Fernando de Rojas y La Celestina
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Fernando de Rojas
Fernando de Rojas nació en La Puebla de Montalbán (Toledo) en la segunda mitad del s XV. Algunos estudiosos sitúan su nacimiento a principios de la década de 1470, o incluso un poco antes, sin que este dato pueda afirmarse con exactitud. Era de origen converso, aunque, al menos, de cuarta generación, pues de otra manera no hubiera podido ejercer la profesión de jurista, ni mucho menos desempeñar cargos públicos como el de alcalde de Talavera y otros.
En Talavera se casó con Leonor Álvarez, hija de Álvaro de Montalbán, judío converso. En esta ciudad ejerció su profesión y en ella nacieron sus hijos. Parece que su vida fue bastante acomodada, consiguió recaudar bastante fortuna. Como hemos dicho, llegó a ser alcalde durante breves períodos de tiempo y letrado municipal.
Sabemos que poseyó una gran biblioteca en la que figuraban grandes obras.
En su testamento, dictado el 3 de abril de 1541, dispuso que quería ser enterrado con el hábito de franciscano en el convento de la Madre de Dios de Talavera. Falleció pocos días después, y el día 8 se hizo inventario de sus bienes.
Obra
La Celestina se publicó por primera vez en 1499 con el título de Comedia de Calisto y Malibea (16 actos)= y sin el nombre del autor. En ediciones siguientes (de 1500 y 1501) el bachiller Fernando de Rojas desvelaba que la había compuesto a partir del primer acto, que encontró ya escrito. En unos versos iniciales acrósticos se lee: “El bachiller Fernando de Rojas afirma que el autor del primer acto llamó a la obra comedia, pero como el público la veía como una tragedia, él decidio llamarla tragicomedia. También dice que alargó la obra por presiones de los lectores.
La celestina
Argumento de la obra
El noble Calisto entra en el huerto de Melibea mientras persigue a un halcón que se le ha escapado. Allí se encuentra casualmente con Melibea y, súbitamente enamorado de ella, le declara su amor. Ella lo rechaza, le reprueba su comportamiento y lo despide violentamente. Aconsejado por su criado comportamiento y lo despide violentamente. Aconsejado por su criado Sempronio, Calisto recurre a los servicios de una vieja alcahueta, Celestina, para que lo ayude en la conquista de Melibea. Otro de sus criados, Pármeno, intenta, sin éxito, disuadirlo.
Celestina consigue ganar a Pármeno para su causa y, junto con Sempronio, deciden sacar el mayor provecho posible del enamoramiento de Calisto y repartirse las ganancias que obtendrán del joven enamorado. Celestina, gran conocedora del alma humana y de sus debilidades, logra, gracias a su astucia y a sus conocimientos de magia, que Melibea se enamore de Calisto, y concierta una cita entre los jóvenes. Como pago final recibe una cadena de oro.
Sin embargo cuando Sempronio y Pármeno van a exigir a Celestina su parte del botín, ella se niega a dársela y aquellos la asesinan. Los criados, tras su crimen, intentan huir, pero son apresados y ajusticiados. A pesar de la muerte de sus criados, Calisto no renuncia a su cita con Melibea. Tras varios encuentros amoroso en el jardín de la joven, una noche, creyendo que sus nuevos criados están en peligro, Calisto sale a ayudarlos. Accidentalmente, cae de un muro y muere. Melibea, que no concibe la vida sin Calisto, cuenta a su padre Pleberio lo sucedido, sube a la torre de su casa y se suicida arrojándose a la calle. La obra termina con el llanto del padre de Melibea, responsabilizando de la desgracia, no a los jóvenes amantes, sino al mundo, a la muerte, a la fortuna.
Temas
En La Celestina se tratan tres de los grandes temas de la literatura medieval: el amor, la fortuna y la muerte. Sin embargo, el enfoque es en esta obra algo diferente.
