Explorando el Naturalismo en 'Los Pazos de Ulloa' de Emilia Pardo Bazán: Personajes, Temas y Estilo
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Comentario sobre 'Los Pazos de Ulloa' de Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán (1851-1921) fue una novelista, ensayista y crítica literaria española, considerada una de las figuras más importantes del realismo y naturalismo en España. Defensora de la educación de la mujer y pionera del feminismo en su país, destacó por su mirada crítica sobre la sociedad de su tiempo. Su obra más emblemática, Los pazos de Ulloa (1886), es una de las mejores representaciones del naturalismo español, corriente literaria que refleja la influencia del determinismo social y biológico en los personajes.
Los pazos de Ulloa narra la decadencia de la aristocracia rural gallega a través de la historia del marqués don Pedro Moscoso, su capellán Julián, y los criados de la casa, especialmente Primitivo y su hija Sabel. En la novela se contraponen la brutalidad de la vida en el campo con la moralidad cristiana representada por Julián, un hombre tímido y piadoso que se enfrenta a un ambiente hostil donde impera la ley del más fuerte.
En este fragmento del capítulo V, se presenta un episodio en el que Sabel, la criada del pazo, intenta seducir a Julián fingiendo un desmayo. Él, al principio compadecido, se da cuenta del engaño y reacciona con una ira inusual en su carácter. La escena muestra la tensión entre la sensualidad instintiva de Sabel y la moralidad rígida de Julián, quien posteriormente reflexiona sobre su reacción y se siente culpable por haberla tratado con desprecio en lugar de intentar corregirla cristianamente.
Desde el punto de vista externo, el fragmento combina narración, reflexión y diálogo. En la estructura interna, se pueden distinguir tres momentos clave:
- Introducción: Julián lee la Guía de Pecadores, lo que ya establece su carácter moralista. Sabel entra y, con una excusa, se acerca a él.
- Nudo: Sabel finge un desmayo y Julián, inicialmente ingenuo, intenta socorrerla. Al notar el engaño, su reacción es de cólera.
- Desenlace: Sabel se retira humillada, y Julián, después de la explosión de ira, reflexiona sobre su actitud, lamentando no haber actuado con más caridad cristiana.
El narrador es omnisciente y en tercera persona, con una clara influencia del naturalismo, pues describe la escena con objetividad, sin adornos ni sentimentalismos. El estilo es detallado, con un lenguaje culto en la reflexión de Julián y más directo en los diálogos. La reacción del capellán es expresada con términos vehementes, como “la echo a empellones”, lo que contrasta con su posterior arrepentimiento, reflejado en un tono más introspectivo y religioso.
El fragmento ilustra la visión naturalista de Pardo Bazán, mostrando el conflicto entre instinto y moral. Sabel, criada en un ambiente donde las relaciones se rigen por la fuerza y la conveniencia, encarna el determinismo biológico y social. Julián, por su parte, simboliza la lucha del hombre moral en un entorno degradado. Su reacción refleja el dilema entre el ideal cristiano de perdón y la repulsión instintiva ante la lascivia.
- Julián: Es un personaje tímido y piadoso, que se enfrenta a un mundo que le resulta hostil. Su reacción inicial es de compasión, pero al descubrir la trampa, estalla en una furia poco habitual en él. Luego, su carácter reflexivo y su formación religiosa lo llevan a lamentar su dureza, mostrando su conflicto interno entre su rol sacerdotal y su falta de experiencia en ese tipo de situaciones.
- Sabel: Representa la sensualidad instintiva y la crudeza del mundo rural. Su actitud de seducción no parece ser resultado de un sentimiento romántico, sino de un comportamiento aprendido en su entorno. Está habituada a tratar con hombres como el anterior capellán, que seguramente no respetaba su celibato. Su reacción al rechazo es de resignación más que de vergüenza, lo que sugiere que conoce el juego de la seducción y no se sorprende ante la ira de Julián.
El lenguaje de Julián se caracteriza por un tono culto y a veces excesivamente pedante, como se evidencia en su reflexión sobre su comportamiento. En cambio, Sabel utiliza estrategias más directas y físicas para comunicarse, lo que refuerza el contraste entre ambos personajes.
Este fragmento es un claro ejemplo del naturalismo en Los pazos de Ulloa, donde se presenta la lucha entre la naturaleza instintiva y la moralidad impuesta. En un ambiente rudo y primitivo, solo los más fuertes sobreviven, y Julián, con su carácter dubitativo y temeroso, parece condenado a sucumbir ante la brutalidad de su entorno.
