La Familia de Carlos IV: Retrato Íntimo de la Realeza por Goya

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La Familia de Carlos IV: Un Retrato Íntimo de la Realeza por Goya

En 1792, tras realizar su obra más conocida, “Las Meninas” o “La familia de Carlos IV”, Goya viaja a Sevilla, donde queda sordo. Cuatro años después, decora el oratorio de la Santa Cena y realiza numerosos retratos a la duquesa de Alba, así como La maja desnuda y La maja vestida. El retrato diseñado por Goya es una representación de grupo de toda la familia real. Goya revela su maestría en cada detalle del cuadro, tanto por el dominio formal de la luz como por la sutil definición de las personalidades, acentuada por la reducción de las referencias espaciales.

Composición y Personajes

La familia de Carlos IV lo componen catorce personajes, donde Goya rinde homenaje a Velázquez y su lienzo Las Meninas. Es un lienzo de grandes dimensiones que se dispone en tres grupos de cuatro personajes, que ordenan la composición:

  • Izquierda: El infante Carlos María Isidro y, junto a él, avanzando en primer plano, la figura de Fernando. Completan el grupo Doña María Josefa, hermana del rey, y a su lado una muchacha sin rostro que alude a la futura mujer de Fernando VII, que aún no se conocía.
  • Centro: Los padres de familia, el rey Carlos IV y María Luisa de Parma, acompañados de la infanta María Isabel y su hermano pequeño, el príncipe Francisco de Paula.
  • Derecha: En un plano algo más secundario, el infante Antonio Pascual, Doña Carlota Joaquina y, finalmente, los príncipes de Parma, que llevan en brazos al pequeño infante Carlos Luis.

El pintor destaca en el centro a la reina, con intención de realzar la figura de María Luisa. Remata la composición el autorretrato del propio Goya, a modo de homenaje a Velázquez en Las Meninas, pero en un segundo plano y en mayor penumbra que aquel.

Estilo y Técnica

Goya muestra a los miembros de la familia real de pie, presentando la obra gran verticalidad, dispuestos en forma de friso, como aparecen también los personajes de Las Meninas de Velázquez. Están vestidos con lujosos ropajes de seda y con abundantes joyas y condecoraciones: los varones con la Orden de Carlos III, el Toisón de Oro y la Orden de San Genaro, y las mujeres con la banda de la Orden de María Luisa. El pintor pone en estos detalles todos los recursos de su maestría a fin de representar a la familia real en toda su dignidad, destacando a la vez el carácter bondadoso y sereno del monarca reinante.

Destaca en la ejecución la pincelada goyesca, casi presagiando el impresionismo, que le permite aplicar destellos para crear una ilusión bien delineada de la calidad de las vestiduras, condecoraciones y joyas. Sin embargo, es una obra alejada de las representaciones más oficiales, pues el rey y su familia no portan símbolos de poder.

Luz y Color

Como en Las Meninas, la familia real aparece representada en una estancia y son también dos los lienzos que Goya pinta como fondo de la estancia: un paisaje a la derecha y un tema mitológico a la izquierda. El pintor va a lo principal, que en este caso se consigue principalmente a través de dos recursos magistralmente tratados: la luz y la pincelada. Una luz que irrumpe desde un foco lateral por la izquierda y que proyecta las sombras en el suelo, y que es la que precisamente deja en sombra el segundo plano donde se esconde el propio Goya, autorretratado en una posición muy marginal. Luz que envuelve el cuadro en una atmósfera cálida y brillante que dignifica el retrato de todo el grupo, y que envuelve la escena en un ambiente tan real, que consigue que los personajes resulten mucho más cercanos.

La pincelada enriquece esa misma sensación de luminosidad con la pastosidad de sus trazos, sumándose al tono cálido de unos colores que agrandan la brillantez del cuadro. De hecho, el cuadro es una obra llena de humanidad y franqueza, y por eso tal vez fuera finalmente bien acogido, porque la familia real se vio a sí misma como era, no a lo mejor como le hubiera gustado ser representada.

Uso del Color

Con respecto a los colores, se encuentran tres colores puros acertadamente distribuidos en la obra: rojo, verde y amarillo. El rojo y el verde, complementarios, se encuentran ubicados en forma equilibrada acercándose a los márgenes derecho e izquierdo. También, en la parte central del lienzo, está el príncipe vestido en un rojo mucho más puro que el resto. El amarillo se presenta en los vestidos de las mujeres. El fondo posee colores neutros amarillentos y por zonas muy bajos.

Conclusión

La composición, muy cuidada, y una técnica avanzada, de pincelada muy suelta y vibrante, pero capaz de reproducir en la distancia los más precisos detalles, completarán la calidad de un lienzo al que podemos considerar una de las obras maestras de toda la Historia de la pintura. La vistosidad y el lujo de los atuendos son demostración de que Goya es un gran colorista.

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