eran maestros de “sabiduría” y de elocuencia. Los sofistas no formaban una escuela unida. Lo único que tenían de común era la negación de la religión, una explicación racionalista de los fenómenos de la naturaleza, un relativismo ético y social. El grupo principal de los sofistas (los “primogénitos”) era partidario de la democracia esclavista y tenían, en general, una concepción materialista de la naturaleza. Protágoras, Hipías, Pródico, Antifón fueron los primeros educadores enciclopédicos de la antigüedad. Se interesaron especialmente en la gnoseología. Protágoras enseñaba que todas las cosas fluyen y que la sensación es la única fuente del conocimiento. El hombre, decía, “es la medida de todas las cosas”. Algunos sofistas llegaban a conclusiones escépticas acerca del ser y del conocimiento. Así, Gorgias sostenía las tres tesis siguientes: 1) nada existe; 2) si alguna cosa existe, no podemos conocerla; 3) aun si pudiéramos conocerla, no podríamos hacerla conocer a los demás. Los sofistas del campo aristocrático, Critias e Hipódamo, se inclinaban a la filosofía idealista. La sofística es el conjunto de procedimientos empleados sobre todo durante el siglo IV a.n.e. por los sofistas, que se transformaron, según la expresión de Aristóteles, en maestros de la “sabiduría imaginaria”