Explorando la Moralidad y los Derechos Humanos: Perspectivas Filosóficas
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Diversidad Moral y Jerarquía
La condición moral de los humanos es la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Forma parte de nuestra naturaleza y ocupa un lugar central en nuestra vida como individuos y como sociedades. Cada sociedad tiene distintas maneras de ver la vida. Existe una diversidad de códigos morales y normas de conducta, lo que demuestra así el poder y la variedad de la cultura. Entre los sirionó del este de Bolivia, las mujeres no sufren por la infidelidad sexual de sus maridos mientras no den de comer a otra mujer.
Costumbres y Relativismo
Aceptar aquello que consideramos moralmente bueno pueda ser considerado malo por otros conlleva graves problemas. Somos educados en los valores de la tolerancia y la pluralidad, aceptar que no hay verdades absolutas, que todo depende de cada persona o cultura, y que puede llegar a tener consecuencias muy peligrosas. Que en muchos lugares del mundo la mujer sea considerada inferior al hombre no puede ser tratado como una simple cuestión de gustos y opiniones. Pero, ¿qué criterio determina cuáles son los valores concretos? ¿Existen unos únicos valores correctos? ¿Por qué respetar unos valores y no otros?
Relativismo Moral
La Moral como Producto Social
Cada sociedad crea su propia moral. Los contenidos de la moral son un producto social, una creación con la que cada sociedad aprovecha la capacidad de la moral de las personas para crear una cohesión alrededor de normas y valores. Este punto de vista conduce al relativismo cultural, a defender que el bien y el mal son relativos a cada sociedad. Debemos aceptar que un mismo valor puede ser a la vez bueno y malo en función del contexto cultural en que se aplica.
Relativismo Cultural y Moral
Lo cultural constituye el relativismo moral; la cultura depende de la moral. Es la afirmación de que cada sistema moral adquiere sentido internamente y de que no hay ningún valor objetivo por encima de las diferentes perspectivas. Los sofistas (siglo V a.C.) y Nietzsche (finales del siglo XIX) afirmaban que la valoración moral es una cuestión individual y un mecanismo de autoafirmación sobre el que no puede haber un juicio moral superior. No hay moral única, es personal y depende de cada sociedad.
Relativismo y Tolerancia
Algunas personas consideran que van unidas. Otras afirman que el relativismo es el camino más seguro hacia la indiferencia moral, la negación de todos los valores y la negación de la tolerancia. El relativismo moral dice que no hay criterios exteriores a cada cultura o a cada sujeto moral para evaluar los valores. Como no hay una única moral válida para todo el mundo, hay que respetar las otras culturas porque no hay ninguna que sea la única verdadera.
Universalismo Ético
El Bien y el Mal
El universalismo ético dice que hay un bien y un mal, defiende que solo hay un código moral válido y que una norma no puede ser correcta o incorrecta dependiendo de las circunstancias o de las culturas. Lo que está mal no puede estar bien. El universalismo nos invita a la búsqueda de la verdad moral.
Universalismo y Etnocentrismo
Un grupo cultural se considera el centro del universo, unifica a la humanidad. Se llama egocentrismo si nos referimos a la psicología individual y etnocentrismo si nos referimos a las culturas. Tendemos a adoptar las pautas de la propia cultura como baremo universal de medida. Por más que el universalismo defienda la existencia de la verdad moral y nos invite a buscarla, suele presentarse vinculado al etnocentrismo.
Más allá del Etnocentrismo
El universalismo se presenta como teoría y no como la manifestación de una costumbre, un anhelo, un imperativo sin más justificación, una afirmación dogmática, una afirmación emocional... Quien defienda la existencia de la verdad moral deberá buscar una fundamentación, unos criterios que justifiquen cuál es la moral correcta.
Fundamentos Extrínsecos de la Moral
Justificar el Sistema Moral
El valor de un código moral se encuentra en su origen, no se puede hablar de verdad moral. Solo la existencia de unos valores independientes de nosotros legitimaría el proyecto de buscarlos y de hablar de verdad y error. Platón decía que existen verdades morales independientes de nuestra opinión, verdades morales que tienen una existencia propia que, si todas las personas desaparecieran, seguirían existiendo.
