Explotación Infantil y Reformas Sociales en el Siglo XIX: Un Estudio Detallado
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El Trabajo Infantil en el Siglo XIX
El trabajo infantil: Su salario solo representaba el 15-20% del salario masculino adulto. Comenzaban a trabajar desde edades muy tempranas, entre los 7 y 8 años. Realizaban labores específicas como vigilar el correcto funcionamiento de las máquinas (portadores de bobinas, devanadores de tramas) y engrasar las máquinas. La primera hiladora de algodón era tan pequeña que las únicas personas capaces de trabajar con ella o de arreglarla eran niños y niñas; además, enseñarles a manejarla resultaba muy sencillo. Esto los exponía a un grave peligro, ya que, metidos entre los entresijos de las máquinas, sufrían quemaduras, graves traumas y aplastamientos de los miembros. Hay datos de desfiguraciones faciales a causa del aceite hirviendo de las máquinas o al tratar con productos altamente inflamables. Esto les hacía permanecer muchas horas de pie sin poder cambiar su posición. En otros casos, manipulaban manivelas que accionaban complejas maquinarias. Debido al movimiento monótono mantenido durante gran cantidad de horas, pronto aparecían deformaciones en sus extremidades.
Por otra parte, desarrollaban otro tipo de oficios. Ganaban unos pocos peniques como limpia chimeneas, mensajeros, llama-carruajes, limpia carreteras, vendedores de juguetes o de flores, y como porta equipajes o paquetes. En 1850, una de cada nueve chicas alrededor de los 10 años trabajaba en una casa. En la primera mitad del siglo XIX, los huérfanos, tan pronto como cumplían 4 años, eran vendidos por los orfanatos a los jefes de cuadrilla de limpia chimeneas; también era legal "capturar" niños sin hogar y obligarles a un régimen de esclavitud. Estos eran enviados dentro de la chimenea, trepando por los muros de la misma con las manos o con rascadores.
Oliver Twist se ha convertido en el reflejo más fiel de la situación de la infancia en el siglo XIX. Huérfano, criado en un hospicio, víctima de la explotación laboral infantil y, finalmente, en manos de las redes de la delincuencia callejera, la historia narrada por Dickens, con fuertes dosis de crítica hacia sus contemporáneos, ha quedado para la Historia como uno de los relatos más descorazonadores sobre los niños, no exento de realismo.
Robert Owen y el Socialismo Utópico
Robert Owen: Reformador social galés, al que generalmente se le considera fundador del socialismo británico. En Manchester desarrolló una meteórica carrera en la industria algodonera. Su fama se cimentó en el éxito de sus fábricas de New Lanark, donde combinó elevados beneficios con esfuerzos para mejorar las condiciones de las personas que trabajaban en ellas, especialmente en lo referente a vivienda y educación.
No confiaba en el sistema industrial vigente y buscó más bien la realización de pequeñas comunas en las que fuera posible ofrecer una vida más integral. Intentó llevarlo a la práctica en Estados Unidos comprando la aldea de “New Harmony”, en Indiana. Este nuevo modo de organización conjuntaba las residencias de trabajadores y las propias fábricas. El medio de producción se basaba en el cooperativismo. Fracasó en tan solo 2 años. Este sistema proponía las bases para una reconstrucción social y estaban llamadas a trabajar solamente para el bienestar colectivo como propiedad común de todos los miembros de la sociedad. De esta forma práctica, surge el “comunismo oweniano”. Esta modelo cooperativista se oponía abiertamente a la propiedad privada, la religión y la familia tradicional.
Reacio al Estado, da una enorme importancia a la educación. Pensaba que una educación de calidad cambiaría la sociedad, sobre todo según su teoría sobre la bondad natural e intrínseca del ser humano. En este sentido escribe la obra Book of the New Moral World (1836-1844).