Figuras Clave del Primer Renacimiento: Innovación en Arte, Arquitectura y Escultura
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Filippo Brunelleschi: El Genio de la Arquitectura Renacentista
Filippo Brunelleschi fue pintor, escultor y arquitecto. Estudió la arquitectura clásica, bajo la cual formuló su concepto de perspectiva. Uno de sus primeros proyectos fue la cúpula de la Catedral de Santa María del Fiore en Florencia. Brunelleschi aplicó principios matemáticos para crear espacios proporcionados. Tomaba una unidad de medida como módulo para establecer las demás dimensiones, tanto en planta como en el alzado. Se inspiró en la arquitectura clásica y en otros edificios que en su tiempo se creían romanos para recrear el estilo clásico, como arcos de medio punto, pilastras acanaladas, columnas corintias, techos planos con casetones, cúpulas semiesféricas y óculos. También utilizaba molduras sencillas y materiales de colores sobrios. Con estos principios, levantó en Florencia las basílicas de San Lorenzo y del Santo Espíritu, con planta basilical y de cruz latina respectivamente. En la Sacristía Vieja de San Lorenzo y en la Capilla de los Pazzi, Brunelleschi trabajó con el diseño de planta central cubierta con una cúpula. En la fachada del Hospital de los Inocentes, aplicó estos principios al exterior de un edificio y así amplió el concepto de perspectiva al urbanismo.
Leon Battista Alberti: Teoría y Práctica en la Arquitectura Humanista
Leon Battista Alberti se interesó por todas las artes. Estableció principios basados en la proporción y la recuperación de los órdenes clásicos. Destacó la importancia de la fachada de los edificios y su relación con el espacio urbano. Una de sus primeras obras fue la fachada de la iglesia gótica de Santa Maria Novella en Florencia. En el Palacio Rucellai, estructuró la fachada evocando el alzado del Coliseo de Roma, y estableció un riguroso ritmo en la disposición de las ventanas.
Alberti realizó algunos proyectos fielmente inspirados en los edificios de la Antigüedad romana que no llegó a ejecutar personalmente o quedaron inacabados. La Iglesia de San Andrés de Mantua evoca los arcos triunfales y la entrada del Panteón: equilibra la combinación de arcos y dinteles y, en el interior, sustituyó el techo plano por la bóveda de cañón con casetones.
Donatello: La Revolución de la Escultura del Quattrocento
Donatello tuvo un concepto elevado de su oficio y dio mucha importancia a la formación técnica y a la experimentación. Es famoso su David. En el retrato ecuestre del Condottiero Gattamelata permaneció muy cerca del modelo clásico. Concibió la imagen de San Jorge, ideal del caballero cristiano, como una estatua antigua. Tiene una mirada intensa, realista e individualizada, como por ejemplo la del profeta Habacuc.
Donatello utilizó con libertad el modelo clásico, pero en ocasiones rompe con él y se inclina hacia un naturalismo que llega a ser muy crudo, como en la Magdalena Penitente, muy anciana y demacrada. Sus esculturas se caracterizan por:
- Realismo
- Naturalismo
- Fuerza expresiva y emocional
- Perfecto dominio de la anatomía humana en todas sus etapas
Masaccio y Paolo Uccello: Pioneros de la Pintura Renacentista
Masaccio: La Perspectiva y el Realismo en la Pintura
El pintor Masaccio, a pesar de su corta vida, introdujo una auténtica revolución en la pintura de su tiempo. Tuvo mucha relación con Brunelleschi y Donatello. Su obra enlaza directamente con Giotto, pero fue más lejos en el estudio de las proporciones, la anatomía y, sobre todo, la concepción unitaria de la pintura desde un solo punto de vista: la perspectiva unifocal. La perspectiva de Masaccio mide rigurosamente el espacio. Sucedió a su maestro en la decoración de la Capilla Brancacci. En la Trinidad que pintó en Santa Maria Novella, recurrió a una estructura arquitectónica para crear sensación de espacio y utilizó el color para establecer un esquema riguroso y cerrado.
Sandro Botticelli: La Poesía y la Belleza Idealizada
Sandro Botticelli reprodujo asuntos tomados de la literatura y de la mitología clásica. Sus figuras humanas son ideales y anónimas, y creó un tipo femenino ensimismado y carente de carnalidad, símbolo de la belleza espiritual. Sus personajes aparecen inestables, como si no tuvieran peso ni ocuparan un espacio. El espacio de sus pinturas carece de profundidad y los personajes forman parte de una escena que se desarrolla en primer plano. Recurre a las curvas, dotando de movimiento y valor decorativo a su obra.