Fundamento en Dios
La legitimación más frecuente de unos valores afirma que una pauta moral es buena si responde a la voluntad de Dios. Las religiones monoteístas defienden la existencia de un único Dios y de un solo código moral. El monoteísmo conduce a una posición universalista, a la legitimación de unos valores únicos con validez universal. Se considera importante la presencia de un reflejo de la divinidad en nuestro interior; la búsqueda honesta de la conciencia contribuye en el descubrimiento de los auténticos valores. El problema ético se convierte en teológico.
Fundamento en la Naturaleza
El antropocentrismo caracterizó el mundo occidental a partir del Renacimiento, la disminución de la omnipresencia de la religión en la vida cotidiana. La naturaleza se convirtió en la fuente de inspiración para artistas e intelectuales, en modelo de belleza y bondad. Aristóteles invitaba a imitar la naturaleza y su planteamiento era asumible desde la perspectiva religiosa. Como obra de Dios, la naturaleza aparece como manifestación de su voluntad. Los filósofos racionalistas del siglo XVII y los ilustrados del siglo XVIII se refirieron a la naturaleza humana y a los derechos naturales. Desde esta perspectiva, cualquier cosa es buena si es natural, lo que puede conducir al darwinismo social (el más fuerte es el que sobrevive); el liberalismo se ha aprovechado de la idea de que la naturaleza nos enseña la bondad de la libre competencia de los individuos como mecanismo de evolución y progreso; el intervencionismo del Estado en la regulación del mercado resulta antinatural y nocivo. El nazismo, la lucha es la herramienta natural del progreso, el valor y el derecho se demuestran por la superioridad mostrada al salir vencedor de la confrontación. Es preciso evitar la reproducción de los seres inferiores, esterilizándolos o eliminándolos para que no consuman recursos inútilmente. El recurso de la naturaleza es omnipotente. La necesaria defensa del medio ambiente es que la idea de alejarse de la naturaleza es un error técnico y moral. La falacia naturalista (argumento que parece verdadero pero no lo es), el salto no justificado entre lo que hay y lo que debería haber, fue denunciado por Hume (siglo XVIII). Algunos afirman que el hecho de que la mujer haya estado siempre sometida al poder masculino es una prueba de que así tiene que ser. Sería necesario saber qué es lo que es preciso imitar del mundo natural. No es la naturaleza la que nos da los criterios de selección.
Fundamento en el Derecho
El recurso de la equiparación entre la moralidad y la legalidad: cada individuo tiene sus propias opiniones sobre lo que está bien y lo que no; el único criterio para definir el bien y el mal es la aceptación de aquello que colectivamente hemos adoptado como pauta de conducta (leyes). Bueno es aquello que marcan las leyes.
Fundamentos Intrínsecos de la Moral
Éticas Teleológicas
Intentan justificar las morales en función del objetivo, del punto al cual pretendemos llegar. Ese objetivo es la felicidad (eudemonismo). La reflexión se centra en la disputa sobre qué es aquello que nos hace más felices a las personas y cuál es el mejor modo de conseguirlo. Aristóteles sabía que no nos podemos permitir el lujo de dedicar la vida entera a los asuntos del espíritu.
Hedonismo
Epicuro: en la vida es preciso dedicarse al placer. Muchos consideran que esta postura es opuesta a la defendida por Aristóteles. Epicuro insistía en que es necesario aprender a calcular con sensatez los placeres.
Utilitarismo
Bentham y Stuart Mill pasan de la consideración individual del placer y la felicidad a su consideración colectiva. Una acción es mejor que otra cuando contribuye más al bienestar global. El mayor bien para el mayor número de personas. En el utilitarismo, el bien general es superior al particular. Los problemas aparecen cuando hay que sumar y restar placeres y dolores. Una democracia que no tenga en cuenta estas dificultades queda reducida al egoísmo de la mayoría. El criterio utilitarista ha sido objeto de críticas. El problema no es que sea un criterio falso, sino la enorme dificultad de poder aplicarlo.
