La Familia en la Antigua Roma: Estructura, Derecho y Costumbres Sociales

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Los romanos no tenían un vocablo para nombrar a la familia en el mismo sentido que nosotros. La palabra familia estaba bajo la autoridad del jefe de la casa. El pater familias no necesitaba ser padre; se trataba de un fenómeno legal aplicado al jefe de una casa. Podía excluir a sus hijos legítimos y nombrar heredero a uno adoptado.

La Familia Romana como Sociedad Religiosa

Por el peso que tenía la religión, debemos considerar la familia romana como una sociedad religiosa: en esta no se encontraba la esposa a menos que renunciase al culto de su propia familia. El sacerdote era el pater familias; a él le competían la celebración de los ritos familiares, su conservación y transmisión a sus descendientes a través de un hijo varón. Tenían dioses familiares:

Lar Familiar

Era el dios protector de la casa y estaba representado por el fuego doméstico. Se le veneraba en el lararium, una hornacina situada en el atrio de la casa.

Manes

Almas de los difuntos a quienes se les hacían ofrendas de flores, vino y miel en el aniversario de su muerte o durante la Parentalia, que se celebraba en febrero.

Penates

Eran dioses protectores de las provisiones de las familias; se les representaba como dos jóvenes que sostenían entre sus manos el cuerno de la abundancia.

Genios

Era el espíritu protector del pater familias. Se le representaba en forma de serpiente. Las mujeres tenían a la diosa Juno como genio común.

La Familia Romana como Sociedad Civil

La estructura era patriarcal. El padre tenía autoridad absoluta sobre todos los miembros. Se le denominaba patria potestas. Esta autoridad incluía:

  • Autoridad sobre la mujer.
  • Aceptar o rechazar a un hijo recién nacido.
  • Autoridad sobre los hijos, incluido el derecho de vida o muerte.
  • Ser dueño absoluto de la propiedad familiar y el único con capacidad para comprar y vender.

Los Hijos en la Sociedad Romana

Cuando nacía un hijo, la comadrona lo depositaba a los pies del padre para que este manifestara su aceptación o rechazo. Si lo levantaba en brazos, el niño había sido aceptado; si le daba la espalda, el niño era abandonado y recogido por cualquiera. Se les hacía esclavos, si eran varones, y si eran hembras, prostitutas. Si nacía débil o deforme, se le dejaba morir. Días después se celebraba la lustratio, donde el niño se incorporaba a la sociedad religiosa familiar, se le colocaba nombre y se censaba. Los nombres constaban de tres componentes:

El Nombre Romano: La Triada Nominal

Praenomen

Era el nombre personal y se escribía en abreviatura.

Nomen

Común a todos los miembros de la gens.

Cognomen

Era el sobrenombre o apodo de diferentes orígenes.

Las niñas solo tenían un nombre, generalmente el del padre. Cuando se les colocaba el nombre, se les colgaba la bulla, una caja con amuletos que llevaban hasta los 16 o 17 años, edad en la que abandonaban la toga praetexta y tomaban la toga viril. Se celebraba el paso a ciudadano con una fiesta.

El Matrimonio Romano: Un Vínculo Privado

Era un acto privado para el que no se requería de ninguna autoridad civil ni religiosa y, por tanto, se podía disolver. Las condiciones eran:

  • Tener la edad mínima: 12 años la edad mínima para la niña, y 14 o 16 para los niños, dependiendo de su desarrollo físico.
  • El consentimiento de los padres.
  • Poseer el ius connubii, o derecho de matrimonio.

Tipos de Matrimonio en la Antigua Roma

En los primeros tiempos de la República existieron tres tipos de matrimonio:

Confarreatio

Matrimonio de carácter religioso e indisoluble.

Coemptio

Simulacro de compra por parte del marido a la mujer.

Usus

La convivencia ininterrumpida durante un año otorgaba al marido la manus sobre la esposa.

Desde el final de la República, el matrimonio cum manu desapareció y se consolidó el matrimonio sine manu.

El matrimonio era uno de los acontecimientos más importantes en la vida familiar e iba acompañado de un rico ritual que ha pervivido hasta nuestros días. En los esponsales, los novios se intercambiaban regalos y anillos; la novia iba de blanco y acompañada por su madrina. Se tomaban los auspicios y, si estos eran favorables, se firmaban las tabulae nuptiales en presencia de 10 testigos. Se celebraba el banquete nupcial y se procedía al rapto de la novia. El marido introducía a la mujer en casa en brazos, con cuidado de que los pies no tropezase en el umbral, puesto que se consideraba mala suerte.

Durante la primera época, el marido podía repudiar a la mujer, pero no era algo bien visto socialmente y había pocos divorcios. Cuando se consolidó el sine manu, los divorcios aumentaron.

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