Factores Geográficos que Moldean el Clima Ibérico

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1.1. Factores Geográficos

a) La Situación de la Península Ibérica

La Península Ibérica se sitúa en latitudes medias (en torno a los 40º N), lo que propicia un clima templado. Esta localización provoca la existencia de dos estaciones muy marcadas (invierno y verano), separadas por dos de transición (primavera y otoño), debido a la diferencia en la inclinación de los rayos solares a lo largo del año.

Por otra parte, la posición de la Península Ibérica entre dos continentes y entre dos mares facilita la entrada de masas de aire de características muy distintas. Estas masas predominan en diferentes momentos del año, dando lugar a una gran variedad de tipos de tiempo.

b) La Latitud

La latitud, entendida como la proximidad al Ecuador, determina la insolación terrestre. La radiación solar incide más verticalmente en el Ecuador y de modo más oblicuo en los polos. Por ello, las tierras del sur peninsular son más cálidas que las del norte.

c) La Altitud

La altitud provoca un descenso de las temperaturas, denominado “gradiente térmico vertical”. Este fenómeno consiste en el descenso de una media de 0,6 ºC por cada 100 m de altitud.

En la Península Ibérica, con una altitud media de 660 m y la presencia de relieves montañosos que superan los 1000 m, este gradiente térmico se hace patente.

d) El Relieve

La orientación del relieve influye significativamente en las temperaturas y en las precipitaciones.

  • Las laderas orientadas al sol (solana) presentan temperaturas más elevadas que las orientadas al norte (umbría).
  • La existencia de relieves montañosos provoca la aparición de precipitaciones orográficas (efecto foehn) en las laderas situadas a barlovento (las expuestas a los vientos dominantes) y un descenso de las precipitaciones en las de sotavento.
  • La disposición oeste-este del relieve peninsular favorece la entrada en el interior de la Península Ibérica de las masas de aire atlánticas, pero frena el paso de las masas de aire meridianas (norte-sur).

e) La Cercanía al Mar

El mar, al enfriarse y calentarse más lentamente que la tierra, ejerce un efecto termorregulador en las zonas costeras, suavizando las temperaturas y disminuyendo los contrastes térmicos.

La forma maciza de la Península Ibérica, caracterizada por costas rectilíneas con pocos entrantes, y la disposición del relieve, paralelo a la costa, contribuyen a que gran parte de las tierras peninsulares estén aisladas del mar. Por esta razón, las zonas interiores tendrán un marcado carácter continental, enfriándose mucho en invierno y calentándose en verano, mientras que las zonas costeras presentan una menor oscilación térmica.

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