El Realismo en la Obra
Ciertamente, el Realismo presenta como rasgo fundamental la rigurosa observación de la vida. Con pretensiones científicas, los autores aportan nuevos métodos de explorar la realidad: se documentan sobre el terreno o consultando abundante bibliografía, buscando una fidelidad descriptiva casi notarial aplicada tanto a la pintura de costumbres como a la pintura de caracteres.
Estos aspectos técnicos van acompañados casi siempre de un propósito social y/o moral. El novelista pone al descubierto las lacras de la sociedad con una actitud crítica (orientada en cada caso por sus posiciones políticas); o se enfrenta con los entresijos del alma humana, ofreciendo al lector muestras de comportamientos nobles o deleznables y orientando su juicio. Este posicionamiento del autor se opone al ideal de objetividad que pretende alcanzar con su actitud de "cronista".
Temas Principales
El tema central de la obra es la oposición entre naturaleza y civilización, de modo que son las fuerzas naturales las que triunfan.
El tema central se construye con los siguientes secundarios:
- política y costumbres ancestrales, religión y brujería;
- la caza y la pasión frente a los sentimientos, fundamentalmente, el amor materno.
Y, a su vez, estos temas secundarios se sirven de motivos que desempeñan una función importante en la estructura de la obra:
- envilecimiento, brutalidad del medio rural;
- nobleza decadente, representada por el marqués y, en menor medida, por su familia de Santiago;
- el caciquismo como signo de la corrupción política imperante;
- la ley de la fuerza y de la astucia, representada por Primitivo;
- la Iglesia oficial, acomodada al poder, a la que se opone un sentimiento religioso de carácter idealista, encarnado por Julián.
La Novela Naturalista
La novela se inscribe dentro de lo que se denomina literatura naturalista. La propia autora, en La cuestión palpitante, reclamaba que la literatura debe recoger la realidad en todos sus aspectos, incluso los más nimios o los más sórdidos. Y eso es lo que lleva a cabo en su novela: lo desagradable -la forma como se emborracha a Perucho-, lo tierno -la descripción de la niña de Nucha- lo humorístico -algunos rasgos caracterizadores del ama de cría, un tanto tosca...., todo está recogido en las páginas de la novela, a la vez que exhaustivas descripciones de objetos y costumbres. En este sentido, la obra es proyección de las teorías y técnicas naturalistas: cómo influye en el individuo el medio ambiente, su fisiología, las cargas de la herencia genética... Los Pazos de Ulloa ponen al descubierto la 'fisiología' de una sociedad cerrada, que vive según pautas 'naturales', a través de un testigo, Julián, ajeno a la misma que, ingenuo y sin ideas preconcebidas, se adentra en la realidad de los Pazos.
Personajes Clave
Julián: Es un joven capellán enviado por el señor de la Lage para ayudar a su sobrino, el marqués de Ulloa, a resolver los problemas en los Pazos de Ulloa. Tiene un rostro juvenil, sin barba, y es un hombre devoto, sereno y bueno, que busca el bienestar de la familia y la comunidad. Se siente intimidado por su entorno, tanto por la naturaleza como por las personas de la zona, y sufre al ver la violencia y la dureza del lugar. A lo largo de la novela, su fe se pondrá a prueba, y su relación con Nucha y su hija fortalecerá su creencia en lo divino, aunque finalmente se separará de ellas.
El marqués de Ulloa (Don Pedro Moscoso de Cabreira y Pardo de la Lage): Llamado Perucho por su familia y amigos, es sobrino del señor de la Lage. Huérfano desde niño, se autodenomina marqués, aunque no tiene tal título. Es dueño de los Pazos y tiene un comportamiento brutal, centrado en la caza y el maltrato a quienes le rodean. Aunque se casa con Nucha, su actitud sigue siendo cruel e impasible, incluso tras el matrimonio, que no logra humanizarle completamente.
Primitivo: Criado y secretario del marqués, se encarga de gestionar todo en los Pazos, desde las cuentas hasta los sucesos internos. Es un hombre astuto, casi analfabeto, que roba dinero a su amo para su propio beneficio. Planea manipular la herencia, colocando a su nieto en el poder, y no muestra cariño por nadie, siendo frío y calculador.
Nucha (Marcelina): Hija del señor de la Lage, es dada en matrimonio al marqués de Ulloa. Es una mujer de fe, tranquila y sumisa, que soporta todo sin quejarse, buscando ser una buena esposa y madre. A pesar de sus esfuerzos por adaptarse, es rechazada por su familia, su marido y la familia de Sabel, que la ven como una amenaza a sus propios intereses. Su salud se deteriora a lo largo de la novela, lo que afecta su bienestar mental, especialmente después del nacimiento de su hija. Finalmente, decide huir con su hija y Julián, a quien considera su único amigo y confesor.