Éticas Deontológicas
Lo que prima en el acto moral no es la felicidad, sino el deber. Sabemos que hay acciones que tenemos que hacer por obligación moral. Un acto es bueno si lo hacemos porque es nuestro deber (seguir la voz de nuestra conciencia).
Éticas Formales
Hay una estructura que tiene que cumplir cualquier acción o norma correcta. No quieras para los demás aquello que no quieres para ti. Kant decía que teníamos que obrar de tal manera para que nuestra obra se convierta en una ley que obligue a todos a cumplirla.
Éticas Procedimentales
Kant hablaba del deber y de la universalización; para él, eran dos caras de la racionalidad humana aplicada a la vida. Las pautas de conducta universalizables son para Kant pautas racionales porque la racionalidad es aquello que resulta universal. Las grandes pesadillas hechas realidad en nombre de la racionalidad y el deber nos han hecho tomar conciencia de las dificultades de la propuesta.
Éticas Discursivas
La acción de la moral tiene que responder a la construcción de una razón concreta e interpersonal. La moral no puede prescindir de su dimensión histórica ni de las realidades concretas de los individuos que la tienen que suscribir. Estas éticas recuperan el doble sentido que en sus orígenes (razón, discurso). La razón no es una abstracción, sino que es una construcción fruto del intercambio de discursos. Habermas, Apel, Rawls decían que el horizonte formal que tiene que cumplir la acción moral no es el de una perfecta razón abstracta, sino el de una situación ideal de diálogo. Rawls defiende la acción moral justa como aquella que decidirían los afectados si pudieran debatir desde una posición inicial de igualdad. Una acción será moralmente correcta y una sociedad moralmente justa en la medida en la que se acerquen a la situación ideal.
Responsabilidad de Definir el Bien y el Mal
Los procedimientos y finalidades son insuficientes para aquellos que están convencidos de que las morales solo adquieren solidez porque alguien o algo desde fuera las refuerza. Los defensores de los procedimientos consideran que poner el fundamento del propio acto le resta valor. Los finalistas consideran vacío e inhumano un discurso que ignore las consecuencias de las acciones. Todas las concepciones coinciden en intentar encontrar un criterio último que establezca la moralidad de nuestras acciones. Una vez establecido, contaríamos con el baremo que nos aportaría un horizonte definido y definitivo. Muchos filósofos se mueven en la línea de quitarse a los valores esta carga de predefinición. Podríamos decir que las personas somos libres y responsables de definir el bien y el mal. Somos responsables del cumplimiento de los valores y de su creación. La búsqueda moral equivale a la creación de un proyecto colectivo, a la apuesta incierta por los que unos valores creemos que favorecerán nuestra convivencia y nuestra dignidad como personas. Que no haya un bien y un mal predefinidos no es una concesión al capricho, sino un reto para la inteligencia. Resulta indudable que considerarnos a nosotros mismos creadores de los valores resulta una propuesta atractiva, pero cargada de riesgos.
Deberes y Derechos
Lo que nos merecemos como personas
Los deberes van unidos a los derechos. Aunque Kant defendía la idea del deber cerrada en la conciencia de las personas, el deber es siempre una noción transitiva. Tenemos un deber en relación a alguien, incluso a nosotros mismos. Hay deberes porque alguien tiene derechos. Hay derechos porque alguien tiene la obligación moral. Existen varios procesos para fundamentar los derechos y deberes. Esto no es un obstáculo para que se pueda producir una coincidencia práctica en la defensa de unos valores y de unos derechos que hagan mejor la vida humana.
Proceso de Universalización
La conquista de unos derechos a los que acceder por el simple hecho de ser persona tiene muchos antecedentes. Los estoicos (siglos III-II a.C.) eran defensores del cosmopolitismo (“el mundo es mi ciudad”), de la idea de que ni patrias ni etnias pueden pasar por encima de la igualdad entre las personas. Insistían en la presencia de una razón compartida y fundamento de una hermandad universal. El cristianismo es otro de los grandes antecedentes de la igualdad. Se trata de una defensa de la igual dignidad de todas las personas. Movimientos sociales e intelectuales crecieron y acabaron, tras las Revoluciones Americana y Francesa, en las Declaraciones de Derechos, donde se estableció el valor universal de los derechos.
