Explorando la Razón y la Realidad: Perspectivas de Kant, Arendt y Platón

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Immanuel Kant: La Razón y la Emancipación Humana

Sapere Aude: El Lema de la Ilustración

Kant, como pensador ilustrado, sitúa el progreso del ser humano en el uso libre y valiente de la razón. En su texto Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, sostiene que el ser humano ha vivido durante siglos en una situación de minoría de edad, es decir, dependiendo del pensamiento de otros, especialmente de figuras religiosas y de autoridad, sin atreverse a pensar por sí mismo. La Ilustración no es todavía una época ilustrada, sino el proceso en el que el ser humano empieza a emanciparse del tutelaje intelectual y aprende a usar su razón con libertad.

Kant define esta salida de la minoría de edad como un paso hacia la mayoría de edad, un proceso en el que el pensamiento del ser humano se convierte en autónomo, dueño de sí mismo. La causa de permanecer en la minoría de edad no es la incapacidad, sino la falta de valor. Según Kant, toda persona, mientras no tenga impedimentos físicos, es capaz de pensar por sí misma. Por eso, el lema de la Ilustración es: Sapere aude, ¡atrévete a pensar!

La autonomía es la capacidad de actuar guiado por la propia razón, sin depender de la autoridad ajena. El ser autónomo deja atrás la heteronomía, que es actuar según normas impuestas desde fuera sin haberlas hecho propias. Para Kant, solo cuando el ser humano actúa por convicción racional y no por obediencia ciega, puede hablarse de auténtico progreso moral y personal.

Hannah Arendt: Reflexiones sobre el Mal y la Obediencia

Eichmann en Jerusalén y la Banalidad del Mal (Primera Instancia)

Eichmann fue un alto mando nazi que participó en la organización del Holocausto. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, escapó a Argentina, pero fue capturado por el Mossad y llevado a Jerusalén en 1960. Allí fue juzgado, declarado culpable y ejecutado en 1962. La filósofa Hannah Arendt fue enviada a cubrir el juicio y, a partir de lo que vio, escribió su libro Eichmann en Jerusalén.

Lo que más le impactó a Arendt fue que Eichmann no parecía un monstruo ni alguien especialmente malvado. Era un hombre común, tranquilo, que simplemente decía que “cumplía órdenes”. Eso la llevó a preguntarse: ¿cómo una persona normal puede participar en un crimen tan horrible como el Holocausto?

Eichmann se justificaba diciendo que actuaba por la “razón de Estado” y que solo seguía órdenes. Arendt explica que en los Estados totalitarios, como el nazi, estas atrocidades se normalizan, convirtiéndose en meras tareas rutinarias que se ejecutan sin reflexión crítica.

Para Arendt, el problema no era solo obedecer, sino no pensar por uno mismo. Eichmann no se cuestionó lo que hacía, solo siguió la rutina. Por ello, Arendt concluye que su verdadero crimen residió en la capacidad de cometer el mal de forma desapasionada y sin reflexión, un fenómeno que ella denominó la banalidad del mal.

Eichmann en Jerusalén y la Banalidad del Mal (Segunda Instancia)

Eichmann fue un alto mando nazi que participó en la organización del Holocausto. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, escapó a Argentina, pero fue capturado por el Mossad y llevado a Jerusalén en 1960. Allí fue juzgado, declarado culpable y ejecutado en 1962. La filósofa Hannah Arendt fue enviada a cubrir el juicio y, a partir de lo que vio, escribió su libro Eichmann en Jerusalén.

Lo que más le impactó a Arendt fue que Eichmann no parecía un monstruo ni alguien especialmente malvado. Era un hombre común, tranquilo, que simplemente decía que “cumplía órdenes”. Eso la llevó a preguntarse: ¿cómo una persona normal puede participar en un crimen tan horrible como el Holocausto?

Eichmann se justificaba diciendo que actuaba por la “razón de Estado” y que solo seguía órdenes. Arendt explica que en los Estados totalitarios, como el nazi, estas atrocidades se normalizan, convirtiéndose en meras tareas rutinarias que se ejecutan sin reflexión crítica.

Para Arendt, el problema no era solo obedecer, sino no pensar por uno mismo. Eichmann no se cuestionó lo que hacía, solo siguió la rutina. Por ello, Arendt concluye que su verdadero crimen residió en la capacidad de cometer el mal de forma desapasionada y sin reflexión, un fenómeno que ella denominó la banalidad del mal.

Eichmann en Jerusalén y la Banalidad del Mal (Tercera Instancia)

Eichmann fue un alto mando nazi que participó en la organización del Holocausto. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, escapó a Argentina, pero fue capturado por el Mossad y llevado a Jerusalén en 1960. Allí fue juzgado, declarado culpable y ejecutado en 1962. La filósofa Hannah Arendt fue enviada a cubrir el juicio y, a partir de lo que vio, escribió su libro Eichmann en Jerusalén.

Lo que más le impactó a Arendt fue que Eichmann no parecía un monstruo ni alguien especialmente malvado. Era un hombre común, tranquilo, que simplemente decía que “cumplía órdenes”. Eso la llevó a preguntarse: ¿cómo una persona normal puede participar en un crimen tan horrible como el Holocausto?

Eichmann se justificaba diciendo que actuaba por la “razón de Estado” y que solo seguía órdenes. Arendt explica que en los Estados totalitarios, como el nazi, estas atrocidades se normalizan, convirtiéndose en meras tareas rutinarias que se ejecutan sin reflexión crítica.

Para Arendt, el problema no era solo obedecer, sino no pensar por uno mismo. Eichmann no se cuestionó lo que hacía, solo siguió la rutina. Por ello, Arendt concluye que su verdadero crimen residió en la capacidad de cometer el mal de forma desapasionada y sin reflexión, un fenómeno que ella denominó la banalidad del mal.

Platón: La Dualidad de la Realidad y el Mundo de las Ideas

La Teoría de las Ideas

La Teoría de las Ideas es el eje central de la filosofía de Platón y se basa en un dualismo ontológico, es decir, la existencia de dos mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible. El mundo sensible es el mundo físico, el que percibimos con los sentidos. Es cambiante, imperfecto, múltiple y corruptible. Los objetos de este mundo son copias o reflejos de las Ideas. En cambio, el mundo inteligible o mundo de las Ideas es eterno, perfecto, inmutable, único y verdadero. Las Ideas existen por sí mismas, independientemente de los objetos sensibles que las imitan.

La relación entre el mundo sensible y el de las Ideas se explica con la Teoría de la Participación: las cosas físicas existen porque participan, de forma imperfecta, en las Ideas. El mito del Demiurgo representa esta relación: un dios ordena el caos copiando las Ideas en la materia. Las Ideas están jerarquizadas, desde las de objetos físicos hasta la más alta: la Idea de Bien. Esta es la causa y fundamento de todas las demás, pues las hace comprensibles y perfectas. Platón la compara con el Sol, ya que, así como este ilumina el mundo sensible, el Bien ilumina el mundo inteligible.

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