El amor está tratado como amor-pasión. Domina a todos los personajes de la obra. Calisto actúa movido por su pasión amorosa por Melibea. Esta se muestra como persona activa que lleva las riendas de la relación: es ella quien decide cuándo se producirán los encuentros amorosos. Pármeno y Sempronio también mantienen relaciones con Areúsa y Elicia, respectivamente. La propia Celestina, que regenta una casa de encuentros, ha ejercido la prostitución de joven.
La fortuna es la que rige todos los acontecimientos que se suceden en la obra y la que lleva, finalmente, a todos los personajes a la muerte:
Celestina es asesinada, Pármeno y Sempronio son degollados, Calisto muere accidentalmente y Melibea se suicida.
La muerte, al final, se enseñorea de toda la obra; una muerte nada ejemplar, sin confesión, con lo que se desvanece la esperanza medieval de una vida en el más allá, en el paraíso.
Hay, además, otros temas presentes en La Celestina, entre los que destacan los siguientes: la magia y la brujería, a las que recurre Celestina para conseguir sus propósitos; la deslealtad de los criados, que no tienen ningún miramiento para con su señor, del que se burlan y a quien engañan repetidamente; la fugacidad de la vida, patente en varios momentos a lo largo de la obra.
Intención de la obra
Fernando de Rojas advierte repetidamente que escribió su obra para “prevenir contra lisonjeros y malos sirvientes y falsas mujeres hechiceras”; que la escribió “en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros sirvientes”. Se trataría, pues, de una finalidad moralizante.
Sin embargo, se ha discutido bastante sobre esta cuestión.
Un sector de la crítica considera que esta es la verdadera intención de la obra, y el argumento es impecable: Celestina es asesinada por su egoísmo; Pármeno y Sempronio mueren por su egoísmo; Pármeno y Sempronio mueren también por su egoísmo, que los lleva a cometes un crimen; Calisto muere a causa de la pasión amorosa que lo domina; Melibea se suicida porque su pasión la lleva a no concebir la vida sin Calisto. Por consiguiente, el mensaje moralizante está claro: todos mueren por sus “pecados”. Así pues, si el lector no quiere acabar como estos personajes, no deberá actuar como ellos.
Otros, sin embargo, creen que la obra no es en absoluto moralizante, sino que la intención del autor es denunciar la hipocresía de la sociedad, una sociedad que predica una cosa y hace la contraria. Nada hay de loable en la obra desde el punto de vista moral. En ella solo el mal está presente de una u otra manera: egoísmo, avaricia, asesinato, deslealtad, lujuria, hipocresía, engaño, magia, brujería, etc.
Género literario
Sobre el género literario de La Celestinatambién se ha debatido ampliamente. La obra presenta bastantes rasgos propios del teatro: los títulos (Comedia y Tragicomedia), está enteramente dialogada, está dividida en actos, contiene numerosos apartes… No obstante, por otro lado, también se observan rasgos propios de la novela: su extensión -que la hacía irrepresentable en la época-, el tratamiento del espacio y el tiempo, etc.
En cualquier caso, La Celestina no es una novela, ni una obra de teatro convencional. Pertenece a un género medieval, creado por Petrarca en Italia en el siglo XIV, que alcanzó un gran éxito: la comedia humanística. Se trata de un tipo de obra totalmente dialogada, pero no destinada a la representación, sino a la lectura.
Estilo
El estilo de La Celestinaes, tal vez, el más completo y variado de su tiempo. Todos los personajes se expresan de acuerdo con su condición social, de manera que los jóvenes enamorados lo hacen en un tono grave, culto y elevado, como corresponde a su posición. Sin embargo, Celestina, los criados de Calisto y las prostitutas Elicia y Areúsa utilizan un lenguaje mucho más vivo y ágil, propio de las clases populares, con abundantes refranes, frases cortas, insultos y palabras soeces, etc. en ocasiones, no obstante, se dan alternancias de registro en un mismo personaje.
