Fernando VII: La Lucha entre Liberalismo y Absolutismo en España (1820-1833)
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El Trienio Liberal (1820-1823)
Reformas y Medidas Clave
La primera medida fue la Junta Provisional, que implantó de nuevo la Constitución de 1812. A esto le siguió la formación de un gobierno liberal. Se establecieron importantes reformas legislativas, como el reglamento sobre la legislación de la enseñanza, el primer Código Penal, el reglamento general de la Institución Pública y la división provincial del territorio español. Además, se permitieron las llamadas sociedades patrióticas, que constituían los futuros partidos políticos.
Otra medida importante fue la instauración de la Milicia Nacional, un ejército ciudadano que defendía la Constitución y el régimen liberal.
División del Liberalismo
Dentro de la ideología liberal, durante el Trienio Liberal, se pudo observar una clara división:
- Liberales Moderados: Formados por antiguos diputados de las Cortes de Cádiz, defendían una actuación paulatina y consentida por el rey, sin causar rupturas.
- Liberales Exaltados: Para ellos, la Constitución de 1812 había quedado obsoleta y era necesario reformarla. Sus bases de apoyo eran la clase urbana media y el ejército.
Durante el Trienio, se produjeron enfrentamientos entre estos dos grupos, como la Batalla de las Platerías. Los moderados gobernaron hasta 1822 y los exaltados hasta 1823.
Oposición Absolutista y Fin del Trienio
La oposición a este régimen fue protagonizada por los absolutistas, bajo el lema de "Dios, Patria y Rey", y fue encabezada por el propio rey Fernando VII.
La contrarrevolución absolutista se manifestó en una serie de rebeliones. La primera tuvo lugar en Madrid en 1822. Otra fue la Regencia de Urgel, que actuó como un gobierno paralelo para combatir a los liberales.
El fin del Trienio Liberal llegó con la intervención extranjera de la Santa Alianza, que en el Congreso de Verona decidió aplastar la revolución. Para ello, organizaron el Ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis, que puso fin al Trienio.
La Década Ominosa (1823-1833)
Restauración Absolutista y Represión
El periodo absolutista, conocido como la Década Ominosa, supuso una vuelta a la monarquía absoluta y la abolición de toda la legislación liberal. Las primeras medidas de Fernando VII fueron asegurar la instauración del absolutismo con la creación de una fuerza de defensa de voluntarios, denominados Voluntarios Realistas. Se llevó a cabo una dura represión contra los liberales, lo que provocó el exilio de muchos al extranjero.
Problemas Económicos y Reformas Administrativas
El principal problema al que tuvieron que enfrentarse los absolutistas fue la falta de recursos en la Hacienda Pública. Para acometer reformas, optaron por el recorte de gastos, lo que impidió la realización de reformas de gran alcance. En cuanto a las reformas administrativas, se consiguió la creación de nuevas instituciones, ministerios y la promoción del fomento.
La Revuelta de los Malcontents
Dentro del bando absolutista, hubo una actitud más radical que buscaba eliminar todo indicio liberal. La acción más notable fue la Revuelta de los Malcontents (o Agraviados), que tuvo lugar en 1827 y fue promovida por campesinos descontentos con los impuestos y la administración.
La Cuestión Sucesoria y el Giro Político
Durante la Década Ominosa, los ultrabsolutistas apoyaron a Carlos María Isidro como heredero. Sin embargo, Fernando VII consiguió una hija y, antes de su nacimiento, abolió la Ley Sálica para ceder el trono a su descendiente. Los absolutistas más radicales creyeron que detrás de esta decisión estaban los liberales, lo que provocó los Sucesos de La Granja y la presión para que Carlos María Isidro fuera reconocido como sucesor.
A partir de entonces, el monarca dio un giro a su política, poniendo al mando del ejército a generales partidarios de su hija, la futura Isabel II, y permitiendo el regreso de los liberales.
Esto tuvo como consecuencia la formación de dos bandos claramente definidos, y cuando murió Fernando VII, España se encontraba al borde de la Guerra Civil.
Conclusión
Para concluir esta composición, cabe destacar la hipocresía que representó la figura de Fernando VII para España, ya que lo único que le importaba era el trono y no el bienestar de su país. También es fundamental reconocer la valentía y resistencia de los liberales durante todo su reinado, pues su lucha contra el absolutismo fue una acción de orgullo y progreso para España.