Explorando la Filosofía de San Agustín: Dios, Alma y Existencia
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San Agustín y la Búsqueda de la Verdad: Una Perspectiva Filosófica
San Agustín muestra una actitud de controversia y distanciamiento de la posición escéptica de los académicos, para los cuales no hay verdades en sí ciertas e indudables. Solo el alma contiene esas verdades eternas e inmutables de origen divino, resultando las primeras certezas descubiertas y de las que no podemos engañarnos: el existir (si nos engañamos, existimos). Además, aunque pudiésemos engañarnos, resulta que conocemos nuestra existencia, tratándose de la segunda verdad. Si estas son verdaderas, esto nos lleva a una tercera verdad, descubierta en la propia interioridad.
El alma, para San Agustín, es la imagen de Dios, conectada a Él mediante la parte superior (iluminación y sabiduría), tiene un tesoro interior, unas verdades eternas e inmutables. Son las ideas en sentido platónico, modelos perfectos y ejemplares de las cosas. Y destacan tres certezas principales en el texto: saber, existimos y conocemos que existimos y amamos la existencia y conocerla. En cuanto al texto, San Agustín refuta a la Academia Nueva, porque van por cauces del escepticismo negando las ideas platónicas como verdades en sí. Los sentidos proporcionan imagen de lo contingente, por lo que no es su origen, y tampoco el alma porque no es perfecta. Las verdades están en la mente divina. Dios las colocó al nacer y con la iluminación las descubrimos en el alma. No nos podemos engañar de nuestra existencia y, aunque quisiéramos, la conocemos, nos damos cuenta de ella. Tampoco podemos dudar del amor como tercera certeza porque son verdaderas. El alma debe ser virtuosa para alcanzar la sabiduría mediante la fe, iluminación y amor a Dios.
Podemos distinguir en nuestra exposición dos cuestiones a tratar a continuación:
A) La Visión de la Realidad en Agustín de Hipona: Dios y la Creación
Dios es trascendental, perfecto, único, eterno e inmutable, crea el mundo con el espacio y el tiempo como instante de dicha creación. San Agustín distingue dos realidades: una parte, Dios, como ser supremo y, por otra parte, lo creado, el mundo temporal y contingente. Dios crea las cosas con esas verdades en sí, las ideas según Platón como arquetipos, modelos perfectos y trascendentales situados en la mente divina. Debemos diferenciar entre Dios y lo creado (distinción entre eternidad y tiempo). Dios es eterno e inmutable, pero los seres creados están en el tiempo, se generan, se corrompen y son cambiantes mientras existen.
El tiempo guarda relación con el cambio y no preexiste en la creación, es un momento de ella.
B) El Dogma de la Trinidad
San Agustín piensa que el hombre está constituido por dos sustancias: una material y corruptible (cuerpo) y otra trascendental e inmortal (alma). Pero, en contraposición a la concepción cíclica de la filosofía griega, se encuentra presente en una concepción lineal de la historia: el alma utiliza al cuerpo comenzando la existencia individual y con la muerte, el alma deberá contemplarse existencialmente al final de los tiempos con el cuerpo con la resurrección. El alma tiene dos partes, la superior, que se encuentra en contacto con Dios, donde tiene lugar la iluminación y sabiduría (Conocimiento verdadero) y la inferior en contacto con el mundo material, imitaciones y cosas contingentes de las ideas (Mundo imperfecto). El hombre para San Agustín es creado por Dios, el alma es imagen de Dios, posee su propia naturaleza divina, trascendental.
En cuanto al paralelismo entre Trinidad y ser humano podemos destacar la distinción en la Trinidad de tres personas divinas en una única: Padre, Hijo y Espíritu Santo. No hay diferencia jerárquica y son coeternos. Los tres aspectos de la Trinidad se manifiestan en tres facultades del alma humana:
- Recuerdo (memoria): permite vivirnos permanentemente como existentes, se relaciona con el Padre, que se vive como existente eternamente.
- Inteligencia (Conocimiento sensible): permite engendrar conceptos a partir de la experiencia, relacionada con el Hijo (engendra el Padre).
- Voluntad: tiene que ver con el amor a la existencia propia y conocerla, relacionado con el Espíritu Santo como amor de Padre e Hijo.
Destacar que la memoria es fundamental para tener autoconciencia como propiedad humana, que consiste en la capacidad de replegarnos a nosotros mismos y a ser que existimos, que conocemos y que amamos. El hombre tiene voluntad por ser feliz, pero ésta no se encuentra en las cosas terrenas y tampoco se la puede dar uno mismo, por eso debe autotrascender para encontrarse con Dios y alcanzar la felicidad que es el amor a Dios.