El romancero
El romance es una composición poética que tiene como principales características un número indeterminado de versos octosílabos, con rima asonante en los pares (mientras que los impares no riman, es decir, quedan sueltos. )
Se denomina romancero viejo al conjunto de romances anónimos, cantados y difundidos por los juglares y por el pueblo desde mediados del siglo XIV hasta el siglo XVI. algunos de estos romances pervivieron en el tiempo y llegaron mediante la tradición oral hasta el siglo pasado. Se han recogido algunos no solo en España, sino también en América Latina y en comunidades sefardíes. Los romances viejos se han transmitido en libros como los cancioneros y los romanceros: los cancioneros eran recopilaciones de poemas en forma de libro, manuscrito o impreso, que se llevaron a cabo a partir del siglo XV; los romanceros eran libros exclusivamente de romances que se publicaron en los siglos XVI y XVII.
El romancero nuevo, por el contrario, lo forman todos aquellos romances escritos por autores cultos de los siglos XVI y XVII. por lo tanto, estos romances ya son anónimos. Algunos de los escritores más relevantes de estos siglos escribieron abundantes romances, a imitación de los romances viejos: Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo, entre otros. Los romances nuevos conservan la misma estructura y tratan temas variados, pero presentan una gran diferencia con respeto a aquellos: no son anónimos, sino de autor conocido.
Origen de los romances
El hecho de que muchos romances tratan los mismos temas que los cantares de gesta ha llevado a pensar a muchos estudiosos de la literatura que los romances son fragmentos de antiguos cantares. El público que oía cantar habría retenido en la memoria aquel fragmento que más le hubiese llamado la atención por su carga emotiva o dramática, por su intensidad, etc. que los romances tengan versos de ocho sílabas se explicaría por el hecho de que los dos hemistiquios de cada verso del cantar (con frecuencia de dieciséis sílabas y monorrimos) se interpretaron como un verso diferente, de ahí que ahora solo riman los pares en asonante. Llegaron a tener tanto éxito, que, con el tiempo, dieron lugar a un género independiente.
Otros investigadores, por el contrario, afirman que los romances se crearon de forma independiente de los cantares de gesta; es decir, que desde el principio constituyeron un género nuevo.
Características de los romances
Los romances presentan las siguientes características:
Fragmentarismo. Los romances parecen ser escenas de un relato más largo. Se prescinde de lo superfluo para centrarse en una escena o en un momento especial, hecho que se explicaría por ser fragmentos de antiguos cantares de gesta.
Utilizan recursos propios de la épica:
Uso de los verbos dicendi (habló, dirá, etc).
Empleo del presente histórico.
Abundancia del epíteto épico.
Alternancia de las formas verbales en el mismo romance.
Presencia de exclamaciones, apóstrofes e interrogaciones.
Uso de repeticiones.
Empleo de la primera persona.
Clasificación de los romances viejos
Según el tema que traten, los romances viejos se pueden clasificar en diferentes grupos:
Clases de romances | Características |
Históricas | Se basan en hechos reales y tienen como finalidad informar de sucesos contemporáneos. De este grupo destacan los fronterizos, que dan cuenta de sucesos que tenían lugar en la frontera entre moros y cristianos durante la Reconquista. |
Épicas y legendarias | Narran hechos basados en héroes o sucesos recogidos en los cantares de gesta y en leyendas. Los hay sobre el Cid, sobre los infantes de Lara, sobre el conde castellano Fernán González, sobre el rey Rodrigo, etc. |
Carolingios | Se inspiran en la épica francesa: el emperador Carlomagno (de su nombre, Carolus, se forma carolingio), su lugarteniente Roldán, la esposa de ese, etc. |
Bretones | Giran en torno al rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda. |
Líricos y novelescos | Tratan asuntos inventados y presentan una gran carga lírica. |
Bíblicos y clasicos | Cuentan historias inspiradas en la Biblia y en la mitología grecolatina, respectivamente. |