Fenicios en la Península Ibérica: Contactos, Colonias y Transformaciones

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Se piensa que los primeros agentes fenicios se incorporan al conjunto de tráficos y navegaciones protagonizados por otros agentes mediterráneos y atlánticos, estableciendo una red de contactos e intercambios desde la desembocadura del Tajo hasta Marruecos. Así pues, no hay exclusividad en el comercio, sino que hay coexistencia con diferentes grupos. Así se entiende mejor la agencia de estas gentes y las comunidades locales.

La fase colonial

A finales del siglo IX e inicios del VIII a.C. habrá un cambio de rumbo en el mundo fenicio: Tiro comienza un proceso de migración y dispersión de las gentes fenicias por el Mediterráneo, algo que va a durar unos 100 años más o menos. Lo que se va a buscar ahora son establecimientos permanentes para navegantes, mercaderes y artesanos en tierras occidentales, quienes van a crear sus establecimientos propios con colectividades diferenciadas de las indígenas.

Para ello se asientan en zonas litorales: islotes, promontorios o lugares elevados accesibles por barcazas y barcos-estuarios o desembocadura de ríos. Lo que buscarán será un hinterland o zona cultivable, comunicaciones con el mar y la posibilidad de establecer redes comerciales, compartir agendas económicas, políticas e identitarias. Mantendrán su lengua, tecnología, escritura, dioses, rituales propios, etc. y van a influir en la población en múltiples cosas.

Los asentamientos fenicios en la Península Ibérica

Van a mantener relaciones con los asentamientos de Útica, Cartago, Sicilia, Cerdeña y Marruecos. El área de las colonias fenicias en la Península Ibérica abarca desde la desembocadura del Segura hasta Cádiz, siguiendo un patrón de asentamiento que lleva a establecer enclaves cada pocos kilómetros.

Destacan los de la costa malagueña-granadina: Toscanos, Cerro del Mar, el Jardín, el área del Río Guadalhorce y del Río Algarrobo, las Chorreras, Frigiliana.

Las transformaciones en la ciudad y la sociedad

Se va a proceder a una ocupación, en líneas generales, intensiva de los territorios próximos con pequeños poblados y se crearán otros asentamientos en zonas más alejadas como Ibiza, Portugal o Marruecos. El comercio llevaría también importaciones fenicias al litoral catalán y del sur de Francia.

Estos asentamientos van a durar bastante en el tiempo. Para el siglo VII a. C. algunos aumentan de tamaño, mientras que otros para el siglo VI a. C. se abandonan, ocupándose sus tierras en una reestructuración integral de la población.

En lo que respecta a la sociedad, la composición social es heterogénea. Tenemos, en primer lugar, a una élite que se entierra en las lujosas tumbas de cámara de Trayamar o en aquellas otras de Almuñécar y Lagos, y reside en grandes casas en Morro de Mezquitilla y Toscanos. En segundo lugar, a una aristocracia que dinamiza los intercambios y a una población más humilde cuyos ajuares son más modestos.

Esta sociedad va a intentar reproducir los modelos de la metrópolis no solo a nivel social, sino en todo. Así, mantienen el culto a dioses fenicios.

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