La Fatalidad y el Destino Trágico en Crónica de una Muerte Anunciada: Ecos de la Tragedia Clásica
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Uno de los temas destacados en la novela es el del destino trágico, el fatum. En la obra, se mantiene una especie de ambiente de tragedia, una concepción fatalista. Santiago Nasar es la figura sobre la que pesa esa fatalidad en forma de inverosímil acumulación de errores, casualidades, circunstancias insólitas y también odios y rencores.
Este tema en la literatura se remonta a las tragedias griegas, en las que es un componente esencial. En ellas, es una constante la presencia de personajes que están condenados fatalmente por el destino, el fatum, a un fin desgraciado e inevitable.
Elementos Trágicos en Crónica de una Muerte Anunciada
En Crónica de una muerte anunciada podemos encontrar una serie de elementos que recuerdan a las tragedias clásicas:
- Existencia de una transgresión que debe ser castigada.
- Inocencia de la víctima.
- Violencia, sacrificio bárbaro.
- Existencia de un coro (el pueblo entero).
En Crónica de una muerte anunciada lo que hay es una trágica coincidencia de circunstancias que conducen fatalmente a la muerte de Santiago Nasar. Solo con que una de ellas no se hubiera dado, la tragedia no habría tenido lugar. Los hermanos Vicario lo matan, incluso, contra su propia voluntad, obligados por la presión social, por los prejuicios.
Casi todos lo saben, incluidos quienes, como el alcalde, tienen la obligación de evitar el asesinato. Santiago Nasar no se entera hasta momentos antes de su muerte.
Manifestaciones del Destino Fatal
Diversas situaciones ilustran la manifestación del destino fatal:
- Plácida Linero cierra la puerta de su casa a su hijo, creyendo que está dentro.
- Cristo Bedoya no logra dar con Santiago Nasar cuando se dispone a avisarle; le pierde el rumbo.
- Nadie le avisa: unos porque creen que ya sabe que lo buscan, otros porque le odian.
- Plácida Linero no ve el papel que alguien había dejado bajo la puerta.
- Lázaro Aponte, el alcalde, no detiene a los Vicario porque se entretiene en el club social.
Los personajes se preguntan cómo pudo suceder la tragedia. Algunos, incluso, tienen un final desgraciado, como es el caso de la novia de Santiago Nasar. El juez se rebela contra el destino. Es un juez que, según el narrador, se esfuerza por entender tantas "coincidencias funestas" e intenta darles una "explicación racional". Habla, refiriéndose a la puerta principal de la casa de Santiago Nasar, de la "puerta fatal".
Hay un tratamiento hiperbólico de la realidad: una excesiva acumulación de casualidades. Sin embargo, no se traspasan los límites de lo imposible.
En relación con las casualidades, quizá la obra nos recuerda a títulos como La vida es sueño o Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, en las que se da, de principio a fin, un cúmulo de casualidades fatales, desde el accidente del disparo que mata al padre de la novia hasta la coincidencia de los dos antiguos amantes en el mismo convento.