Filosofía del Alma y el Conocimiento: De la Teleología Aristotélica a Tomás de Aquino

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La Teleología y el Enfoque Biologicista en Tomás de Aquino

Es lógico que nos preguntemos por qué Tomás de Aquino se aparta de la filosofía materialista para seguir esta explicación biologicista. La respuesta reside, precisamente, en la observación propia de un biólogo. Las cosas físicas se mueven por movimientos simplemente físicos, esto es, por impulsiones violentas, y el movimiento solo puede ser un cambio de lugar. Pero si una paloma 'desea' llegar a ser una paloma en su plenitud, parece que hay una meta final (la forma de la paloma) que es determinante para que este animal llegue a ser lo que ha de ser. Esta meta final es la que determina, en definitiva, que una paloma alcance su plenitud, y que un gorrión, de igual modo, procure llegar a ser un gorrión adulto, no otra paloma. Estamos ante una intuición extremadamente básica, que no se deja explicar por factores más elementales: el hombre observa cómo todos los caballos tratan de llegar a ser caballos, y todas las rosas tratan de llegar a ser rosas. Luego, lo que constituye a la rosa y lo que constituye al caballo es una realidad que ya está dada aun antes de que cada uno de ellos comience a existir.

El Alma Humana y la Adquisición del Conocimiento

El Conocimiento Humano según Aristóteles y sus Comentadores

¿Cómo conoce el hombre? De acuerdo con lo que había expuesto Aristóteles, fundamentalmente en su tratado De anima, nuestro conocimiento es, en un primer momento, teórico, pues se inicia desde la razón teórica, la cual se nutre, en primer lugar, de los datos que le proporcionan los sentidos, ya que el conocimiento humano principia desde la sensibilidad. Esta tesis hay que entenderla con cierta radicalidad, la misma que propuso Aristóteles y que siguieron sus comentadores alejandrinos: Filopón, Simplicio, Alejandro de Afrodisias y, más tarde, Tomás de Aquino. Todos ellos entienden que la formación del alma humana comienza por los alimentos, y distinguen cuidadosamente entre los alimentos crudos y los cocinados.

El Papel Crucial de los Sentidos

El momento culminante de la explicación del alma humana viene al tratar los cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto, a los que dedican la mayor parte de sus tratados y comentarios. El sentido dominante en el hombre —al igual que en el resto de los animales— es el del tacto, ya que es el más inmediato y fundamental, y constituye, en definitiva, la garantía última de la fiabilidad de todo el conocimiento humano. Todo conocimiento, incluso el de las realidades estéticas más elevadas, principia por los sentidos. Aristóteles y sus discípulos entendieron, frente a Platón y los platónicos, que no existe una intuición directa de la razón humana en un mundo nouménico, al estilo del platónico; al contrario, la experiencia enseña que lo que no es conocido por los sentidos, no es conocido de ningún modo. Una vez que los datos sensoriales llegan a la mente humana, el intelecto agente capta las formas universales de lo que ha conocido sensorialmente, de modo que el contenido de la percepción sensible se transmuta y se convierte en un dato racional.

La Naturaleza Racional y la Concepción del Alma

Finalmente, dedican unas pocas páginas a la naturaleza racional del hombre. La idea del alma como una especie de espíritu que habita en el interior de cada cuerpo humano y que lo abandona cuando el hombre muere, es ajena a esta filosofía. Cabe observar que la expresión inmortalidad del alma (tan utilizada por Kant) es de origen moderno; desde luego, está ausente en las obras de los medievales, para quienes el alma es todo el hombre como hombre, es decir, como ser vivo: el alma es la actualidad de la vida humana. El hombre es todo el hombre, y en el Credo no se menciona la inmortalidad del alma, sino la resurrección de la carne, es decir, del hombre.

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