Explorando la Gracia Divina, Filiación y Libertad Cristiana

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El Rechazo de Dios

La Debilidad Humana

El ser humano puede desarrollar la vocación al amor a la que está destinado. Existe la posibilidad de que fracase en este intento y rechace el plan que Dios ha previsto para él.

Aunque no se pretenda ofender directamente a Dios, quien transgrede su voluntad está prefiriendo una criatura a Dios. La falta que se comete puede ser venial o mortal.

Para que haya pecado, es necesario tener advertencia y consentimiento.

Ante la realidad del pecado, Jesucristo nos ha revelado la misericordia de Dios. Padeció y murió por todos los hombres de todos los tiempos.

El cristiano está llamado a liberarse de la esclavitud del pecado. El camino para conseguir tan alto ideal es hacer el bien, vivir un hondo sentido de filiación divina y fraternidad.

No Estamos Sujetos al Mal

El ser humano ha sido siempre consciente de la inclinación al mal que está presente en su corazón. Dios ha salido a nuestro encuentro. Sabemos que nuestro destino no le es indiferente, pero Él quiere que asumamos libremente el reto de transformar el mal en bien. La visión cristiana es optimista. No negamos la existencia del mal, pero con la ayuda de la gracia divina, podemos revestirnos de bien.

Dios, que es Padre, ha querido asociarnos a la obra de su gracia.

La Gracia de Dios y la Libertad Humana

  • Hay personas que disponen del poder de otorgar una gracia, ofreciendo algo a otra persona que no se lo merece, como cuando se paga a un empleado más de lo debido.
  • Quien se encuentra en estado de gracia realiza con facilidad y perfección tareas que a los demás les resultan costosas.
  • Gracioso es aquel que tiene la habilidad de hacernos reír. Quien posee este don nos atrae, ya que con él se aligera el peso de las dificultades de la vida.
  • Damos las gracias cuando recibimos un servicio o un regalo. Estamos especialmente agradecidos cuando sabemos que no somos merecedores del don con el que hemos sido agraciados.
  • La gracia es la acción del Espíritu Santo que tiene el poder de divinizarnos, comunicarnos el bien de Dios. La gracia, por consiguiente, consiste en la acción de Dios que borra nuestros pecados y nos hace santos en todo nuestro ser.
  • La gracia es un don gratuito de Dios por el que nos hace partícipes de su vida y capaces de obrar por amor a Él.
  • La gracia de Dios facilita la realización del bien. La libre iniciativa de Dios exige la libre respuesta del hombre. El Señor, con su gracia, toca y mueve nuestro corazón.
  • La gracia es fuente de alegría. Si ante el mal cerramos los ojos, nos sentimos insatisfechos porque comenzamos a vivir en la mentira.
  • La respuesta a este don es la acción de gracias. Ser agradecido supone la conciencia de que todo lo que poseemos, desde la existencia hasta nuestra divinización por el don de la gracia, nos ha sido dado.

La Filiación Divina

El amor de Dios hacia los hombres no es común a todas las religiones. En muchas de las antiguas creencias, los dioses eran indiferentes o envidiosos de la suerte de los hombres.

La parábola del hijo pródigo es esclarecedora:

  • Cada ser humano es representado por el hijo pródigo. Cuando somos infieles a Dios, actuamos como el hijo que pide a su padre la parte de su herencia y la malgasta en tierras lejanas.
  • Dios es el padre que no impide la partida de su hijo. La libertad del hombre es una afirmación fundamental en el cristianismo. Ser cristiano es un ejercicio de responsabilidad que exige compromiso.
  • El hijo mayor representa otro tipo de relación inadecuada con el padre. El hijo mayor ha sabido permanecer junto al padre, pero su enfado muestra que su corazón estaba tan lejos como el de su hermano.

Ser cristiano es una fiesta porque estamos en contacto con lo más sagrado y, gracias a Dios, encontramos una vida llena de sentido.

La fe exige la conversión del corazón. Si el hijo no hubiera reconocido su culpa y pedido perdón, no se habría celebrado la fiesta.

El hijo vuelve porque quiere y porque Dios le llama.

Una persona que se sabe hija de Dios no tiene motivos para estar apesadumbrada ni acomplejada. Quien considera que la vida cristiana es un camino de negación y tristeza, desconoce el mensaje evangélico.

La Libertad de los Hijos de Dios

Uno de los mayores dones que Dios ha dado al ser humano es la libertad. El ser humano debe elegir fines o metas, la dirección en la que quiere caminar. Es el misterio de la libertad. Experimentamos en nosotros la realidad del pecado. Cada cesión aumenta nuestra debilidad y cada victoria nos hace más fuertes. Una historia de fracasos repetidos puede limitar nuestra libertad, pues adquirimos malos hábitos que encadenan nuestra voluntad. Así como los vicios lastran nuestra voluntad sometiéndola a la esclavitud, las virtudes nos potencian; desarrollan y fortalecen los músculos de nuestra voluntad. La vida cristiana es un combate.

María, Inmaculada y Corredentora

La madre del Señor ha sido la cooperadora querida por Dios para que el Hijo se encarnase con el fin de redimir a los seres humanos del pecado original y los pecados personales. Es verdad que la Virgen padeció junto a su Hijo, tanto por estar al pie de la cruz, como porque se solidarizó con los sufrimientos asumidos por Él. A María se le considera corredentora, mediadora y abogada ante Dios de todos los hombres. Pero su dolor es pacífico hasta tal punto que María se convierte en factor de unión para los discípulos que quedaron desorientados tras la muerte del Maestro y, más adelante, en los primeros pasos de la Iglesia. María vive de cara a Dios, confía en Él y ha dejado que se cumpla la voluntad de su Creador y Padre, permitiendo que el Hijo, por la acción del Espíritu Santo, nazca en su seno.

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