El éxtasis de lo terrenal y lo divino: Rubens y Caravaggio
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El rapto de las hijas de Leucipo (1618-1620). Rubens
Peter Paul Rubens. El rapto de las hijas de Leucipo. 1618-1620. Óleo sobre lienzo, 2,22 x 2 m. Pinacoteca Antigua de Munich.
Esta obra maestra de Rubens representa el instante dramático del rapto de Hilaíra y Febe, hijas de Leucipo, rey de Tebas, por Cástor y Polux, hijos de Zeus. Cástor, desde su caballo, levanta a Hilaíra, mientras Pólux lucha contra la resistencia de Febe. Dos amorcillos completan la escena, uno sujetando la brida del caballo de Cástor y el otro aferrado al caballo de Pólux.
La composición, dinámica y abierta, se articula en torno a líneas curvas y diagonales que se inscriben en un círculo imaginario. El brazo extendido de Hilaíra marca el eje compositivo, equilibrando las figuras a ambos lados. Rubens plasma masas amplias y volátiles, con personajes corpulentos, sensuales y de formas redondeadas. Líneas curvas, cortas y rápidas modelan cuerpos vivos y enérgicos, favoreciendo la torsión de las figuras en un movimiento incesante. El punto de vista bajo intensifica la fuerza dramática de la escena.
La paleta cromática, cálida y característica de Rubens, presenta tonalidades transparentes en los cuerpos femeninos, tonos pardos en la piel de los guerreros y oscuros metálicos en sus armaduras, que resaltan sobre los marrones y grises de los caballos. El contraste entre la piel nacarada de las hijas de Leucipo y la musculatura bronceada de sus raptores es un recurso fundamental.
En esta obra, Rubens se aleja del tenebrismo inicial, mostrando la influencia de la pintura veneciana con una luz intensa que emana de las figuras y colores brillantes. Las anatomías femeninas reflejan la influencia de Miguel Ángel, mientras que la pincelada suelta y amplia, sin perder el detalle, evoca la tradición flamenca, como se aprecia en el trenzado del cabello.
La vocación de San Mateo (1598-1600). Caravaggio
Michelangelo Merisi da Caravaggio. La vocación de San Mateo. 1598-1600. Óleo sobre tela, 3,22 x 3,40 m. Iglesia de San Luis de los Franceses, Roma.
Encargada para la capilla Contarelli, esta obra forma parte de un conjunto de tres lienzos sobre la vida de San Mateo. La vocación de San Mateo, ubicada a la izquierda del altar, representa el momento en que Cristo, acompañado de San Pedro, llama a Mateo, quien se encuentra contando monedas junto a cuatro acompañantes.
El naturalismo característico de Caravaggio se manifiesta en la elección de modelos de los barrios populares romanos. La escena, que podría ser una taberna cualquiera, adquiere un carácter religioso gracias al leve halo sobre la cabeza de Cristo. Esta cercanía a lo cotidiano acerca las escenas sagradas a la gente común.
La luz, elemento crucial, ilumina selectivamente la escena, creando un fuerte contraste (tenebrismo). Entrando desde una ventana exterior, la luz conecta a los personajes, iluminando primero el rostro de Cristo, luego su mano extendida y finalmente al resto del grupo. Esta luz simboliza la Verdad que irrumpe en la oscuridad, llegando al corazón de Mateo.
Caravaggio estudia las reacciones de los personajes: Mateo se señala a sí mismo con asombro, mirando a Cristo; los jóvenes cercanos muestran sorpresa, mientras que los más alejados permanecen absortos en sus quehaceres. La composición, dividida horizontalmente, intensifica el dramatismo: la parte inferior ocupada por las figuras y la superior, casi vacía, por donde entra la luz.
En resumen, esta obra reúne las características principales de Caravaggio: el naturalismo de las escenas sagradas, el magistral uso del tenebrismo y el estudio de los rostros y sus reacciones.