Tres Generaciones de Derechos
Las declaraciones del siglo XVIII establecieron la primera generación de derechos, vinculados a la defensa de la libertad. Representan un límite a los gobernantes e instauran derechos (participación política, libertad de opinión, creencia...). A lo largo del siglo XIX se toma conciencia de que la libertad por sí sola puede ser causa de injusticia. Las revoluciones de los trabajadores representan la exigencia de derechos de igualdad (segunda generación), que no recibió formulación institucional hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los horrores de la guerra condujeron a la constitución de las Naciones Unidas. Se ha insistido en la defensa de los colectivos más desprotegidos, y las Naciones Unidas han promulgado declaraciones sobre los derechos de los niños (1989) y contra la discriminación de mujeres (1979). Se está convirtiendo en imprescindible establecer derechos relacionados con la biotecnología, donde los avances y peligros no siempre son fáciles de discernir. Son derechos que afectan a la humanidad (tercera generación, derechos de solidaridad).
Utopía y Realidad de los Derechos
Derechos como Horizonte
Las declaraciones de derechos no comportan de manera automática su cumplimiento. La mayor parte de la humanidad no disfruta de estos derechos; la gente sigue muriendo de hambre, hay tortura, esclavitud... Algunos deducen que las declaraciones de derechos son inútiles y no tienen ningún sentido. No se dan cuenta de que el hecho de hablar de incumplimientos a los derechos humanos refleja un avance (existencia de una vara de medida común). En la antigüedad, la esclavitud era un hecho normal, natural y necesario; ahora todavía hay esclavos.
Derechos en Conflicto
El artículo 17 de la DUDH establece que nadie será privado de su propiedad, pero en el artículo 25 dice que a todo el mundo se le ha de asegurar alimentación, vestimenta, vivienda... Todos los derechos que reconocen las declaraciones nos parecen irrenunciables. Su invocación no puede aspirar de manera ingenua a ejercerlos de forma ilimitada, sino a maximizar su presencia en nuestras vidas.
De la Moral a la Ley
La eficacia de los derechos humanos depende del grado de compromiso que cada uno de nosotros asuma con este proyecto. Resulta imprescindible que el derecho moral se convierta en derecho legal. Hay una necesidad de que los Estados eduquen en los derechos humanos y que se establezcan medidas para su aplicación efectiva en los territorios bajo su jurisdicción. Los Estados firmantes de la declaración se comprometen a incorporar progresivamente a su ordenamiento jurídico los principios establecidos por dicha declaración.
Estatus de los Derechos
Fundamentos de las Declaraciones de Derechos Humanos
En las declaraciones del siglo XVIII, se hace referencia a Dios o a la naturaleza como fundamentos últimos de los derechos. La declaración de 1948 lo tenía más difícil para establecer un acuerdo sobre la fundamentación de los derechos que proclamaba. Por primera vez se intentaba consensuar a escala mundial una declaración; eso implicaba una gran variedad de tradiciones religiosas, culturales y filosóficas. El resultado es una declaración que aprueba las referencias morales, pero no dice por qué es necesario respetarlas. Es una solución, ya que trata de proclamar el acuerdo en unas reglas de vida y no necesariamente en su fundamentación. Se deja abierta la diversidad en la respuesta. Por más que no estemos de acuerdo en los fundamentos, dejar en manos de nuestra voluntad la definición del bien y el mal puede ser peligroso, y la declaración es enseñada como un nuevo credo de carácter laico. Los derechos humanos fueron el resultado de largas deliberaciones, de compromisos, renuncias, acuerdos... pero necesitamos creer en su carácter casi sagrado, indiscutible e intocable si queremos que sean eficaces. Los derechos humanos son una conquista inacabada y frágil. Todavía estamos lejos de poder garantizar los derechos humanos para todos.